domingo, 19 de julio de 2015

Síndrome de estrés postraumático y vidas pasadas.

Cuando escribí mi última entrada, tenía en mente acabar hablando un poco sobre el síndrome de estrés postraumático y cómo lo que nos ocurre a los que recordamos vidas pasadas no es en nada distinto a lo que padecen otras personas después de pasar por experiencias traumáticas. Al final la entrada se hizo más larga de lo que esperaba, decidí volver a retomar el tema en un día o dos, y después me volví a ver absorbida por la vida real... hasta hoy. Pero ahora que ya tengo esos proyectos casi finalizados, puedo volver al blog.

Bueno, dio la casualidad que en un corto espacio de tiempo me llegaron varias referencias externas a este asunto del síndrome de estrés postraumático (cuyas siglas en inglés son PTSD). Una provenía de alguien que está lidiando con sus propios recuerdos y me comentaba que se había dado cuenta de que ella presentaba muchos de los síntomas que caracterizan este síndrome... solo que el origen de sus traumas se encuentra antes de su nacimiento.

Según el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, usado como referencia por los psiquiatras), los criterios de diagnóstico del síndrome de estrés postraumático son los siguientes:

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:

  1. La persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás.
  2. La persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: en los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados.
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
  1. Recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: en los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma.
  2. Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: en los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible.
  3. El individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico.
  4. Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
  5. Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
  1. Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático.
  2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
  3. Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
  4. Reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas.
  5. Sensación de desapego o enajenación frente a los demás.
  6. Restricción de la vida afectiva (por ejemplo, incapacidad para tener sentimientos de amor).
  7. Sensación de un futuro desolador (por ejemplo, no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal).
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
  1. Dificultades para conciliar o mantener el sueño.
  2. Irritabilidad o ataques de ira.
  3. Dificultades para concentrarse.
  4. Hipervigilancia.
  5. Respuestas exageradas de sobresalto.

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. 



Yo ya estaba familiarizada con el PTSD porque desde que me muevo en foros de reencarnación leí las experiencias de personas que habían sido soldados en otras vidas y ya habían reparado en cómo los traumas de vidas pasadas no son para nada distintos a los de la vida presente. También había identificado algunos de esos síntomas en mí, siendo los más intensos la ansiedad y depresión que me acompañaban casi desde siempre, y que son los que me llevaron a querer buscar respuestas más allá de lo que me ofrecía la medicina. Sin embargo, no había profundizado mucho en el tema; no lo creí necesario, porque por lo que había visto, no había ninguna duda de que es así como funcionan las cosas. Ahora, releyendo los síntomas enumerados en el DSM-IV, aún me sorprendo de que la gran mayoría de esos síntomas, casi uno por uno, se me podrían aplicar a mí, especialmente cuando estoy en medio de una fase de past life mood. Y si tienes en cuenta los numerosos casos de niños que recuerdan vidas pasadas, no podría ser más obvio. Es una lástima que la sociedad en general continúe tan ciega a la posibilidad de la reencarnación.

Haciendo una nueva lectura de estos síntomas, y relacionándolos con mi vida pasada en la Segunda Guerra Mundial (origen en su mayor parte de mi ansiedad y depresión actual) las vidas pasadas, veamos:

La persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás.
Esto (las tres cosas) pasó continuamente en esa vida.

La persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos.
Por supuesto. Tanto, que acabé suicidándome.

El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. Recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones.
Bajo regresión, montones de ellos. Una vez dije que jamás he pasado tanto miedo como en mis regresiones de la SGM.

2. Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar.
En mi caso no, porque excepto en contadas ocasiones no suelo tener sueños de vidas pasadas (aunque sí he tenido algún sueño “raro” relacionado con abusos por parte de alguien más poderoso que yo, en un entorno “militar”).

3. El individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse).
He tenido flashbacks cuando me he visto en situaciones similares a las del pasado. Lo que conté en mi anterior entrada es un buen ejemplo de ello.

El PTSD no va sobre qué está mal en ti, sino sobre qué te ocurrió.
 4. Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
5. Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
Esto me pasaba mucho antes de recordar vidas pasadas, cuando estaba en quirófano y veía mucha sangre, aunque a veces me pasaba y otras veces no (por lo que descarto aprensión a la sangre, que jamás he tenido... al menos cuando no es la mía). Actualmente lo identifico con lo que algunos reencarnacionistas hemos dado en llamar “La Reacción”. Por cierto, los puntos 4 y 5 son una estupenda descripción de lo que es un trigger.

C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático.

2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
Siempre de manera inconsciente, pero de pequeña evité leer una enciclopedia de la Segunda Guerra Mundial que había por casa, a pesar de que me leía hasta los paquetes de cereales. Quizá no tenga nada que ver, pero en esta vida también evito los médicos todo lo que puedo. El otro día también quise evitar entrar en un hospital de campaña. Poco a poco me voy acostumbrando a exponerme a libros o películas que tengan que ver con guerras, pero siempre es duro y luego he de enfrentarme a todo tipo de emociones y arriesgarme a que mi pareja me deje por no responder a sus estímulos.

3. Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
También estuvo presente un tiempo... hasta que me dije a mí misma que necesitaba revivirlo de nuevo, para que así no dejara de perturbarme e influir en mi vida actual.

4. Reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas.
5. Sensación de desapego o enajenación frente a los demás.
6. Restricción de la vida afectiva (por ejemplo, incapacidad para tener sentimientos de amor).
7. Sensación de un futuro desolador.
Por supuesto, todos ellos son síntomas de depresión, los conozco bastante bien.

1. Dificultades para conciliar o mantener el sueño.
2. Irritabilidad o ataques de ira.
3. Dificultades para concentrarse.
4. Hipervigilancia.
5. Respuestas exageradas de sobresalto.

En efecto, esto me pasaba cuando sufría las crisis de ansiedad, sin saber aún qué me estaba pasando.

Creo que no hace falta insistir más. El único punto por el que no entraría dentro del diagnóstico es que según el CIE-10 (Clasificación internacional de enfermedades), es indispensable que los síntomas de estrés postraumático hayan aparecido dentro de los seis meses después del suceso traumático. Evidentemente, este criterio está totalmente equivocado. Las personas que recuerdan vidas pasadas traumáticas sabemos que esos síntomas pueden aparecer mucho después, incluso después de haber muerto. Lo malo es que a nosotros nadie nos hace caso y seguramente nos clasificarán dentro de los trastornos de personalidad múltiple, si son bondadosos...

Una pena.

Y para acabar, solo decir que yo no soy la única que sabe que hay relación entre el síndrome de estrés postraumático y las vidas pasadas. El investigador Erlendur Haraldsson, de la Universidad de Reikiavik (Islandia) publicó en el año 2003 un artículo donde expone que muchos de los síntomas, como la dificultad en la concentración, los arrebatos de ira o el miedo inexplicable en determinadas circunstancias, también están presentes en muchos niños que supuestamente recuerdan vidas pasadas.

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