miércoles, 16 de abril de 2014

Los derechos del doliente.

Una amiga del foro Military Past Lives posteó esto en inglés, y me ha gustado tanto que lo he traducido y lo he posteado a mi vez en varios sitios.

Se refiere al proceso de duelo por el que todos pasamos cuando muere alguien cercano... aunque para los que recordamos vidas pasadas, se hace extensible al dolor que sientes por tu propia muerte en esas otras vidas, y a las preguntas que te haces mientras tratas de aceptarlo.

Declaración de Derechos del Doliente (por Alan D. Wolfelt, Ph.D.).

Aunque deberías buscar ayuda en otros mientras estás de duelo por alguien, no deberías sentirte obligado a aceptar las respuestas inútiles que puede que recibas de algunas personas. Tú eres el que está de duelo, y como tal, tienes ciertos "derechos" que nadie debería tratar de quitarte.

La siguiente lista está pensada tanto para darte el poder de sanar, como para decidir cómo otros pueden y no pueden ayudar. Esto no es para desanimarte a buscar ayuda en otros, sino más bien para ayudarte a distinguir respuestas útiles de respuestas dañinas.

1. Tienes el derecho a experimentar tu propia y única pena. 
Nadie más pasará por el duelo exactamente como tú. Por eso, cuando busques ayuda en otros, no les permitas decirte cómo debes o no debes sentirte.

2. Tienes el derecho a hablar sobre tu pena. 
Hablar sobre ello te ayudará a sanar. Busca a otros que te permitirán hablar tanto como quieras, tan frecuentemente como quieras, sobre tu pena. Si a veces no tienes ganas de hablar, también tienes el derecho de guardar silencio.

3. Tienes el derecho a sentir multitud de emociones. 
Confusión, desorientación, miedo, culpa y liberación son solo unas pocas de las emociones que podrías sentir como parte de tu proceso de duelo. Otros pueden intentar decirte que sentir ira, por ejemplo, está mal. No te tomes estas respuestas moralizantes en serio. En su lugar, busca oyentes que aceptarán tus sentimientos sin ningún tipo de condición.

4. Tienes el derecho a ser tolerante con tus límites físicos y emocionales. 
Tus sentimientos de pérdida y tristeza probablemente te dejarán fatigado. Respeta lo que tu cuerpo y tu mente te dicen. Descansa todos los días. Come comidas equilibradas. Y no permitas a otros empujarte a hacer cosas para las que aún no te sientes preparado.

5. Tienes el derecho a experimentar "estallidos de pena". 
A veces, de la nada, puede que te sobrevenga un arrebato de pena. Esto puede darte miedo, pero es normal y natural. Encuentra a alguien que comprenda y que te dejará hablar de ello.



6. Tienes derecho a hacer uso de rituales. 
El rito funerario es más que reconocer la muerte de alguien querido. Te ayuda a contar con el apoyo de otras personas. Y aún más importante, el funeral es una forma para ti de llorar. Si otros te dicen que el funeral o otros rituales de sanación son tontos o innecesarios, no les escuches.

7. Tienes el derecho a aceptar tu espiritualidad. 
Si la fe es parte de tu vida, exprésala de la forma que consideres adecuada para ti. Permítete a ti mismo estar junto a personas que entienden y apoyan tus creencias religiosas. Si sientes ira hacia Dios, encuentra alguien con quien hablar que no criticará tus sentimientos de dolor y abandono.

8. Tienes el derecho a buscar el significado. 
Puede que te sorprendas a ti mismo preguntándote "¿Por qué él o ella murió? ¿Por qué de esta forma? ¿Por qué ahora?" Algunas de tus preguntas pueden tener respuesta, pero otras no. Y estate atento a las respuestas estereotipadas que algunas personas te darán. Comentarios como "Fue la voluntad de Dios" o "Piensa en aquello por lo que tienes que estar agradecido" no son útiles y no tienes que aceptarlos.

9. Tienes el derecho a atesorar tus recuerdos. 
Los recuerdos son uno de los mejores legados que existen después de la muerte de alguien querido. Siempre recordarás. En vez de ignorar esos recuerdos, encuentra a otros con quien compartirlos.

10. Tienes el derecho a seguir adelante y sanar.
Reconciliarte con tu dolor no sucederá de manera rápida. Recuerda, el duelo es un proceso, no un evento. Sé paciente y tolerante contigo mismo y evita a aquellos que son impacientes e intolerantes contigo. Ni tú ni los que están cerca de ti debéis olvidar que la muerte de alguien querido cambia tu vida para siempre.

Creo que me ha llegado en un momento muy adecuado porque siento que aún estoy en proceso de duelo por una de mis vidas pasadas, no exactamente por el momento de la muerte, que la tengo más que aceptada, sino por la vida en sí y cómo se truncó todo desde mi más temprana juventud. Aunque hay días en los que parece que todo se olvidó y puedo seguir con mi vida, hay otros días en los que vuelvo a llorar sin razón aparente y las escenas más oscuras vuelven a repetirse una y otra vez en mis meditaciones. Tengo comprobado que eso es porque algunas de las heridas están aún muy abiertas, y aún me cuesta comprender, mucho más aceptar, lo que pasó. ¿Cuándo llegará el momento en que lo tenga totalmente superado? Nunca se sabe... sé que puede llevar años, y que una de las mejores formas de hacerlo es escribiendo sobre ello, dejando que esas heridas sangren hasta que ya no quede ni una gota de sangre, como le decía hace unos días a otra amiga de ese mismo foro. No queda otra.

Y mientras, todos los consejos que he enumerado en esta peculiar "Declaración de Derechos" me son especialmente útiles para comprender que tengo derecho a sentirme así por esa vida pasada y por esa muerte que nunca debió llegar a suceder, por todo el tiempo que sea necesario.

Puedes encontrar la versión original en inglés aquí:
Los derechos del doliente.

martes, 15 de abril de 2014

No hay vuelta atrás.

No es que me haya dado cuenta hace poco, pero es algo que tengo en mente desde hace unos días. Una vez que recuerdas vidas pasadas, verificas al menos parte de esos recuerdos (lo que te puede llevar unos cuantos meses, incluso años) y comprendes que la reencarnación es un hecho, ya no hay vuelta atrás. Y esto no solo ocurre en un aspecto de la reencarnación, sino en varios.

Uno de ellos es la reencarnación misma. Solemos decir que somos almas teniendo una experiencia humana, y cuando morimos volvemos a casa, donde somos eternos y no tenemos nada que temer. Esto es cierto, pero nuestra alma no es exactamente la que era. Las experiencias humanas nos cambian, posiblemente a un ritmo más lento de lo que la mayoría de la gente cree, pero cuando estamos de vuelta en casa, nunca somos los mismos. No podemos serlo. Quizá esa es la razón fundamental por la que encarnamos, para ser cambiados... para aprender, dicen algunos. Y lo llaman “evolución espiritual”. Personalmente no me gusta la palabra “evolución”, porque la mayoría de la gente entiende que siempre tiene que haber un cambio para mejor. Sin embargo, acabo de buscar en el diccionario de la Real Academia Española el significado de “evolución”, y esto es lo que he encontrado:
1. f. Acción y efecto de evolucionar.
2. f. Desarrollo de las cosas o de los organismos, por medio del cual pasan gradualmente de un estado a otro.
3. f. Evolución biológica. Proceso continuo de transformación de las especies a través de cambios producidos en sucesivas generaciones.
4. f. Movimiento de una persona, animal o cosa que se desplaza describiendo líneas curvas. U. m. en pl.
5. f. Movimiento que hacen las tropas o los buques, pasando de unas formaciones a otras para atacar al enemigo o defenderse de él.
6. f. Mudanza de conducta, de propósito o de actitud.
7. f. Desarrollo o transformación de las ideas o de las teorías.
8. f. Cambio de forma.
9. f. Fil. Doctrina que explica todos los fenómenos, cósmicos, físicos y mentales, por transformaciones sucesivas de una sola realidad primera, sometida a perpetuo movimiento intrínseco, en cuya virtud pasa de lo simple y homogéneo a lo compuesto y heterogéneo.

No dice en ningún sitio que tenga que ser para mejor... a menos que la gente haya pensado todo el tiempo que los seres humanos son la mejor forma de evolución y hayan extrapolado este pensamiento a nuestra condición espiritual también. Por supuesto, yo no estoy de acuerdo. Evolucionamos, eso es cierto, pero eso tan solo significa que cambiamos gradualmente a través de nuestras experiencias humanas, a veces para mejor, a veces... simplemente cambiamos.

Como dice Frodo al final de El Retorno del Rey, hay algunas heridas que son demasiado profundas y que jamás llegan a curar. Eso es lo que nos ocurre a nosotros, los que recordamos vidas pasadas. Bueno, puede que sí lleguen a curar, pero desde luego lleva tiempo, mucho tiempo... y no, no es suficiente con visitar un “sanador de vidas pasadas” o un consejero espiritual... simplemente, lleva tiempo. Yo puedo ser el mejor médico en mi especialidad, pero no puedo acelerar el proceso, la naturaleza es la naturaleza y tiene sus propias leyes. Puedo ayudar, puedo limpiar, puedo prever las complicaciones que pueden aparecer y luchar contra ellas, pero curar completamente... lo hará cuando lo tenga que hacer.


Así que, regresamos a casa, y después renacemos en la Tierra, pero el peso no es el mismo. El peso crece y crece, puede que hayamos elegido dejar parte de ese lastre atrás, pero no podemos dar la espalda a todas las cosas que hemos vivido, aunque sea a un nivel inconsciente.

Otro aspecto al que podemos aplicar la frase “No hay vuelta atrás” es al proceso de descubrir tus vidas pasadas. No hace mucho solía decir que una vez que has encontrado el conocimiento no puede volver a la ignorancia. En otras palabras, no podemos “desaprender” lo que hemos aprendido. Sí, seguro que puedes fingir que nada ha cambiado, o incluso ignorar el hecho de que esos sueños que tenías no eran sueños normales, sino recuerdos de vidas pasadas... puedes seguir con tu vida y no volver a pensar en la reencarnación nunca más. Pero engañarte a ti mismo no es una actitud muy responsable, ¿verdad? Y reprimir sentimientos ni siquiera es saludable. Así que no sirve de nada esconderte o evitar lo que has encontrado: que has vivido antes, que a veces has cometido errores, y que por alguna razón aquí estás de nuevo tratando de realizar esta tarea tan difícil, no muy seguro de su significado... si es que existe. Casi sin darte cuenta, has cambiado. Y cuando te mueras y vuelvas a casa, sin duda no serás el mismo. Ya no lo serás nunca más.

Recordar vidas pasadas te cambia tanto que la gente que te conocía puede que te diga que ahora eres un extraño para ellos. Y eso es bastante curioso... ahora que tú te conoces a ti mismo mucho mejor que antes...

martes, 8 de abril de 2014

Luchando contra los escépticos.

Es una batalla perdida, eso lo tenemos que tener muy claro los reencarnacionistas. Pero también es una situación en la que nos vamos a ver metidos casi constantemente. Es probable que al principio luches con uñas y dientes, porque tienes experiencia, lo has vivido en tu propia piel, e incluso llevas años estudiando la teoría, y hay investigadores muy serios que han llegado a la conclusión de que la reencarnación es la posibilidad que mejor explica determinados hechos que se vienen observando desde hace décadas, como los niños que recuerdan vidas pasadas. (Ver artículo “Alternativas científicas a la reencarnación”). Pasado un tiempo, cada vez tendrás menos ganas de ponerte a explicar lo que solo los que recordamos vidas pasadas podemos comprender. Y solo hablarás con las personas que han pasado por experiencias similares. Como escribía en mi anterior entrada, recordar ya es bastante complicado como para encima tener que ponerte a discutir continuamente con los que no creen.

En este aspecto relacionado con los escépticos, me pasa igual que con los ovnis, salvando las distancias. Los investigadores serios que llevan años estudiando el fenómeno saben que no es una cuestión de creencia, sino de información: los ovnis están ahí, miles de testigos los han visto, desafiando toda lógica, y hoy por hoy, aún existe un porcentaje que permanece inexplicado. ¿Qué son? No lo podemos saber. Pero eliminar a priori una posibilidad como por ejemplo la de que sean habitantes de otros mundos visitando la Tierra, me parece bastante infantil, irresponsable, e incluso, a la luz de los últimos descubrimientos en exobiología, poco científico ahora mismo.


Lo mismo pasa con la reencarnación. No existe aún una prueba definitiva que haga callar a todos los escépticos, pero miles de indicios en todo el mundo apuntan a que es una realidad. Y yo, como lo he vivido en primera persona y sé que hay cosas que me han pasado que no tienen otra explicación, estoy completamente segura de su existencia. No solo de su existencia, sino de que es un fenómeno natural y universal que nos ocurre a todos. La mejor prueba es tu experiencia. Pero lamentablemente, hay muchos que no quieren experimentar, o quizá no están preparados... recordar exige un nivel de responsabilidad que supera con creces lo que muchos están dispuestos a aceptar. Otros están cómodos viviendo con sus propias creencias, y su reacción normal cuando les hablas de reencarnación es taparse los oídos y gritar bien fuerte para no escuchar... Bien, no merece la pena perder el tiempo con este tipo de gente, os lo puedo asegurar. No lo hagáis. Todo el mundo tiene derecho a creer en lo que quiera y a seguir su propio camino. Tal vez empezarán a recordar dentro de cien o doscientos años. O, como he oído decir otras veces, también este tipo de personas cumple su papel en el mundo. Es mejor dejarlos en paz.

Hay otro tipo de personas que quieren creer pero como no tienen experiencia propia se dedican a discutir igualmente y a plantear una serie de interrogantes que solo ponen en evidencia su desconocimiento y su falta de práctica. O tal vez se limiten a repetir lo que han leído en uno o dos libros de reencarnación (generalmente de Brian Weiss si su lengua materna es la española), o lo que han escuchado decir a cualquiera de estos gurúes espirituales que han invadido el mundo en los últimos años acerca de la sanación del alma, los mensajes de los maestros ascendidos y todos estos términos tan divertidos. Para etos, los reencarnacionistas siempre tenemos respuestas.

Por ejemplo, nos podemos encontrar con dudas como estas:

1. Dudo de la validez de la hipnosis regresiva, porque seguro que lo que ven estas personas se lo están inventando, o el hipnoterapeuta les “implanta” esos supuestos recuerdos, o ven lo que quieren ver, algo que dé explicación a su problema psicológico, pero que seguro es una alegoría y no una vivencia real.  

Respuesta: un buen hipnoterapeuta no “implanta” ningún recuerdo. Es solo un guía que induce al paciente a un estado profundo de relajación en el que le es más fácil conectar con su subconsciente. Cualquier buen hipnoterapeuta, como el fallecido Roger Woolger, o en España Horacio Ruiz, sabe perfectamente que la terapia regresiva es una de las armas más eficaces para llegar al origen de cualquier trauma psicológico y ayudar a su resolución. No creo que este tipo de terapia sería tan efectiva si los recuerdos no fueran reales, más que nada porque nadie se cura de sus problemas psicológicos engañándose a sí mismo. Pero no solo eso. A riesgo de ver perjudicada su reputación, pocos hipnoterapeutas van a afirmar “Yo sí creo en la reencarnación”, aunque siempre dejarán esa puerta abierta y dirán “Aunque la reencarnación no exista, el valor terapéutico de la terapia regresiva es innegable”. Dejando aparte lo que digan estos hipnoterapeutas, es nuestro deber como reencarnacionistas intentar verificar lo que hemos visto en las regresiones consultando los registros históricos. Y entonces es cuando llegan las sorpresas. Porque hay cosas que sabes que es IMPOSIBLE que supieras.

En resumen, la VERIFICACIÓN es lo que da validez a las regresiones. Un reencarnacionista responsable mantiene todos sus supuestos recuerdos “en cuarentena” hasta que le es posible verificarlos. Esto te puede llevar años, y es cierto que llega un momento en que ya no le das tanta importancia a la verificación, una vez que has comprobado que no estás loco y que no te estás imaginando nada.

2. El alma no existe, no conocemos apenas lo que nuestro cerebro puede hacer, seguro que está ahí la respuesta. ¿Cómo sabes que tus supuestos recuerdos no son recuerdos de otras personas que están en una “matriz holográfica” y los estás captando por alguna razón?

Respuesta: es verdad que aún desconocemos una gran parte del ser humano. Y que el cerebro es un órgano increíble con funciones que aún no hemos logrado desvelar completamente. Por eso mismo no podemos descartar la existencia de “algo” llamado “alma”, “consciencia”, o como quiera cada uno, que sobrevive a la muerte. Cualquiera con un mínimo de información sobre los últimos estudios que se han hecho sobre la consciencia, sabe que muchos científicos ya están afirmando sin ruborizarse que es posible que esa consciencia esté fuera del cerebro y que sobreviva a la muerte (si no sabes de lo que hablo, puedes consultar el trabajo del cardiólogo Pim van Lommel, entre otros). Llevamos décadas estudiando fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte. Y aunque muchos se empeñan en cerrar los ojos debido a su educación religiosa, en muchos de estos testimonios se asegura la existencia de la reencarnación. ¿Debemos arrojar a la basura todas estas investigaciones?

En cuanto a la “matriz holográfica”, o también la “teoría del inconsciente colectivo” de Carl Jung... hay un hecho que los no reencarnacionistas no llegan a comprender. Y es que, si los que recordamos vidas pasadas en realidad estuviéramos accediendo a esa especie de almacén universal que contiene todas las vivencias humanas desde la aparición de los seres humanos en la Tierra, recordaríamos un número mucho mayor de vivencias, de personas que nada tendrían que ver con nosotros, de hechos mucho más generales y no tan concretos como los que recordamos. Si por cualquier razón, yo me identifico con la vida de un almirante de la Marina, por poner un ejemplo, ¿por qué tendría que ser uno en concreto, con un nombre determinado, y una serie de hechos biográficos probados, en lugar de tener recuerdos de varios marinos importantes, de varias nacionalidades y de distintas épocas? ¿No sería así mucho más constructivo? Sin embargo, eso no ocurre. Recordar una vida pasada va mucho más allá de una identificación arquetípica, como muchos quieren ver: “Todos recordamos haber sido guerreros, sacerdotes, esclavos, reyes, princesas, faraones egipcios...” No. Por desgracia esto no es ningún juego de rol.

3. Todos los que dicen recordar vidas pasadas recuerdan haber sido alguien famoso, como Cleopatra o Napoleón.

Respuesta: eso es totalmente falso. La mayoría de la gente recuerda vidas anónimas, vidas normales y corrientes, con frecuencia totalmente aburridas y sin muchos hechos que destacar. Vidas con trabajos tan apasionantes como pescadores, zapateros, comerciantes, monjes, prostitutas, soldados, herreros, campesinos, amas de casa con una decena de niños que cuidar... Y aquel que tiene una vida pasada famosa, no lo tiene nada fácil. Ya es difícil recordar vidas pasadas. Pues el que tiene una vida pasada famosa lo tiene aún más complicado, por razones que no me voy a detener a enumerar ahora. Pero desde luego no es nada divertido, especialmente cuando en lugar de ser personajes famosos admirados, son personajes famosos detestados por la historia, y frecuentemente rodeados de una tergiversación que debería avergonzar a los que hacen esa historia. Y estas personas se ven obligadas también a guardar silencio, porque a lo mejor que se exponen es a ser ridiculizadas.

4. Si la reencarnación fuera verdad, habría más personas que recuerdan haber hecho cosas malas. Sin embargo, nunca oigo a nadie decir que ha sido alguien malvado.    

Respuesta: similar a la anterior. Esto es totalmente falso, y solo demuestra la falta de información de la persona que habla así. Los foros de reencarnación están llenos de gente que pasa por largos periodos de culpa por haber hecho “cosas malas” en sus vidas pasadas, y que día tras día lucha contra esos recuerdos para aceptarse a sí mismo y llegar a estar en paz con lo que pasó. Y esto no es cuestión de un día o dos. Es cuestión de meses y un trabajo espiritual constante del que muy pocos fuera del mundo de la reencarnación son conscientes. Y recordar este tipo de hechos es lo que nos lleva a muchos reencarnacionistas a cambiar nuestras ideas preconcebidas sobre el karma, y a comprender cuánta confusión hay aún ahí fuera, entre los que solo se aproximan de manera superficial a la reencarnación, en lugar de recordar por sí mismos.

5. ¿De verdad crees en todo ese rollo espiritual/esotérico/pseudocientífico?

Respuesta: como dije más arriba, no se trata de una cuestión de creencia, sino de información. Hay MUCHÍSIMAS investigaciones realizadas en torno a la reencarnación, no solo por especialistas en terapia regresiva que describen las experiencias de sus pacientes, sino también por psiquiatras de prestigio reconocido como Ian Stevenson o su sucesor Jim B. Tucker que hoy en día sigue recibiendo numerosos casos de niños que recuerdan vidas pasadas en todo el mundo, incluidos Estados Unidos y Europa. Ian Stevenson tiene varios trabajos en los que también estudió la correlación de marcas y defectos de nacimientos de personas adultas con sus supuestos recuerdos de muertes traumáticas que estas personas tuvieron en sus vidas pasadas, llegando a localizar incluso los informes de autopsia de esas personas. Pero Ian Stevenson no es el único investigador serio. También tenemos a la Dra. Helen Wambach, que ya estudió científicamente lo que los pacientes bajo hipnosis relataban. Su objetivo estaba muy lejos de querer demostrar la reencarnación. Sin embargo, su conclusión fue: “Yo no creo en la reencarnación. Sé que existe”.

Es curioso que para muchas personas es más fácil creer en Dios o en los Ángeles o incluso en fantasmas, que creer en la reencarnación, cuando existen muchas más evidencias científicas a favor de la reencarnación. Eso para mí tiene un nombre: ceguera mental.

6. No creo en la reencarnación porque en la Biblia pone claramente que los seres humanos, después de muertos, vamos al cielo (o al infierno si has sido malo, por supuesto) y allí permanecemos, con suerte junto a nuestros seres queridos, hasta que llega el Apocalipsis y entonces todos resucitaremos.

Si tu problema es que crees en todos los dogmas religiosos que te han contado en lugar de pensar por ti mismo, entonces posiblemente no tienes arreglo. Pero si de verdad es la religión tan importante para ti, deberías empezar por saber que los primeros cristianos sí creían en la reencarnación. Fue en el Concilio de Nicea, en el 536 d.C., cuando los dirigentes de la Iglesia decidieron que esa creencia no les convenía y fue declarada una herejía. La creencia en la reencarnación forma parte de muchas otras religiones, no solo la budista o la hinduista, también se encuentra presente en el judaísmo aunque no sea comúnmente aceptada. Aquí tenéis un breve ejemplo, sacado de uno de sus libros sagrados:
Siempre que una persona fracasa en su propósito en este mundo, Dios, Bendito Sea, la arranca de raíz y la vuelve a plantar una y otra vez, repetidamente (Zohar 186b).

Todas las almas están sujetas a la reencarnación; ¡y la gente no conoce los caminos de Dios, Bendito Sea! No saben que son traídos frente al tribunal tanto antes de entrar a este mundo como después de dejarlo, son ignorantes de las muchas reencarnaciones, y de los trabajos secretos que tienen que realizar, y de la cantidad de almas desnudas, y cuántos espíritus desnudos deambulan en el otro mundo sin poder ingresar detrás del velo del Palacio del Rey. Los hombres no saben cómo las almas vuelan de un lado a otro como una piedra que es arrojada con una honda. Pero ya se acerca el tiempo cuando estos misterios serán revelados (Zohar, II 99b).
Y muchos filósofos griegos, como Platón o Pitágoras, la tuvieron presente en sus pensamientos.

Pero entiendo que creer en algo que supone la igualdad de todos los seres humanos y la aceptación de que todos somos responsables del sufrimiento en el mundo, de modo que ya no podemos culpabilizar a nadie más (sea Dios, el Diablo, el karma, o el “malvado” enemigo), es un paso que cuesta mucho dar a determinadas personas.

Más información:

La Doctora Helen Wambach.
El Concilio de Nicea.

Si sois escépticos y tenéis algún buen argumento en contra de la reencarnación, escribidlo en los comentarios y veré qué puedo hacer para refutarlo. Aunque siempre recordad:

No soy yo la que os va a convencer de nada, sino vuestras propias experiencias.

La soledad de recordar.

Nadie dijo que fuera fácil. Lo hayamos elegido o no (si es que lo hemos elegido, siempre ha sido “a medias”), recordar vidas pasadas no es solo un camino lleno de obstáculos, es también un camino tremendamente solitario. Aun cuando sé que no estoy sola (por fortuna), hay veces que no importa a quiénes tienes cerca, sientes que nadie puede entenderte, que nadie va a tener las palabras adecuadas, que por mucho que te quieran ayudar, eres tú el que tiene que resolver lo que sea eso que te está carcomiendo por dentro.

Una de las principales razones es que todas nuestras vidas y todas nuestras experiencias son distintas. Aun cuando compartamos con alguien una vida de soldado en el mismo bando, o hayamos ejercido la misma profesión en la misma época, o hayamos estado en prisión, o hayamos cometido los mismos errores... ninguna persona es igual a otra, nuestras necesidades son distintas, nuestras formas de ver las cosas también. Aún así, el apoyo que puedes encontrar en otras personas es de valor incalculable. Aun cuando sus experiencias sean distintas, solo los que recuerdan vidas pasadas y llevan una vida haciendo frente a todo tipo de recuerdos y sentimientos, pueden empezar a comprenderte.

Por desgracia estas personas se cuentan con los dedos de una mano, especialmente en el mundo hispanohablante. Estoy segura de que hay muchas más personas que recuerdan vidas pasadas de lo que parece, pero muy pocas se atreven a hablar, y las que lo hacen son ampliamente ignoradas o no son tomadas en serio porque creer en la reencarnación es aún cosa de locos... Total, ¿qué le iban a decir a alguien que decide contar que recuerda haber muerto en un campo de concentración? ¿O a alguien que aún tiembla de puro miedo si oye algo que se parezca mínimamente a las sirenas antiaéreas de la Segunda Guerra Mundial... porque estuvo allí? ¿Cómo le puedes explicar a alguien que no es cuestión de aceptar lo que pasó y olvidar porque todo ello pertenece al pasado? Solo los que recuerdan vidas pasadas pueden entender a lo que nos referimos los reencarnacionistas cuando hablamos de “past life mood” o tenemos reacciones emocionales imprevisibles ante ciertas escenas que vemos en una película o cuando visitamos lugares en los que estuvimos hace cien o doscientos años.


Y mientras el mundo ignora la realidad de la reencarnación, hay personas como yo que luchamos cada día con integrar ciertos recuerdos y emociones que se mezclan inevitablemente con tus circunstancias actuales, porque una de las características de esos recuerdos, según muchos de nosotros hemos observado, es que se desencadenan o se reactivan cuando esas circunstancias son parecidas a lo que vivimos con anterioridad. No se trata de situaciones repetitivas o de simples “lecciones a aprender”. Se trata de enfrentarte a las mismas emociones y hacer lo que creemos más conveniente en función de esas otras experiencias que vivimos en el pasado. Una tarea nada fácil, por cierto.

Recordar vidas pasadas es como una montaña rusa. Unos días estás abajo y otros días estás arriba. Un día pareces comprenderlo y tenerlo bajo control, al día siguiente todo se desborda y aparecen nuevos matices que no estaban antes, o empiezas a sentir algo que no sentías antes. Todo ello mientras tratas de llevar una vida “normal” y te inventas excusas para que tu compañera de trabajo no piense que se te ha ido la cabeza. En muchos casos, ni siquiera tu pareja te entiende, y aunque sientas la suficiente confianza como para contarle algunos de esos recuerdos, sabes que no lo va a comprender como un verdadero reencarnacionista.

Recordar vidas pasadas es como vivir varias vidas a la vez. A veces se entremezclan unas con otras, puedes cerrar los ojos y estar allí de nuevo, en un mundo que ya no existe, con personas que querías o que odiabas... en realidad no importa si las querías o no, porque están todas muertas. Y los que han vuelto, en muchos casos no parecen los mismos. El tiempo, por mucho que sea una ilusión, lo cambia todo, empezando por tu antiguo hogar, aquella humilde casa en la que tenías mucho menos que ahora pero en la que eras feliz. O al menos lo fuiste por un tiempo. Te sientes fuera de lugar, te sientes solo, incomprendido, te dicen que vives en el pasado, como si eso importara... porque vivir en el presente no es mucho mejor, cuando no tienes nada por lo que luchar, nada por lo que morirías, nada que hacer porque las puertas parecen cerrarse incluso para los que más han luchado en sus vidas actuales. Pero esto tampoco importa, porque los reencarnacionistas sabemos que la vida no es justa, la vida simplemente es, y como tal hay que vivirla, aunque deseemos estar en otro lugar y en otro tiempo...


En realidad todo se reduce a sentimientos. Sentimientos que van con nosotros a todas partes y que no te puedes quitar de encima, y de los que no puedes hablar a nadie o solo a personas muy determinadas... y aún así, como decía al principio, nunca te van a comprender del todo. Porque, en el fondo, estamos solos, igual que en la muerte. Porque nuestro es el camino, y es un camino que solo podemos recorrer nosotros. Solo nosotros podemos entender lo que ciertas heridas suponen en nuestra alma, lo que significa estar encerrado en una prisión y saber que poco a poco se acerca el final, o qué se siente cuando has visto a tus compañeros caer en una batalla sangrienta... Solo si lo vives sabes qué ocurre cuando tu propio padre te traiciona y abusa de ti. Una condena a muerte (justa o injusta); morir quemado en una hoguera por tus creencias; ser esclavizado y sentirte como un objeto; liderar un ejército de diez mil hombres y ser conocido por tus proezas... y ser recordado aún hoy por lo que hiciste (irónicamente, porque tú sabes quién fuiste pero eso tampoco lo puedes decir), cuando ahora eres un Don Nadie y solo provocarás risas si lo mencionas, incluyendo por supuesto importantes pruebas que así lo demuestran (para ti al menos)...

Sea como sea no puedes escapar a las sombras y a las angustiosas noches en las que el peso de tus recuerdos parecen hundirte en el colchón, apretando sus dedos alrededor de tu garganta, impidiéndote gritar, impidiéndote contar al mundo el porqué de esos sentimientos, el origen de lo que para ti es igual de real que la vida misma, pero que para los demás son, como mucho, simples fantasías que juguetean en tu cabeza. Si solo ellos supieran... Si solo se atrevieran a abrir un poco la puerta y echaran un rápido vistazo a lo que sus propios corazones encierran...

Acabas creyendo que a nadie le importa. Y probablemente es así, porque de momento los que creemos en la reencarnación y recordamos vidas pasadas (las dos cosas a la vez) somos pocos y parece que vivimos en una realidad paralela, como ya he mencionado en otras ocasiones. Y lo más triste es que no podemos hacer mucho por cambiarlo, excepto no estar callados, con la esperanza de que aquellos que lo necesiten encuentren un buen guía en el que encontrar apoyo, tal y como me sucedió a mí hace ya más de dos años.

Temo que una gran mayoría se esté perdiendo en el Océano de la Ignorancia. O que hayan encallado en la Isla de los Piratas de la Nueva Era, que es aún peor... Es fácil perderse, o ir a la deriva, sin pisar nunca tierra firme, en este mundillo de la reencarnación... o incluso naufragar. Muy pocos están preparados para coger el timón y hacer frente a la tormenta. 

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La autora de este blog no pertenece a ninguna religión ni a ninguna secta, ni tampoco es ferviente seguidora de ninguna doctrina espiritual, espírita o new age. Tampoco es una fanática lectora de ningún escritor más o menos popular que hable en sus libros sobre terapia o hipnosis regresiva.

La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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