lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Echas de menos a alguien?

Así es como empezó todo para mí. Y cuando digo todo es TODO.

No fue hasta bien entrada la treintena cuando descubrí que lo que a mí me pasaba no era ninguna enfermedad mental, ni tampoco una fantasía. Era solo un sentimiento con un origen real y que es mucho más común de lo que pensaba entonces. Un origen tan real que llega a estremecer…

Recordar vidas pasadas va íntimamente ligado a las emociones, a todo tipo de emociones, desde las que identificamos como características normales de nuestra personalidad, hasta las que pasan más desapercibidas y surgen solo en determinadas circunstancias, o las que mantenemos enterradas en nuestro subconsciente, por simple dejadez o porque intuitivamente sabemos que no debemos removerlas. Recordar vidas pasadas tiene que ver mucho con nuestra psicología, con conocernos a nosotros mismos, con saber de dónde venimos, quiénes somos, qué es lo que estamos haciendo aquí y qué necesitamos experimentar para seguir creciendo. Tiene que ver con mirarte a un espejo y reconocer tus cualidades pero también todo aquello que te empeñas en ocultar y que también forma parte de ti. Es por ello que muchos de los que intentan recordar sus vidas pasadas huyen después del primer intento… porque se dan cuenta de que la reencarnación es algo realmente serio y que se van a tener que enfrentar a muchos miedos y a muchos retos. Uno de los retos más importantes es ser lo suficiente humilde como para reconocer tus propios errores y darte cuenta de que aún te queda mucho camino por recorrer, por mucho que desees no volver nunca más a este planeta Tierra.

Un día hablaré en profundidad sobre esa sombra a la que todos los que recordamos vidas pasadas nos enfrentamos tarde o temprano. Pero hoy quería detenerme en ese sentimiento que es el culpable de que yo estoy hoy aquí compartiendo esto. El primer mensaje que escribí para un foro público en internet, el primer foro en el que me registré, cuando apenas sabía manejarme en la red, fue a causa de ese sentimiento. Y fue porque alguien más había mencionado (también en una de sus primeras aportaciones a dicho foro) que toda su vida había echado de menos a alguien que supuestamente no había conocido nunca. Esta persona luego se arrepintió y borró su mensaje, sin embargo me escribió en privado para agradecerme que hubiese respondido, porque para las dos fue un tremendo alivio descubrir que no estábamos solas en el mundo. A mí personalmente ese sentimiento me acompañó desde muy niña, luego en mi cabeza construí un “personaje” ficticio para mis historias literarias que ahora sé era mezcla de mis recuerdos y de mis propios deseos de volver a encontrar a esa persona ideal con la que había sido feliz en el pasado… en un pasado muy remoto. Hubo épocas en mi vida en las que esa imagen borrosa que tenía en la cabeza casi llegó a desaparecer, preocupada por los acontecimientos en mi vida presente. Sin embargo nunca lo hizo… y periódicamente el mismo sentimiento de echar de menos a alguien volvía con fuerza inusitada, contribuyendo incluso a la depresión que ya sentía por otras causas (algunas también relacionadas con vidas pasadas).

Las respuestas llegaron solas con un mínimo esfuerzo por mi parte… solo con saber dónde buscar todo se volvió claro como el agua. Y a lo largo de unos meses pude descubrir quién era esta persona tan importante para mí, por qué la echaba tanto de menos y por qué parecía no poder pasar página. Descubrí que no solo habíamos estado juntos en una vida, sino en varias, intercambiando papeles como parece ser que es lo normal en los grupos de almas, si es que existen los grupos de almas… Y solo después de dos años trabajando sobre ello (que no es mucho) me estoy empezando a dar cuenta de que aprender a estar sin él debe formar parte del “plan”… si es que existen los planes y las lecciones a aprender.

Mucha gente teme perder a sus seres queridos. El apego es uno de los sentimientos más fuertes en los seres humanos y posiblemente uno de los que más nos cuesta superar. Sin embargo, toda la vida hubo algo que jamás entendí: el amor no debería reducirse a los miembros de nuestra familia, a los de nuestra propia sangre, a los de nuestra raza… el amor debe ser universal, ¿no es eso lo que predican todas las religiones? Siempre me ha parecido extraño que alguien considere especial el amor que hay entre una madre y un hijo, por ejemplo… cuando eso no es nada especial, es lo natural, lo realmente especial es que alguien sea capaz de amar a todos sus semejantes, incluidos los enemigos… Y ahora que soy adulta (y seguramente menos sabia) aún me cuesta comprender que alguien tema no volver a ver a sus familiares después de su muerte, tal y como los conoció en vida… me cuesta comprender que alguien espere volver a encontrárselos tal cual, allí esperándole, pero no para recibirle en el más allá y ya está, sino para estar juntos toda la eternidad. ¿No suena egoísta? El amor no debería ser egoísta… pero lo es. Al menos el humano.

Leyendo 2150 AD de Thea Alexander he reflexionado un poco sobre esto, y también sobre otros aspectos relacionados con el amor que habían surgido en Foro Reencarnación días atrás. Aún nos queda mucho para llegar a ese amor universal, así que sospecho que vamos a seguir reencarnando durante al menos unos cuantos cientos de años aún. No somos aún conscientes del Amor que a todos nos espera en el mundo espiritual. Muy pocos nos hemos dado cuenta de lo poco que significan los lazos de sangre en el más allá. No nos damos cuenta de que las almas no tienen edad, ni sexo, ni raza, ni son buenas o malas. Y aunque algunos se consideren cristianos, ni siquiera han integrado una de sus más importantes enseñanzas, “todos somos hermanos”. Nos empeñamos en otorgar características humanas al mundo del espíritu, y seguimos pensando que allí seremos juzgados o perdonados cuando nunca habrá nada que hayamos hecho que necesite de un perdón. Pero eso nos pasa porque, entre otras cosas, aún creemos que amar a alguien es querer a tu hijo o a tu madre, al tiempo que despreciamos a nuestro vecino, al emigrante, a los seres vivos que matamos para comer, o a los bosques que mantienen fresco el aire que respiramos.


Si solo fuéramos un poco más conscientes de lo que somos en realidad, de todas las vidas que hemos vivido con las personas que queremos (y con los que creemos que son nuestros enemigos), si supiéramos que nuestra vida en la Tierra es solo un mal sueño y que es imposible perder a nadie porque nadie muere y todos nos volvemos a ver en el otro lado… entonces ya no tendríamos por qué echar de menos a nadie, ni nos sentiríamos tristes con la partida de un ser querido, ni tendríamos miedo a perder a alguien en una relación amorosa, ni sentiríamos celos, ni tendríamos miedo de amar a alguien de nuestro mismo sexo, o a varias personas a la vez, ni tampoco tendríamos miedo de ser rechazados.

No es fácil, por supuesto. Recordar tus vidas pasadas y tener todo esto superado no es algo inmediato. Hay lecciones que deben ser aprendidas en varias vidas, y sospecho que para mí esta es una de esas lecciones. Sigo echando de menos a esa persona que mencionaba al principio, a pesar de que siento que está siempre cerca. Durante mi juventud siempre tuve miedo de dar demasiado por si la otra persona se iba, por miedo a perder ese amor que siempre deseamos poseer, a pesar de que ya lo tenemos. Sigo echando de menos a gente que está lejos y a veces no me doy cuenta de que para amar a alguien hay que saber dejarle marchar. Y que poco importan mis deseos cuando sé que no hay nada que desear, puesto que ya todo nos ha sido dado, aunque lo hayamos olvidado momentáneamente. Cuesta superar toda esa programación mental humana y recordar que nunca estamos solos. Pero no es imposible. Nada es imposible.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mundos paralelos.

Hace unos días me encontraba vagando por el submundo de internet, es decir, en una conocida red social en la que mi presencia va a ser cada vez menor, cuando en mi mente nació esta idea de los “mundos paralelos”, usada en sentido figurado. Malinterpretada, vilipendiada, vapuleada, siendo objeto de burla e incluso siendo tachada de “erudita” (debe ser que pensaron que ser erudito es malo), me di cuenta de pronto que la Tierra no es en realidad un único planeta. O tal vez, como dice Dolores Cannon, la Tierra se está dividiendo en dos: en una están los ignorantes, y en otra están los que nunca se cansan de saber más. En una están los que disfrutan discutiendo, creando confusión y luego desapareciendo como cobardes que son; y en otra están los que nunca se cansan de investigar y luego con buenas intenciones desean compartir sus conocimientos con todo aquel que desee escuchar, pensando que es lo que deben hacer para que esa otra Tierra deje de ser tan ignorante y juntos hagamos un mundo (completo) mejor.

Pues bien, para aquellos que están en la segunda Tierra, los que no se cansan de aprender y siempre andan haciéndose preguntas y buscando respuestas, leyendo y compartiendo sus experiencias con otras personas… para algún reencarnacionista inocente que por casualidad haya llegado al blog, os voy a dar un consejo: no perdáis el tiempo en gilipolleces. No merece la pena. No contéis a nadie vuestros descubrimientos. No digáis a nadie quiénes fuisteis en vidas pasadas (mucho menos si es una vida pasada famosa). No compartáis con nadie vuestras ideas sobre la reencarnación, construidas en base a vuestros recuerdos y vuestras percepciones cuando estabais en estados alterados de consciencia. Solo conseguiréis que se rían de vosotros. Porque por desgracia, los que habitan en esa primera Tierra son aún mayoría… una aplastante mayoría.  

Será una sincronicidad o no, pero según mis actividades normales decaían gracias a estos individuos que abundan en esa red social, sentí el impulso de leerme un libro que tenía en mi biblioteca virtual desde hace un tiempo pero que no me había leído aún. Su nombre es No hay tiempo para el karma, escrito en la década de los 90. Pensé que iba a ser demasiado “espiritual” para mí, y hay algunos términos o ideas generales que aún me cuesta digerir, pero además de ayudarme a comprender el concepto de tiempo simultáneo y las posibles vidas paralelas (que aún se me atraganta un poco), me sorprendió que algunas de las reflexiones que aparecen en ese libro fueran una fiel imagen de la concepción del mundo y la vida que, poco a poco, a raíz de recordar mis vidas pasadas, se me ha ido formando en mi mente. Y resulta que los hechos acaecidos en esa red social eran el mejor ejemplo práctico que complementaba las enseñanzas del libro. Después pasé a una novela llamada 2150 AD de Thea Alexander, que básicamente viene a decir lo mismo pero con términos menos espirituales. Y lo que más me llama la atención es que esta novela fue publicada en 1976. Por último, esta misma mañana, me llega un artículo en el que se dice que el caso de reencarnación de un niño llamado Sam, investigado recientemente por Jim B. Tucker, es algo “nuevo”. ¿Nuevo? ¿Nuevo, dónde? ¿En qué mundo? ¿En el anglohablante o en el hispanohablante? ¿En la primera Tierra o en la segunda Tierra? ¿Es que en el mundo hispanohablante tenemos que considerar algo “nuevo” solo a causa de nuestra propia ignorancia y por no haber aprendido a hablar inglés en la escuela? Resulta que la gran mayoría de los conceptos new age que inundan el mundo esotérico y por extensión la reencarnación son ya más viejos que Matusalén. El otro día, sin ir más lejos, tuve que oír en esa misma red social que el concepto de reencarnación era “nuevo” en Occidente, porque por lo visto era una creencia común entre hinduistas y budistas, pero claro, esto de las marcas de nacimiento en niños es algo… “nuevo”. (Si el pobre Ian Stevenson levantara la cabeza…). Y lo peor es que no hay término medio. Tienes este nivel de conocimiento… o tienes los lugares pseudoespirituales donde abunda la fantasía y la poca credibilidad. No quiero generalizar… pero es lo único que he encontrado en dos años de búsqueda en internet.

Comento todo esto porque es una prueba más que apoya lo que decía en mi anterior entrada sobre la ventaja que nos llevan en el mundo anglohablante en cuanto a la reencarnación. La reencarnación es lo que más me afecta a mí, pero por supuesto es solo un ejemplo más. Un ejemplo de la ignorancia en la que debo vivir día a día y en la que dudo que pueda escapar en los próximos años. Sin embargo, yo nací aquí y encontré mi propio camino, ¿por qué no lo hacen también todas estas personas que dicen estar buscando también la verdad? Pues quién puede saberlo, pero desde luego no seré yo la que les dé la luz en su mundo de oscuridad. Las respuestas están ahí para todo el que quiera. Las técnicas también. Si alguien me pide consejo con educación y buenas maneras, se lo voy a dar, aunque no tenga por qué hacerlo. Por fortuna la calidad de los miembros de Foro Reencarnación no tiene nada que ver con los de la primera Tierra, y allí se está la mar de tranquilo. Lo que no voy a hacer es prestarme más a un jueguecito del que siempre salgo mal parada. No voy a compartir mis conocimientos y experiencia con personas que prefieren escuchar a charlatanes y colgar frases vacías en sus muros antes que creer a alguien que les habla con un mínimo de racionalidad y seriedad. No soy la maestra de nadie. No me gustan los niños. Y no voy a seguir perdiendo mi precioso tiempo…  


Ver la reflexión de la semana de Íker Jiménez en su programa Cuarto Milenio ha sido la guinda en mi pastel. No hacía referencia a mundos paralelos, pero sí a dos tipos de humanidades: una que siempre quiere aprender, y otra que disfruta desalentando y quitando la energía a los que sí queremos avanzar en la vida y encontrar respuestas. A los que nos esforzamos por investigar y crear blogs y foros para ayudar a otros que estén en la misma aventura. Íker Jiménez es una de las cuatro personas en el mundo que me hacen pensar y que hacen sentirme menos rara... y menos sola. No creo que esto sea algo para celebrar, porque el número de personas que me hacen pensar y con las que puedo mantener una conversación medianamente interesante debería ser mucho mayor, pero los hechos son los hechos. Ha sido un alivio descubrir que no soy la única que se da cuenta de que los mundos paralelos existen, cada uno con su propia realidad. De hecho, estoy empezando a pensar que es cierto esto de que cada uno crea su propia realidad, y cada uno es feliz dentro de ella. Tal vez yo misma me haya creado mi propia realidad… a pesar de que tengo fuertes indicios que la apoyan, mientras que otros solo tienen… creencias.

En cualquier caso ya he perdido demasiado tiempo escribiendo estas palabras. Puede que no gusten a todos los lectores del blog. Puede que piensen que soy demasiado radical o demasiado intolerante. O quizá demasiado sincera. Pero no me importa. Es mi estilo. Como diría Íker, soy políticamente incorrecta. Y como dije yo misma, este no es un blog espiritual. Es un blog para aprender a recordar vidas pasadas. Recordar vidas pasadas no significa ser más o menos espiritual ni tener poderes especiales. Solo significa hacerse más consciente de quiénes somos y de por qué estamos aquí. Todos somos humanos y todos tenemos nuestros defectos. Y el que piense que yo soy distinta porque he sido capaz de recordar mis vidas pasadas, se equivoca.

martes, 19 de noviembre de 2013

La muerte y los reencarnacionistas.

Me resulta muy curioso ver cómo la mayoría de la gente se empeña en buscar respuestas fuera de sí mismos, en arrimarse a la ciencia creyendo que solo las conclusiones que ella provee son válidas, o implantándose en la cabeza el chip que dice “La muerte no existe”, mientras que siguen viviendo eternamente con la duda y posiblemente recuperando el miedo a morir en cuanto el momento se acerca. No puedo culparlos. En esta sociedad occidental hablar de la muerte es tabú, para un médico la muerte es una derrota y muy pocos se van a atrever a hablarte claramente y mucho menos te van a aconsejar sobre cómo hacer el tránsito. Nadie en su sano juicio cree que la vida continúa después de la muerte, creer esta patraña es solo un consuelo momentáneo que brindan todas las religiones, como mucho tocaremos el arpa con los angelitos en el cielo hasta que Dios decida que es momento de resucitar, momento en el que por arte de magia recuperaremos nuestro bonito cuerpo putrefacto o ya convertido en polvo (por supuesto el único que hemos tenido), y despertaremos a no sé qué clase de vida nueva. O aún peor, tal vez nos saltaremos esta magnífica oportunidad porque para entonces llevaremos milenios ardiendo en el infierno.

Otros creen que la respuesta está en las experiencias cercanas a la muerte, eso sí, con salvedades. Si alguien en su ECM menciona que un ser de luz le habló de la reencarnación, seguro que ha habido alguna confusión. Si menciona que ese ser de luz es Jesucristo o que estuvo sentado en su regazo, o que pudo hablar con Juan el Bautista, entonces todo es verdad. A pesar de que por lo general en una ECM te ves súbitamente fuera del cuerpo, con un miedo terrible porque estás en una situación que puede ser mortal, no entiendes nada de lo que pasa, y además estás hasta arriba de medicamentos, parece ser que lo que dice uno de estos pacientes tiene mucha más credibilidad que lo que dice un paciente totalmente sano en una regresión. Y por supuesto, si eres un médico o un científico escéptico vas a hacer lo que sea, literalmente, para demostrar que todo fue producto del cerebro, aunque eso implique ignorar los otros miles de casos de ECM’s que existen o buscar soluciones parciales a un fenómeno que, hoy por hoy, no tiene ninguna explicación. Bueno, sí, tiene una: la consciencia está fuera del cerebro.

Después de años y años estudiando las ECM’s he llegado a la conclusión de que ni siquiera los propios científicos son objetivos. Les cuesta demasiado romper sus ideas preconcebidas (es decir, lo que ellos creen que está demostrado y por tanto es verdad absoluta e intocable), y quieren que un pobre órgano como el cerebro asuma toda la responsabilidad de lo que una persona ve en su ECM. Y los pacientes que sufren ECM’s no entienden lo que les ha pasado, y según su propio criterio, es decir, dependiendo de sus propias creencias y su educación, deciden qué es lo que vieron. O quizá su mente decide por ellos, y ellos ni siquiera dudan de nada. ¿Por qué iban a hacerlo? Nadie les ha explicado que cuando sales del cuerpo accedes a un plano comúnmente llamado astral donde lo que sientes y sobre todo lo que piensas tiene extrema importancia, donde tú mismo puedes crear tu propia realidad y donde puedes ser fácilmente engañado por tus propias percepciones. Nadie se lo explica porque nadie se ha preocupado todavía de estudiar las experiencias extracorpóreas de manera seria. Por eso, para muchas de estas personas, estar a punto de morir y haber hablado con Dios es lo más lógico del mundo. Y en el peor de los casos, incluso piensan que han sido unos elegidos.

A pesar de todo esto, hay gente que desea tener una ECM porque cree que así va a estar seguro de que la muerte no existe. Y no se dan cuenta de que hay métodos mucho más fáciles para llegar a saberlo. No hace falta esperar a estar en una situación de muerte. Es suficiente con meditar y recordar vidas pasadas (o, en su defecto, acudir a un profesional de confianza para hacer una regresión). Los que lo hacemos sabemos “un poco” sobre la muerte. Para los que no lo sepan, recordar tu propia muerte es algo más que ver una escena delante de tus ojos como si fuera una película. Se acompaña de numerosas emociones, a veces muy difíciles de controlar. Al principio enfrentarte a una de estas escenas da miedo, mucho miedo, y es posible que necesites varios intentos para darte permiso a ti mismo y atreverte a verlo. No tienes ni idea de lo que vas a encontrar, no tienes ni idea si vas a sentir el  mismo dolor que sentiste cuando moriste de verdad. No sabes si vas a poder controlar las emociones. Con el tiempo va siendo algo más fácil. Por supuesto, cuando se trata de una muerte traumática se hace un poco más complicado… y por lo general recuerdas antes las muertes traumáticas porque recordamos antes lo que nos afecta. En estos casos, cuando la muerte es súbita e inesperada, es mucho más frecuente que vaya acompañada de fuertes emociones, bien porque te dio mucha rabia acabar así, o porque no te pudiste despedir de tus familiares y amigos, o porque a tu lado viste caer también a muchos de tus compañeros, o porque fue un accidente sin sentido, o porque no pudiste ver crecer a tus hijos, o porque dejaste cuestiones sin resolver.

Lo importante de todo esto es que al final todo acaba. Todo dolor y sufrimiento son solo temporales, pertenecen a la dimensión humana, no a la espiritual. A veces te ves ya fuera de tu cuerpo e incluso sabes que te quedaste un tiempo en el plano astral para asegurarte de que todo estaba bien. Y muchos pacientes sometidos a hipnosis (no es mi caso) relatan incluso cómo vieron el mismo túnel de luz que describen las personas que han sufrido ECM’s, y cómo se reencontraron con sus guías o con familiares ya fallecidos. Si es una regresión a la vida entre vidas, incluso puedes describir el mundo espiritual y todo lo que ocurre después de muerto, algo que ocurre para todos, independientemente de la religión, raza, sexo, lugar de nacimiento, o el nivel de maldad con el que te hayas conducido por la vida… aunque a algunos les cueste aún comprender y aceptar esto, presos de sus propios prejuicios y sus ideas preconcebidas.
Muchos reencarnacionistas llegamos a visitar nuestras propias tumbas.
Pero cuando has recordado varias muertes y comprendes que hagas lo que hagas siempre vuelves a nacer, todas las dudas desaparecen. Y francamente, ya te da igual lo que digan los científicos, los escépticos, y los que hablan de reencarnación sin saber lo que es recordar vidas pasadas. Esos que piensan que creer en la reencarnación es solo un deseo de que la muerte no sea el final. Cuando has verificado tus recuerdos e incluso has localizado tu tumba, ya nada pueden decirte que te convenza de lo contrario. Es algo que sabes y que vas a llevar dentro ya para siempre, solo tú sabes que no es imaginación, que no es obsesión, que no es creencia, que no es un simple deseo. Solo tú sabes por todo lo que has pasado hasta llegar a ese punto. Visitar tu propia tumba es algo que muchos reencarnacionistas llegan a hacer o que deseamos hacer, un momento en tu viaje personal que es todo un hito, acompañado de fuertes emociones y en muchos casos una fuerte necesidad de aceptar el pasado, aceptarte a ti mismo, con lo bueno y lo malo que hiciste en esa vida, y pasar página.   

¿Perdemos el miedo a la muerte? Eso es ya otra historia. No puedo hablar por todos los reencarnacionistas, pero en general se puede decir que no tememos a la muerte en sí, tememos al dolor que acompaña a la muerte. También depende de cada uno y del grado de apego que tengamos a la vida terrenal. Pero lo bueno es que sabemos que nada se acaba con la muerte. Que tarde o temprano nos vamos a reencontrar con las personas que queremos. Sabemos que en cada vida hay personas con las que ya hemos vivido en el pasado, y por alguna razón van y vienen, aportándonos aquello que necesitamos justo en el momento que lo necesitamos. Personalmente, pienso que en la Tierra andamos ciegos y sordos y solo en determinadas ocasiones reconocemos a aquellos que fueron importantes en otras vidas. Pero al traspasar el umbral esa venda desaparece y de pronto nos damos cuenta de cuán inútiles fueron ciertas discusiones, o ciertos miedos. Es imposible perder a nadie, porque al otro lado somos como una gran familia en la que los lazos de sangre no tienen la más mínima importancia. No comprendo a las personas que solo piensan en reencontrarse con sus familiares al otro lado, tal y como los conocieron en esta vida. Somos mucho más que un hijo, un padre o un amigo. Somos almas eternas en un camino eterno en el que compartimos buenos y malos momentos. ¿Quién no crea vínculos con alguien con el que has reído y llorado a lo largo de tantas vidas? Esos vínculos jamás desaparecen. Si de algo estoy segura, es de que la muerte no los destruye.


domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Quiénes son los locos aquí?

No tengo ni idea de cuántos reencarnacionistas existirán en el mundo ahora mismo. Me refiero a reencarnacionistas “de verdad”, que recuerden sus vidas pasadas y que tengan buenas razones para pensar que la reencarnación es un hecho, no que crean en la reencarnación solo porque su religión se lo ha dicho así. Probablemente eso dejaría fuera a la mayor parte del mundo oriental, así que nos quedaríamos solo con el mundo occidental. Dentro del mundo occidental, hay una clara distinción entre el mundo hispanohablante (aquí opino sobre todo por lo que veo en España, que es el país donde vivo) y el mundo anglohablante. Calculo que hay una diferencia de unos 40 años en cuanto al tiempo en que se lleva investigando. Y este tiempo es directamente proporcional a la seriedad con la que se habla de la reencarnación (si bien la seriedad no es tanta como la que sería de esperar, para nuestra desgracia). Mi visión del “mundo” es bastante reducida, a pesar de que internet me la ha ampliado en cierta medida. Por ello creo que podría asegurar que en el mundo anglohablante el sector de la población que se toma en serio la reencarnación puede que sea de un 5%. En el mundo hispanohablante este porcentaje se reduciría a un 0.0001%. Básicamente se reduce a mi casa, unos pocos “vecinos” virtuales, y unos pocos al otro lado del charco. Los demás se lo toman a chirigota o se ahogan en un mar de dudas…

Sí. Son cálculos aproximados. Y bastante sesgados, seguramente. En realidad escribo esto porque necesito llorar un poco. Recordar vidas pasadas es un camino muy duro, y en ocasiones muy solitario. Todos los días me dan ganas de cerrar el blog, pero no sé por qué todos los días acabo encontrando otra razón para no cerrarlo. La más importante es que soy muy testaruda y no me rindo con facilidad. Y otra es que este blog no lo hago solo yo, aunque lo parezca. Hay muchas otras personas que aunque prefieren seguir en el anonimato (y muchas ni siquiera sabrán nunca lo que han significado para mí), están detrás de este trabajo. Almas invisibles (encarnadas, por supuesto) que con sus experiencias, sus ánimos, sus consejos, su compañía a lo largo de todo este tiempo, desde que me embarqué en esta aventura, están ahí siempre y me hacen sonreír cuando lo necesito, cuando las fuerzas flaquean y es necesario un respiro para poder continuar. Porque en este mundillo, o te tomas las cosas con humor, o mueres.


Recordar mis vidas pasadas supuso una profunda transformación para mí. Y llena de buenos deseos, infinita paciencia y dispuesta incluso a que desconocidos conozcan mis propias miserias, arriesgándome a ser juzgada y a que me llamen loca, intento compartir mis conocimientos con otras personas que también se hacen preguntas y están buscando su propia verdad. Pronto te das cuenta de que no merece la pena hacerlo. Son más los sinsabores y las inconveniencias que el beneficio que me pueda aportar… una pérdida de tiempo y energía que no lleva a ninguna parte, a no ser que encuentres a las personas adecuadas con quien compartir esas experiencias. La batalla está perdida desde el principio.

Sin embargo, aunque seas consciente de ello, duele de todas formas. El mundo está loco, lleva loco desde hace milenios, y nadie puede cambiar eso. Y por muy buenas intenciones que tengas, sabes que los locos serán siempre mayoría. Así que te resignas a hacer tú el papel de loco, a que te ataquen por decir lo que piensas, a aportar “pruebas” de que lo que dices es por algo, a que te expulsen de ciertos círculos o a cargar con una mala fama inmerecida por querer llevar un poco de sentido común a esos círculos, a tener que escuchar una serie de sandeces dirigidas con mala intención porque piensan que tienes cuatro años y pueden tomarte el pelo, a ponerte en el mismo saco de aquellos que hablan de reencarnación sin tener ni idea de lo que significa recordar vidas pasadas, o a ser tachada de intolerante cuando son “ellos” los que te rechazan porque tu planteamiento no entra dentro de sus esquemas mentales… Nadie lo dice abiertamente, pero en el fondo les importa un bledo lo que les digas. Su propia ceguera les impide ver más allá.

Y mientras, resulta que sales a la calle y hay gente que adora estatuas de madera porque representan a un señor cuya existencia histórica ni siquiera está demostrada. Y si esa estatua llora lágrimas de sangre no solo la adoran, acuden a ella esperando una curación milagrosa. También hay gente que estuvo a punto de morir y porque vieron una luz blanca ya piensan que estuvieron con Dios o que son unos elegidos. Hay gente que acude en masa a rezar junto a un señor vestido de blanco a quien demuestran admiración, da igual si el que hay ahora tiene un discurso totalmente distinto al que tenía el anterior señor vestido de blanco. Y los rumores de corrupción no importan, si va vestido de blanco es porque debe estar próximo a la santidad. Otros se preguntan si creer en la reencarnación significa que se estarían comiendo a su semejante si comen carne… es curioso que se preocupen por eso y no por el sufrimiento de ese animal en el matadero, reencarnado o no. En Australia hay un tipo que dice ser la reencarnación de Jesucristo e induce a sus seguidores a creer que ellos vivieron en la época de Jesús. Por alguna razón algunos necesitan vivir en una secta para sentirse seguros o quién sabe para qué. También hay personas que creen a pies juntillas lo que dicen los contactados, quienes hablan supuestamente con extraterrestres y otras entidades espirituales, y al cabo del tiempo además de los contactados hay un grupo de caraduras alrededor que no han perdido ni un segundo en crear otra religión y cobrar a la gente bajo cualquier excusa. Eso por no hablar de las supuestas apariciones de la Virgen en varios puntos de nuestra geografía y parte del extranjero. O los baños de sangre que ahora mismo están ocurriendo en varios puntos del globo por cuestiones puramente religiosas. O la cantidad de personas que viven bajo los efectos de la medicación psiquiátrica porque sin ella son incapaces de enfrentarse a un mundo que no pueden comprender, asfixiados por el materialismo y la falta de valores de la sociedad en la que vivimos, alejada de lo que realmente importa y que ya casi nadie es capaz de recordar.

Luego llego yo y digo que recuerdo haber estado aquí antes, que dejen de buscar fuera de sí mismos y miren en su interior, que cualquiera puede llegar adonde estoy yo, que no es un lugar nada especial, simplemente un pequeño paso más allá de la confusión absoluta… y me toman por loca. Y piensan que les quiero convencer de algo que a todas luces es imposible. Como no he dicho que soy doctora en un prestigioso hospital americano, mi testimonio tiene el mismo valor que el de un esquizofrénico. Como no me he hecho famosa escribiendo diez libros sobre regresiones hipnóticas que dicen todos lo mismo, ni tampoco cobro por leer mi blog, nadie me hace caso. Si estuviéramos en la Edad Media ya me habrían quemado por bruja, y si estuviéramos en el siglo XIX estaría encerrada en un manicomio. Sin embargo, vivimos en el mundo al revés. Ahora todos los locos están fuera, y yo me imagino que paso más bien desapercibida entre tanta locura. O quizá me intentan marginar por no estar algo más cuerda. Todo el mundo sabe que la nota discordante debe ser eliminada del grupo… y no es nada fácil ir contracorriente, tenemos numerosos ejemplos en nuestra querida ciencia, cuando alguien intenta proponer ideas revolucionarias como la posibilidad de que la vida continúe después de la muerte o que la consciencia pueda transferirse a un nuevo cuerpo. Dios mío, eso suena a sacrilegio… ¡crucifiquémosle!

No pasa nada. Seguiré adelante. El camino sigue siendo solitario, pero por fortuna lo es algo menos que antes. Los locos podrán seguir inmersos en su propia locura, es lo que hacen los locos, mientras que algunos de nosotros, aun con nuestras propias dudas y nuestras eternas preguntas, intentamos despegarnos de ellos. Aunque muchos se empeñen en lo contrario y quieran seguir engañando a las masas, la luz al final del túnel está para todos, no solo para unos cuantos elegidos. Todos llegarán a él tarde o temprano, dentro de tres vidas o dentro de cien. Yo no tengo ninguna prisa por que lleguen. Y los que quieren, ya se van subiendo al tren. Y poco a poco se van dando cuenta por sí mismos de la realidad que nos rodea, nos guste o no, estemos o no preparados para aceptarla… Creamos en lo que creamos.
  

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ojo crítico: la actitud de Foro Reencarnación.

Debido a recientes acontecimientos en el foro que administro, me vi obligada a hacer una importante aclaración sobre la finalidad y el contenido de la información que desde hace un tiempo me he propuesto hacer llegar a los lectores, y creo que no estaría de más hacerla aquí también.

Ya lo he dicho en otros lugares del blog, pero lo repetiré por si queda alguna duda: este no es un blog espiritual. Es un blog, y por tanto es altamente personal, lo que vierto aquí son opiniones propias pero en ningún caso son opiniones hechas a la ligera sin ningún fundamento, sino que son el fruto de toda una vida de estudio, investigación y, sobre todo en los dos últimos años, experiencias directamente relacionadas con el recuerdo de vidas pasadas. Aún no lo sé todo, evidentemente, y cada día sigo aprendiendo de otros compañeros que llevan mucho más tiempo que yo en esto y que han pensado lo mismo o más que yo, con sus propias experiencias totalmente distintas a las mías, que me apoyan en los momentos bajos y que me ayudan a ver con más claridad cuando me encuentro en un callejón sin salida.

Es necesario mucho ojo crítico para investigar la reencarnación.
Sin embargo lo poco que sé parece ser mucho para otras personas que se acercan por primera vez al concepto de la reencarnación y que lo único que han hecho ha sido leer una serie de mitos mal fundados en internet, escuchar doctrinas de grupos new age sin pies ni cabeza, o tratar de comprender enseñanzas ligadas a diferentes religiones y que rayan lo absurdo, como por ejemplo pensar que nos podemos reencarnar en cucarachas por haber sido malos en una vida. Cada uno es libre de creer lo que quiera, por supuesto. Pero aquí damos mucha importancia a la racionalidad y a la seriedad. Ser reencarnacionista va mucho más allá de “creer” en la reencarnación. Pensamos que la reencarnación es un hecho porque es lo que mejor explica nuestras experiencias y porque hemos pasado años leyendo estudios científicos y libros de calidad, muy alejados de los típicos libros de terapia regresiva que abundan en las librerías. No es mi caso, pero otras personas han pasado gran parte de su infancia y adolescencia pensando que algo funcionaba mal en su cabeza, y sin comprender esos extraños sueños que les hacían despertarse en medio de la noche con el corazón en un puño, sueños en los que se veían como otra persona viviendo algo que en apariencia nada tenía que ver con ellas pero que les afectaba profundamente. Que les pregunten a estas personas si creer en la reencarnación es un simple deseo de que la muerte no es el fin. Me gustaría saber qué responderían…

Por fortuna abandoné todo contacto con la religión en la que fui criada desde muy joven, y fui educada en la ciencia. Me enseñaron a usar la razón y la lógica. Al mismo tiempo nunca perdí mi afición por los temas paranormales, y siempre supe que el mundo del misterio es un mundo por el que hay que caminar con mucho cuidado. Como la reencarnación aún es considerada por muchos algo “paranormal”, esto también es aplicable a la reencarnación: hay que aprender a discernir lo que es serio de lo que no, los hechos comprobados de lo que son simples indicios, hay que aprender a diferenciar lo que es una creencia de lo que es una posible realidad, respaldada por hechos objetivos. Es muy importante, estés donde estés, aplicar siempre la lógica, el sentido común, y un máximo de objetividad, entre otras cosas para no dejarte engañar por charlatanes ni dejarte convencer sobre "teorías" que aun siendo elaboradas por científicos, siguen siendo eso, teorías.

En definitiva, tenemos que andar siempre con un gran ojo crítico, analizando muy bien toda la información que cae en nuestras manos, todos los casos de supuesta reencarnación que vemos en la red. No podemos ver la fotografía de un personaje famoso al lado de una fotografía antigua de alguien que se le parece mucho, y tragarnos sin más que eso es un posible caso de reencarnación, porque, no, no lo es. Los reencarnacionistas no estamos locos ni creemos en cualquier cosa. Al contrario, nos tomamos muy en serio la reencarnación, y si vemos que alguien nos intenta engañar o pretende burlarse de nosotros, nos vamos a defender con buenos argumentos. Sabemos de lo que hablamos y por eso más vale que sepas a quién te vas a enfrentar antes de meterte con nosotros. Puede parecer que estamos obsesionados o que a veces somos un poco radicales. No, lo único que ocurre es que se ha convertido en algo muy personal, porque no nos ha sido nada fácil llegar hasta aquí.

Un parecido razonable no supone ninguna prueba de reencarnación.

Es una ardua lucha que acaba de comenzar: la de traer algo de racionalidad y sentido común a un fenómeno tan importante como es la reencarnación y que sin embargo goza de tan poca credibilidad en general por culpa de las habladurías de muchas personas que ni siquiera saben lo que significa recordar vidas pasadas. Recordar de verdad, no en un salón de actos atiborrado de gente, en un taller de una hora de “maravillosa regresión espiritual para la sanación de tu alma en la que conocerás a tus guías espirituales”. No, yo me refiero a pasarte una vida lidiando con emociones, síndrome de estrés postraumático, ansiedad, sueños recurrentes, prejuicios, hechos históricos distorsionados, incomprensión... y conviviendo con un silencio que te ves obligado a adoptar para que no te tomen por desequilibrado. Eso es recordar vidas pasadas. Y de eso es de lo que hablamos en este blog y en Foro Reencarnación. Ni más ni menos.  

martes, 12 de noviembre de 2013

La eterna cuestión de la superpoblación.

Esta es una pregunta harto complicada que surge una y otra vez en los foros especializados en reencarnación, por parte de principiantes y también escépticos que creen que este argumento es válido para echar por tierra la posibilidad de la reencarnación. Es curioso pero a mí jamás se me había ocurrido pensarlo hasta que lo leí en alguno de estos foros, y aún así me resultaba una cuestión muy difícil de comprender, y según escribo estas líneas todavía tengo que hacer un esfuerzo porque no le encuentro lógica alguna. Pero como parece ser una duda habitual, trataré de dar una respuesta.

Más o menos la pregunta “tipo” viene a ser así:
“Es un hecho que la población mundial no ha dejado de crecer desde que el hombre es hombre. Si la reencarnación fuera cierta, ¿de dónde surgen tantas almas? Si debemos aceptar la reencarnación en animales, a mí no me convence esto de la reencarnación. ¿Hay más almas que cuerpos? ¿Dónde están todas esas almas? ¿También debemos creer en la reencarnación simultánea? ¿Puede haber dos almas ocupando un mismo cuerpo?”
A ver, un momento, ¡un momento! ¡No nos volvamos locos! Y pensemos un poco…

¿De dónde salen tantas almas?

Antes de nada, hay que tener claro una cosa: en este blog (y en el foro que administro) no nos dejamos llevar por creencias, sino por la razón y la lógica. Creemos en la ciencia para explicar el fenómeno de la reencarnación, pero a la vez sabemos que la ciencia aún no tiene todas las respuestas. Y aunque no se deje de hablar de “almas” en todos los sitios, ¿sabemos qué es el alma? No. ¿Sabemos de dónde venimos? No. ¿Sabemos cómo fue creado el planeta Tierra? Sí, por el Big Bang. ¡No! El Big Bang es una teoría más, no está demostrada. Por tanto, por mucho que nos pese, para dar una respuesta a la eterna cuestión de la superpoblación, lo único que podemos hacer es especular, porque en realidad los seres humanos no sabemos casi nada. Por ello voy a dejar mi teoría personal para lo último y de momento me voy a centrar en argumentos científicos… en la medida de lo posible.

Tengo la impresión de que la mayoría de la gente da por supuesto que el Big Bang fue el origen del universo y que la teoría de la evolución de Darwin es la que explica cómo el ser humano apareció sobre la Tierra, y con frecuencia olvida que esto son solo teorías, seriamente puestas en duda por científicos de los que no se habla mucho porque tienen la mala costumbre de ir contracorriente. Pero bueno, aún así, aceptemos por un momento que el Big Bang es un hecho demostrado. Por otra parte, algo comúnmente aceptado para los que creemos en la reencarnación, o incluso para los que no creen en la reencarnación pero sí creen en la inmortalidad de la consciencia, es que existe una parte de nosotros que ya existía antes de que naciéramos como seres humanos. Unos piensan que siempre existimos, igual que algunos dicen que el Universo no tiene principio ni final. Pero otros piensan que esa parte de nosotros, llamémosla “alma” por simplificar, fue creada en algún momento del pasado… y muchos piensan que fue con el Big Bang cuando se creó. Es decir, a pesar de que en mi opinión esta teoría no tiene lógica alguna porque nada surge de la nada, aceptemos por un momento que hace miles de millones de años hubo una enorme explosión y de ella nació todo lo que conocemos: las estrellas, los planetas, los cometas… y las almas. Ya no habido más Big Bangs que sepamos, así que se supone que el número de almas permanece constante. Como también parece ampliamente aceptado que el único planeta habitado es el nuestro, eso quiere decir que todas esas almas están en este planeta… ¿cuándo empezaron a encarnar estas almas? Lo más lógico sería pensar que empezaron a encarnar cuando aparecieron los primeros homínidos en la Tierra… sin embargo, según la “lógica” que encierra la eterna cuestión de la superpoblación, algunos parecen pensar que todas las almas creadas en el Big Bang encarnaron en las primeras bacterias, y luego fueron evolucionando hasta llegar a peces, aves, mamíferos, y finalmente el ser humano. Si la primera comunidad humana estaba formada por veinte personas y todas tenían un alma, está claro que hasta que no moría el más anciano, esa alma no podía encarnar en el cuerpo de un bebé nacido en la misma comunidad. Como el índice de natalidad lleva siendo superior al índice de mortalidad desde los inicios de la vida en la Tierra (cosa que dudo esté demostrada), está claro que las cuentas no salen. Conclusión: la reencarnación no es posible.

La reencarnación no es posible porque la población mundial siempre ha ido en aumento.

Releed el último párrafo con atención y os daréis cuenta de que no tiene ningún sentido. Pero el problema no es de la reencarnación. El problema está en asumir cosas que no sabemos y que la ciencia aún desconoce. Lo que no tiene sentido es nuestro pobre razonamiento y nuestra limitada visión humana. Recordemos que ni siquiera sabemos aún cuál es la naturaleza del alma. No tenemos ni idea de cómo fue creado nuestro planeta, ni siquiera sabemos con total certeza cómo ni cuándo apareció la vida en la Tierra. No sabemos si los seres vivos primitivos tienen alma, y en este caso, si es similar al alma humana. Podemos llegar a aceptar la teoría de la evolución de Darwin, pero esto no implica que la evolución de las supuestas almas funcione igual. Tampoco sabemos si estamos solos en el Universo ni si existen otros planetas habitables donde también haya seres humanoides que puedan tener también un alma. ¿Por qué como pobres seres humanos terrestres que somos no aceptamos que en realidad no sabemos nada y dejamos de ser tan antroponcentristas? Pues porque somos animales de costumbres y nos gusta aferrarnos a cualquier idea absurda para no aceptar que la reencarnación podría ser posible. O porque nos gusta creer que hay unas personas llamadas científicos que lo tienen todo controlado y de momento no han demostrado que la reencarnación exista… e ignoramos deliberadamente los estudios científicos que se han realizado al respecto porque queremos seguir creyendo que existe vida después de la muerte (eso parece por las experiencias cercanas a la muerte que describen muchas personas), pero no en la reencarnación, porque… porque no, porque es imposible que en mi próxima vida me case con mi hijo. O porque nos han lavado el cerebro desde pequeños y nos han dicho que la reencarnación es una creencia pagana más propia de ocultistas y no queremos ser condenados en el más allá.

Pero da igual, creamos lo que creamos, sigamos con la eterna cuestión de la superpoblación. ¿Cómo resuelvo yo esta cuestión? Por supuesto, esta es mi versión de los hechos, personal e intransferible. Cada lector del blog debe sacar sus propias conclusiones y aceptar lo que crea conveniente. Para mí es innegable que la población humana ha sufrido grandes fluctuaciones a lo largo del tiempo. No es verdad que haya aumentado constantemente hasta nuestros días. Si aceptamos que cuando un ser humano muere, algo de él permanece, a algún lugar tiene que ir. Pero no tiene por qué ser inmediatamente a otro cuerpo. No sabemos por qué reencarnamos. No sabemos si lo elegimos nosotros, si nos obligan, o si simplemente es un fenómeno natural, igual que crecen flores en un prado o salen renacuajos de los huevos que ponen las ranas. En todo caso, creo que es lógico pensar que el alma puede permanecer un tiempo fuera de un cuerpo físico. No creo que haya una especie de carrera o lucha en el astral (o donde sea que están esas almas) por venir corriendo a un planeta donde nazcan seres humanos para pegarse por quién ocupa antes un cuerpo. Las investigaciones de Michael Newton apuntan a que elegimos en qué cuerpo vamos a encarnar en función de las vidas futuras disponibles. Si esto es cierto o no, no lo sé, pero yo me inclino a pensar que una vez que hemos decidido quién vamos a ser, el proceso de concepción, desarrollo y nacimiento de un nuevo ser es un proceso casi sagrado que es cuidadosamente planificado y llevado a cabo por varias almas, no solo la que va a encarnar. En el caso de que no hubiera cuerpos disponibles (como por ejemplo después de un diluvio universal o una epidemia de peste en Europa), no creo que hubiese ningún problema en elegir cuerpos en otros planetas similares al nuestro, o incluso en planetas totalmente distintos, o incluso en “formas materiales superiores” distintas a los seres humanos. Con el número de planetas descubiertos en la actualidad que podrían albergar vida, no sé cómo algunas personas lo siguen viendo tan descabellado. Y esto sin meternos en la posible existencia de universos paralelos o en el concepto de no-tiempo que parece ser rige fuera de este plano tridimensional en el que nos movemos. La física cuántica está haciendo sorprendentes avances al respecto y no debemos perderla de vista.

¿Es el número de almas constante? Es mi opinión que no. Personalmente creo en un Creador (se le puede llamar Dios, Fuente, o como queramos) cuya única finalidad, tal y como su nombre indica, es Crear. ¿Por qué? Porque le apetece. Aquí podríamos perdernos en cuestiones filosóficas, pero ya se me acaba el espacio. El caso es que este Creador no se cansa de crear nunca, y todos nosotros somos producto de su Creación. Por alguna razón que se me escapa, es conveniente (aunque no obligatorio) que por una larga temporada experimentemos la vida física. Algunos dicen que es para que aprendamos (con esto discrepo en un 30% porque pienso que no siempre aprendemos), otros dicen que para que evolucionemos hacia la perfección (con esto discrepo en un 90%, o sea, más, porque pienso que ya somos perfectos), otros dicen que es para que el propio Dios pueda experimentar a través de sus criaturas (aquí no sé si discrepo, posiblemente sí)… ¿quién puede saber por qué o para qué reencarnamos? Pero el caso es que lo hacemos, nos guste o no, queramos creerlo o no. ¿Algún día dejaremos de hacerlo? Quiero creer que sí, no porque esté cansada de la vida humana, sino porque pienso que el mundo espiritual es infinitamente mejor que esto. No hay límites en el mundo espiritual. Y por eso creo que fuera de nuestro mundo, la eterna cuestión de la superpoblación no supone problema alguno. Por algo está todo tan terriblemente bien organizado y nada se deja a la casualidad.

Muchas progresiones dicen que en el futuro habrá un fuerte descenso en la población mundial.

Como habéis visto, no hace falta recurrir a la reencarnación en animales o a la reencarnación simultánea para resolver la eterna cuestión de la superpoblación. No todos los reencarnacionistas creemos en las mismas teorías para explicar lo que no entendemos. Ser reencarnacionista no tiene nada que ver con pertenecer a una secta o a una religión, en la que tienes que aceptar unos dogmas o si no te expulsan. Cada uno puede creer en lo que quiera, según su propia experiencia y lo creíble que le resulten los testimonios de otras personas. En mi caso, si alguien me dice que recuerda haber sido un ratón, me va a costar mucho creerle, además dudo mucho que lo podamos llegar a verificar históricamente, a no ser que fuera uno de los primeros ratones fluorescentes y nos diera un registro detallado de todo lo que le hicieron para llegar a ser fluorescente, siempre que resultara probado que no trabajó como investigador en el proyecto y se le acabó yendo la pinza. Si alguien me dice que recuerda haber sido un ratón y su nombre era Mickey Mouse, ni siquiera me voy a molestar en conocer sus posibles recuerdos, yo misma le voy a enviar al psiquiatra. Si alguien me dice que recuerda haber sido marciano, voy a seguir teniendo dudas… pero si me da detalles de la geografía marciana que aún no han sido descubiertos y en diez años se descubre que tenía razón, tal vez podría empezar a plantearme que nos decía la verdad. Si alguien recuerda haber estar encarnado a la vez en dos personas distintas y tiene recuerdos verificados de ambas vidas, tal vez podamos empezar a considerar que hay algo de cierto en las reencarnaciones simultáneas. Lo que ocurre es que desgraciadamente este tipo de afirmaciones no van acompañadas de pruebas o al menos indicios sólidos. Sin embargo, sí los hay en los testimonios de muchas otras personas (adultos, niños, de todas las razas y procedencias posibles) que dicen recordar vidas pasadas y que lo han podido verificar, a veces con mucho esfuerzo. Por esto y por lo que he podido comprobar en mí misma, estoy convencida de que la reencarnación es un hecho. Si hay algo que no nos cuadra, si no comprendemos el mecanismo detrás de la reencarnación, tendremos que investigar qué es lo que se nos escapa, cuál de nuestras suposiciones no es correcta. Lo que no podemos hacer es desechar la reencarnación de buenas a primeras simplemente porque no encaja en nuestros esquemas. 

Creo que para los reencarnacionistas hay cuestiones mucho más urgentes que el problema de la superpoblación. Por ejemplo, en qué estado va a estar el planeta cuando queramos reencarnar dentro de doscientos años. Eso sí que me preocupa…

viernes, 8 de noviembre de 2013

El sufrimiento en el mundo y la reencarnación.

Por desgracia, es una constante cuando hablo con no reencarnacionistas (esto incluye también a algunos de los que creen en la reencarnación pero no han recordado sus vidas pasadas): la tendencia a echar la culpa de las cosas malas que pasan en el mundo a algo externo a nosotros, ya sea Dios, el enemigo, el vecino, el karma, los miembros de otra religión que no sea la nuestra, los gobernantes, los extraterrestres… Ya nos lo decían nuestras abuelas desde pequeñitos: “Es que venimos al mundo a sufrir… porque Dios así lo quiso, para expiar nuestros pecados…” Parece ser que todos creemos a nuestras abuelas… porque pasan los años y el 80% de la gente sigue repitiendo la misma cantinela.

Sospecho que una de las razones por las que mucha gente no cree en la reencarnación o ni siquiera se lo plantea, es porque eso te hace responsable de tus acciones. Aunque claro, si creer en la reencarnación supone creer también en la tan manida “Ley del Karma”, que tal y como es entendida generalmente es lo mismo que el cielo y el infierno de la religión católica pero con otro nombre (y para colmo el castigo es en vida), yo tampoco creería… Pero como he dicho otras veces, aquí no hablamos de religiones ni de creencias, sino de hechos comprobados. Y lo que hemos observado las personas que recordamos varias vidas pasadas, es que no existe la ley del karma. Pero eso no quita que seas responsable de tus actos, y que tarde o temprano tengas que hacer frente a las consecuencias de esos actos, ya sean buenas o malas.

Cuando recuerdas varias vidas pasadas te das cuenta de que desde que tienes uso de razón, la vida te pone a prueba, y presenta ante ti retos, situaciones más o menos serias que requieren de ti una decisión. No importa si ocupas una posición de autoridad o si eres un esclavo, no importa si eres rico o pobre… puede ser que la vida de miles de personas esté en tus manos, o puede que tengas que decidir sobre cargar con un niño vagabundo o abandonarlo a su suerte, puede que alguien te haga algo malo y luego tú tengas la oportunidad de hacerle daño a él o perdonarle. Puede que actúes porque crees que tus valores morales o de la época lo dictan así, o porque consideras que es tu trabajo, o simplemente porque tienes que defenderte. Da igual la razón por la que actúes (al menos en el tema que nos ocupa hoy), el caso es que tienes que tomar una decisión, y a veces te equivocas

Adonde quiero llegar es que te das cuenta de que el mundo es el resultado de las decisiones de todos los millones de personas que vivimos en él, ni más ni menos. El sufrimiento lo creamos nosotros, y no existen excusas para no hacer lo correcto, aunque siempre encontraremos alguna para justificarnos. Dios (si es que existe) no permite nada… ni tiene por qué salvarnos de nada, entre otras cosas porque nuestras malas acciones no nos van a condenar a nada después de muertos, excepto a vivir en el mundo que nosotros mismos hemos creado. Somos como niños en plena etapa de crecimiento, y los niños solo aprenden cayendo y levantándose, no cometiendo la fechoría y luego esperando que su madre venga a sacarles del atolladero.

Muchos pueden decir: “Yo ya me he dado cuenta de eso y no recuerdo mis vidas pasadas”. Y yo respondería: “No, no es lo mismo”. Porque hasta que no te conoces a ti mismo de verdad y no sabes de dónde vienes, no eres consciente de lo que eres capaz de hacer, ni de lo que has hecho en el pasado. La mayoría de nosotros nos consideramos buenas personas, incapaces de hacer daño ni a una mosca… y miramos por encima del hombro a los que bajo nuestro punto de vista actúan con maldad. Nos apresuramos a juzgar al otro “porque yo nunca haría algo así”, o decimos a la ligera frases como “A ver si se pudre en la cárcel”. Cuando investigas y empiezas a ver que en el pasado tú también pudiste ser encarcelado o te condenaron siendo inocente, o mataste en una guerra porque así te lo ordenó tu superior bajo pena de muerte, entonces, solo entonces, te das cuenta de que todos somos humanos y todos podemos haber cometido actos de los que no nos sentimos especialmente orgullosos.

Conversación con Dios sobre el sufrimiento en el mundo.

Y tan malo es hacer algo incorrecto, como decidir permanecer impasibles ante lo que consideramos injusto. Siempre es más fácil bajar la cabeza y musitar “Así lo ha querido la Providencia”, que luchar y poner en peligro tu propia vida. Esa vida que consideramos sagrada porque pensamos que es la única… cuando no lo es. Posiblemente eso forme parte de las reglas del juego, porque pone aún más a prueba nuestra moral y nuestra capacidad para hacer lo que creemos correcto, aunque eso implique sacrificarnos a nosotros mismos.

No dejamos nunca de echar la culpa a los demás de nuestras desgracias, siempre queremos buscar culpables para descargarnos de nuestra propia responsabilidad, siempre dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy, esperando a que otros lo hagan por nosotros o esperando a que baje Dios o bajen los Maestros Ascendidos para sacarnos las castañas del fuego, mientras que con nuestro silencio o nuestra inacción nos hacemos cómplices de este mundo oscuro en el que vivimos y que nunca podremos cambiar si no cambiamos nosotros mismos primero. Pero para hacer eso hay que empezar por conocernos a nosotros mismos, para saber qué es lo que tenemos que cambiar, y cómo podemos ser algo mejores. Y como siempre digo, no es suficiente con vanas palabras y bonitas intenciones. Hay que ponerse manos a la obra. Ya.

Aparte de esto, existe otra vertiente del mismo tema que es la del sufrimiento que conlleva el padecimiento de alguna enfermedad, el haber nacido con alguna discapacidad, el haber sufrido un accidente de moto y haberte quedado tetrapléjico, perder un hijo a manos de un asesino… Aunque en este caso se trate de algo mucho más delicado, la actitud de muchas de estas personas viene a ser la misma: ante la incomprensión de por qué nos ha sucedido esto, muchos intentan una vez más culpar a otros… o, incluso en el peor de los casos, también se culpan  a sí mismos por habérselo merecido en otra vida (este comentario lo he oído más de una vez aunque parezca mentira). Pues bien, el tiempo y las vidas que todos hemos vivido, cuando te haces consciente de ellas y sabes por todo lo que has pasado con anterioridad, nos dan otra perspectiva de la razón que hay detrás de estos acontecimientos. Hoy voy a dejar de lado el concepto de la preplanificación (en la que aún me cuesta creer y no hay suficientes evidencias a su favor), pero cuando recuerdas varias vidas comprendes que no tiene por qué haber ninguna razón. Simplemente, es la vida. Algunas veces es fácil, otras veces no lo es tanto. A veces morimos jóvenes, otras veces ancianos. A veces somos sanos y fuertes, otras veces arrastramos alguna dolencia física (incluso psíquica). A veces somos inteligentes, otras veces no tanto. Notamos diferencias sutiles en la personalidad, probablemente consecuencia de la genética de nuestro cuerpo. Sin embargo, cuando nos toca pasar por alguna de estas circunstancias, muchas veces no somos capaces de ver más allá del dolor, y olvidamos que cada una de estas experiencias no son más que una oportunidad para probarnos a nosotros mismos, para saber hasta dónde podemos llegar, para observar cómo reaccionamos ante esas circunstancias y luego valorar si lo pudimos hacer mejor. Por muy duras que sean las pruebas, incluso cuando no las superamos, siempre saldremos más fortalecidos. Pase lo que pase, la reencarnación siempre nos da una segunda oportunidad. Repito: SIEMPRE. Y nos la da a todos, sin excepción. Y esto no es que lo crea. Es que lo sé.

Más allá de las religiones, noto que hay cierta resistencia entre mucha gente a creer que no existe el concepto de justicia en el más allá tal y como lo conocemos en su versión humana. Parece que inconscientemente todos esperamos que el que ha hecho algo malo lo tiene que pagar, de una forma u otra. Si no es ardiendo en el infierno, tiene que ser por una desgracia que le sobrevenga a esta persona o a su familia, y si nos ocurre a nosotros, es porque seguro que hemos hecho algo malo, aunque no sepamos el qué. No concebimos que “los buenos” pasen una vida de penurias mientras que “los malos” disfruten de todas las comodidades posibles, no solo en esta vida, sino también en la siguiente… Por fortuna para nosotros, tengo la seguridad de que esto no es así. No sé si elegimos o no nuestras experiencias, pero sí sé que esas experiencias no dependen de lo malo o bueno que hayas sido en el pasado. Sufrimos, sí, porque el sufrimiento es inherente a la especie humana, igual que el dolor es inherente al cuerpo físico, incluso cuando anuncia el nacimiento de una nueva vida. Pero el sufrimiento no es malo por sí mismo. Debemos aprender a sacar siempre lo positivo de lo negativo. Sé que esto es muy, muy difícil de hacer, y que muchos pensarán que no sé lo que me digo o que estoy trivializando demasiado. Lo comprendo. Hubo un tiempo que a mí también me costaba creerlo… hasta que recordé mis vidas pasadas y supe que todo sufrimiento tiene su final, y que si hoy soy quien soy, es gracias a las dificultades que poco a poco me han ido forjando. Todos nosotros somos mucho más fuertes de lo que creemos y hemos visto y hecho cosas que hoy ni siquiera imaginaríamos. Es una lástima que no podamos recordarlo todo. Pero cada vez que descubrimos algo nuevo, sí que podemos integrar ese pedazo de nuestro antiguo yo en nuestro yo actual, ayudándonos a enfrentar mejor los retos que aún nos aguardan.

Debemos aceptar la vida tal y como es, con su lado amable, pero también con su lado oscuro. En nuestra mano está convertir la oscuridad en luz.

Información adicional:

Justicia humana Vs Justicia divina.
¿Qué es el karma?

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La memoria genética.

Había pensado escribir hoy sobre la personalidad, pero mientras sopesaba qué enfoque darle, se me ocurrió que tal vez sería mejor hablar antes de la memoria genética. No puedo evitar sonreír cada vez que oigo a alguien recurrir a este concepto para intentar explicar los recuerdos de vidas pasadas. Eso siempre me hace ver tres cosas: primero, que esta persona no sabe lo que es recordar vidas pasadas; segundo, que no se ha parado a pensar lo que está diciendo; y, tercero, es posible que nunca le hayan explicado o no haya comprendido adecuadamente lo que es la memoria genética.

En los últimos años, desde que se secuenció el genoma humano en su totalidad, se le ha dado una importancia al ADN mucho mayor de la que realmente tiene. Se pensaba que ahí íbamos a encontrar todas las respuestas, y me temo que el entusiasmo inicial ha desaparecido al descubrir que el ADN no es más que eso: un código genético, tal vez mucho más complicado de lo que se creía, pero ni mucho menos la clave que nos iba a resolver todos los misterios. En mi opinión, el ADN está sobrevalorado. Es una molécula excepcional, de eso no hay ninguna duda. El ADN llamado hasta hace poco “basura”, se está comprobando que es mucho más útil de lo que parecía a simple vista. Actualmente incluso se habla de que podemos modificar el ADN con nuestros pensamientos, o incluso que el medio ambiente en el que vivimos también influye sobre él. Sí, todo eso puede ser cierto. Pero de ahí a que nuestros recuerdos de vidas pasadas estén almacenados en nuestros genes y que por eso creamos que hemos reencarnado, hay un gran paso. Más bien, un abismo en el que nos caeremos sin remedio. Y voy a explicar por qué.

Mi ADN proviene de mis padres. Y el de mis padres, de sus padres respectivos. En teoría, de esta forma nos podríamos remontar hasta el hombre de las cavernas. Según esto, las vivencias de un hombre de Cromagnon podrían haber quedado grabadas de algún modo en los genes, estos genes haber llegado hasta mí a través de miles de generaciones, y esto originaría que soñase con haber cazado un mamut en un terreno montañoso y haberme ido a dormir a una cueva en la que mis antepasados pintaban caballos con ocre. Esto no significaría que yo fui ese hombre, sino que estoy viendo lo que ese hombre vivió.

Bueno, pues esto no se sostiene por ninguna parte. ¿Por qué? Veamos, para que esta información llegase a mí, tenemos que dar por supuesto que fue codificada de algún modo en el ADN. La codificación del ADN tiene lugar a través de los nucleótidos, que son solo parte de esa cadena de material genético. Y el orden en que esos nucleótidos se encadenan viene dado por otra cadena que hace de molde, que puede ser el ADN o el ARN de un virus, por ejemplo, y cada uno de esos fragmentos de material genético, al transcribirse, da lugar a proteínas. ¿Existe la memoria genética? Por supuesto que sí. Puede ser que uno de esos hombres prehistóricos fuera infectado por una bacteria, creó inmunidad (anticuerpos de naturaleza proteica) y esa información quedó almacenada en el ADN, se transmitió a través de generaciones, y me llegó a mí y al resto de la población, con lo cual nosotros somos inmunes a esa bacteria. ¿Existe la memoria genética respecto a los recuerdos de vidas pasadas? Que yo sepa, aún no se ha descubierto ninguna molécula proteica que se forme a consecuencia de haber vivido cierto acontecimiento y que pueda quedar almacenada en el ADN. Pero aun si existieran, solo podrían explicar parte de esos recuerdos de vidas pasadas. En ningún caso explicaría, por ejemplo, cómo yo puedo recordar la forma en que murió una persona. Pongamos el ejemplo de un niño que supuestamente “recuerda”  la vida de su bisabuelo. Muchos podrían objetar: este niño “recuerda” esos detalles o es capaz de reconocerlo en una foto antigua sin que le digan nada porque tiene esa información en los genes, ¿por qué iba a ser su bisabuelo reencarnado? El ADN que tiene este niño procede en parte de ese bisabuelo, pero ¿qué ADN? Evidentemente el que se transmitió a través de los espermatozoides en el momento de la concepción. Si este niño recuerda cómo murió su bisabuelo, no podría deberse a la información contenida en el ADN, puesto que el bisabuelo estaba vivo cuando transmitió esa información (evidentemente). Parece una tontería pero creo que muchas personas no se paran a pensarlo. Y resulta que una de las cosas que más recuerda la gente (y que en muchísimos casos puede llegar a verificar) es la forma en la que murieron en sus vidas pasadas, en especial si fue una muerte traumática.

¿Existe la memoria racial? ¿Es posible que algunos de nuestros instintos más primitivos sean consecuencia de las experiencias vividas a través de generaciones enfrentándonos a un medio ambiente adverso? ¿Nuestra personalidad puede verse influenciada por los genes, igual que podemos ser más propensos a una enfermedad por pertenecer a determinada raza o porque existen genes defectuosos en nuestros antepasados que han llegado a nosotros? Evidentemente, sí. Pero esto no tiene nada que ver con los recuerdos de vidas pasadas. No confundamos las cosas. Y no olvidemos que para que la memoria genética se pudiera aplicar a los recuerdos de vidas pasadas, la supuesta reencarnación debería haber tenido lugar dentro de la misma familia. En muchas otras ocasiones (yo diría que en la gran mayoría) recordamos vidas de personas que no tienen nada que ver con nosotros, o incluso de razas totalmente distintas y muy alejadas geográficamente de nuestro lugar de nacimiento. Además, en ese caso, yo no solo recordaría las vidas de unas personas en concreto (siempre ancestros míos, más o menos lejanos), sino posiblemente retazos de las vidas de todos los integrantes de mi árbol genealógico, puesto que al fin y al cabo comparto genes con todos ellos.

Tampoco debemos confundir el término memoria genética con el de memoria celular… pero esa ya es otra historia.

En resumen: la memoria genética no sirve para explicar que yo tenga recuerdos de vidas pasadas, que recuerde cómo he muerto en varias de esas vidas, ni que me afecten emocionalmente tal y como me afectan. Porque es remotamente posible que en mis genes tenga información sobre cómo mis antepasados cazaban mamuts en la penúltima glaciación, pero curiosamente no me ha venido ninguna escena de caza primitiva en mis meditaciones ni me produce la más mínima emoción ver El clan del oso cavernario.
Invito a todos los lectores del blog que recuerden sus vidas pasadas y luego elijan la alternativa científica a la reencarnación que les parezca más convincente. Que no se apresuren a aceptar cualquier teoría sin informarse primero adecuadamente y reflexionar un largo tiempo. Que intenten encajar esas teorías con sus propias experiencias y las experiencias de personas serias. De todas estas teorías, tal vez se acabarán quedando con… ninguna.

lunes, 4 de noviembre de 2013

El mecanismo de la reencarnación.

Antes de profundizar en cuestiones más avanzadas sobre lo que significa recordar vidas pasadas, creo que está bien detenernos un momento en cómo funciona la reencarnación.

No os llevéis a engaño: nadie lo sabe. La reencarnación como tal es una doctrina que ha acompañado a los seres humanos desde hace milenios, no es algo nuevo. Incluso era una creencia de los primeros cristianos, hasta que la Iglesia decidió convertirla en herejía porque no era compatible con sus propios intereses. Pero las creencias son solo eso: creencias, la base de las religiones. Y en este blog no hablamos de religión. Solo de hechos. Si es posible, hechos demostrados. Tampoco me valen las enseñanzas que transmiten los cientos de médiums que dicen estar en contacto con espíritus desencarnados. Lo que tiene más valor para mí es lo que han observado las personas que recuerdan sus vidas pasadas… no solo las que dicen haber recordado, sino las que me han demostrado mediante su sensatez y mediante pruebas lo suficientemente sólidas que respalden sus recuerdos, que puedo confiar en lo que me están contando. Esto incluye los estudios de Ian Stevenson y otros investigadores sobre niños que recuerdan vidas pasadas, pero también los testimonios de personas anónimas que, como yo, hemos vivido una serie de experiencias que nos llevan a pensar que la reencarnación existe… solo que en muchos aspectos no es la reencarnación de la que se habla en general en la red.

Internet es la jungla. La verdad es que no he querido profundizar mucho en la red en lengua española… ya me di cuenta de que el panorama era desolador antes de que abriera mi propio foro, tengo una edad que ya no estoy para disgustos y mi médico me desaconseja introducirme de nuevo en este mundo oscuro en el que se mezcla la reencarnación con una serie de fenómenos paranormales sin lógica alguna, donde es lícito hablar de extraterrestres, reencarnación de mascotas en piedras o en animales de otras especies, morir con tres años de edad porque te suicidaste en otra vida, o en donde afirmar que viviste en la época del Rey Arturo es aceptado sin más, y además seguro que acabas conociendo a alguien que dice haber sido la bruja Morgana… Sin embargo, en inglés hay que andar también con mucho ojo, porque si te descuidas te ves abducido por grupos que hablan sin cesar de una serie de creencias que por mucho que les pese, siguen sin estar demostradas, incluso aunque provengan de pacientes de psiquiatras de prestigio reconocidos mundialmente. Si observas atentamente, te das cuenta de que hay contradicciones, incluso entre estos propios psiquiatras. Cada uno tiene su propio punto de vista, su propio “estilo”, su propio método. Esto es lógico hasta cierto punto. Tampoco es cuestión de tirar todo este trabajo a la basura, sino ser conscientes de las limitaciones que tenemos y no olvidar nunca que somos humanos, que todo es muy subjetivo, y que todo está sujeto a interpretación.

Dicho esto, lo que parece universalmente aceptado entre los reencarnacionistas es que tiene que haber “algo”, llamémosle alma o consciencia, que sobrevive a la muerte y que es capaz de transferirse a una nueva entidad biológica o cuerpo físico. A pesar de que hay ciertos grupos que creen en la reencarnación en animales, los casos que yo he conocido no dejan de ser meras anécdotas y me hacen dudar de si es una “verdadera” reencarnación o algún otro fenómeno. Mi opinión es que los humanos nos reencarnamos en humanos, por el simple hecho de que reencarnar en un animal te dejaría bastante limitado para experimentar lo que queremos experimentar. Al contrario de lo que muchos otros piensan, tampoco venimos para aprender. Venimos simplemente a experimentar… porque parece ser que en estado espiritual no podemos hacerlo de manera “satisfactoria”. Pero aun esto es discutible. Tal vez solo reencarnamos porque es un fenómeno físico natural, igual que el Sol sale todos los días por el Este y se pone por el Oeste. Tampoco tiene que haber una razón detrás de todo...

Niños que recuerdan vidas anteriores.
Científicamente aún no está demostrada la existencia del alma. Ni siquiera se sabe dónde estaría ubicada la consciencia (que es el término que han elegido los científicos para no tener que decir “alma”), aunque entre los físicos cuánticos ya se empieza a plantear con naturalidad la posibilidad de que esta consciencia no desaparezca tras la muerte del cuerpo físico. Y fenómenos como las experiencias cercanas a la muerte o las experiencias extracorpóreas apuntan a que, en efecto, la consciencia no es un producto del cerebro, sino que es algo que no depende de él y que está ubicada en algún otro lugar. Lo que los científicos ignoran con mucha frecuencia es que también hay muchas personas, no solo niños (aunque los casos de niños que recuerdan vidas pasadas son bastante convincentes), que de algún modo tienen acceso a supuestos recuerdos de personas que vivieron décadas o siglos antes… al contrario de lo que muchos piensan, esto se ha podido verificar en numerosas ocasiones, y en la actualidad hay muchas más evidencias a favor de que estos supuestos recuerdos sean de verdad debidos a la reencarnación, que a otras teorías como la del inconsciente colectivo. Los que recordamos vidas pasadas (y no tenemos ningún tipo de habilidad psíquica paranormal) sabemos que las vidas que recordamos son una o varias, de personas muy concretas, con vivencias y emociones que nos siguen afectando hoy en día. Si todos nosotros pudiéramos acceder a ese inconsciente colectivo (o incluso a nuestra memoria genética), ¿no sería más lógico pensar que recordaríamos a muchas más personas, que nada tendrían que ver con nosotros, con los que no tendríamos por qué sentirnos identificados? Tengo la sospecha de que mi nivel de empatía no da para tanto...  

Lo que ocurre entre una encarnación y otra sigue siendo cuestión de creencia. Los que han podido recordar el periodo entre vidas mediante hipnosis regresiva refieren cómo después de la muerte todos (sin excepción), tarde o temprano, vemos un túnel de luz y lo atravesamos para llegar a otro plano de existencia donde somos recibidos por nuestros guías espirituales o parientes fallecidos. Curiosamente es lo mismo que relatan las personas que han sufrido ECM’s… solo que en estos casos la confusión parece ser mucho mayor y con frecuencia lo que ven es adaptado a sus propias creencias religiosas, lo que, en mi opinión, les resta credibilidad. Muchas de estas personas piensan que lo que han visto fue “el Cielo” o incluso que estuvieron con “Dios”, “Jesús” o “Mahoma”, y no son conscientes de que lo que vieron fue una mínima parte de lo que parece que hay al otro lado, un lugar que estos pacientes que han accedido al periodo entre vidas describen con mucho más detalle, aunque siempre con los límites que el lenguaje humano nos impone. Parece ser que allí hacemos revisión de nuestra vida y planeamos nuestra próxima encarnación. Y volvemos a nacer.


Sea como sea, de lo único que podemos estar seguros hoy por hoy, es que hay personas que recuerdan sus vidas pasadas. Personas que saben con un 95% de certeza (dejemos siempre espacio para la duda) quiénes fueron, con nombre y apellidos, en el pasado. Con pruebas convincentes. Incluso un cierto parecido físico. Cualquier lector de este blog puede ser una de esas personas, igual que yo lo soy. Si has podido recordar varias vidas pasadas, mucho mejor, porque eso te va dando una perspectiva mucho más amplia y las preguntas que van surgiendo son cada vez más numerosas. Y es cuando te empiezas a replantear una serie de cuestiones que por alguna razón se dan por supuestas cuando probablemente no son ciertas.

Algunas de las conclusiones a las que yo he llegado respecto a cómo es el proceso de la reencarnación, basándome únicamente en lo que estas personas y yo hemos recordado, son las siguientes:
  • La reencarnación es un fenómeno natural.
  • La reencarnación es un fenómeno universal.
  • No importa a qué religión pertenezcas, ni lo bueno o lo malo que hayas sido, ni en qué región del planeta hayas nacido, todos reencarnamos.
  • La ley del karma es a todas luces falsa. Nadie recibe castigo o recompensa por sus actos. Aunque sí es verdad que toda acción tiene su reacción.
  • La mayoría de las vidas que la gente recuerda son vidas de gente normal y corriente sin nada especial que señalar, excepto las propias vivencias que siempre contienen algún significado para la persona que las recuerda.
  • No es nada raro reencarnar dentro de la misma familia. Pero también es muy frecuente reencarnar en países totalmente distintos, en individuos de cualquier raza y cultura, de todas las clases sociales.
  • Todos hemos vivido vidas de hombre y mujer (las recordemos o no), la orientación sexual puede cambiar de vida en vida, y en algunos casos incluso puede darse cierto grado de disforia sexual (es decir, no nos sentimos plenamente identificados con el sexo que tenemos en la vida actual).
  • Los acontecimientos traumáticos (incluidas muertes traumáticas) dejan profundas huellas que nos pueden seguir afectando en nuestra vida actual.
  • Algunos traumas físicos, por razones aún desconocidas, dan lugar a marcas y defectos de nacimiento en el nuevo cuerpo en el que el alma se reencarna, pero esto no ocurre así siempre. Muchas enfermedades, afinidades, fobias, habilidades, etc, tienen su origen en traumas de otras vidas.
Del libro Where Reincarnation and Biology Intersect (1999), de Ian Stevenson.
  • Niños que recuerdan vidas pasadas existen tanto en países orientales como occidentales, lo que ocurre es que en estos últimos los casos pasan más desapercibidos porque no prestamos la suficiente atención.
  • No hay ninguna regla que regule el tiempo que transcurre entre una encarnación y otra. Posiblemente solo depende de nosotros, no de que hayas tenido una muerte traumática o te hayas suicidado.
  • El suicidio no es castigado DE NINGUNA MANERA en el otro lado. Es una decisión más que todos podemos tomar si lo creemos necesario.
  • Si alguna vez llegamos a liberarnos de la supuesta “Rueda de la Vida” que hace que nos reencarnemos una y otra vez, eso está por ver… En mi opinión no hay ninguna condena. Estamos aquí porque queremos. El día que no queramos, no estaremos. Claro que eso lo decidimos en estado espiritual, que es cuando sabemos “de verdad” de qué va esto de la vida y la muerte.
  • Dudo mucho que haya nada que “sanar”. Nuestra alma no está enferma. Las emociones forman parte de la vida, también el sufrimiento. Estamos aquí para vivir, para sentir, para emocionarnos, para aprender a manejar nuestras emociones, para aprender a amar, para ser humanos, en definitiva. Cualquier intento de llegar a ser perfectos será infructuoso. Los humanos somos imperfectos por naturaleza. Si no fuera así, no encarnaríamos.

Un último consejo: jamás deis nada por supuesto. Dudad, investigad, recordad por vosotros mismos.

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La autora de este blog no pertenece a ninguna religión ni a ninguna secta, ni tampoco es ferviente seguidora de ninguna doctrina espiritual, espírita o new age. Tampoco es una fanática lectora de ningún escritor más o menos popular que hable en sus libros sobre terapia o hipnosis regresiva.

La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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