jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Por qué recordamos vidas pasadas?

Una de las preguntas más frecuentes que nos hacemos los reencarnacionistas es qué sentido tiene recordar vidas pasadas. Es una idea muy extendida, y parcialmente falsa, que si recordamos es porque necesitamos sanar de algo. No, esto no siempre es así. Hay muchísimos casos de niños que recuerdan y no tienen ningún trauma asociado, se pueden encontrar fácilmente en la literatura de reencarnación. A veces estos incluso nos sorprenden porque para ellos la muerte es lo más natural del mundo. Nos dicen que un día eran grandes, y al otro volvieron en un cuerpo pequeño, de niño o de niña, da igual.

En adultos pasa algo parecido, lo que ocurre es que estamos demasiado acostumbrados a escuchar los relatos que cuentan pacientes de terapia regresiva, los cuales, como es obvio, acuden a un profesional porque sufren de algún problema físico o psíquico que no ha podido ser resuelto por la medicina convencional, y piensan que tal vez encontrarán el origen de esos problemas en una vida pasada. Mientras tanto, nos pasan desapercibidos los casos de adultos que recuerdan vidas pasadas y que jamás han acudido a un terapeuta porque la presencia de esos recuerdos no ha llegado a producir ninguna alteración grave. No tengo una estadística que lo confirme, porque por desgracia nadie se ocupa de hacer estadísticas de este tipo por el momento, pero casi me atrevería a afirmar que en la mayoría de los casos recordar vidas pasadas no lleva aparejado ningún trauma especialmente duro. Es decir, no todos los que recuerdan vidas pasadas van a recordar haber vivido guerras, terremotos, asesinatos o violaciones. Los recuerdos mundanos y totalmente pacíficos son también frecuentes.

Ahora, haya o no trauma, lo que sí no van a faltar jamás son emociones. Y aunque aquí podríamos entrar en un debate interminable, aún no comprendo qué es lo que hay que sanar si sientes rabia, tristeza, nostalgia, dolor o incluso odio. ¿Por qué “sanar” una vida pasada cuando en esta vida presente también vas a sentir rabia, tristeza, nostalgia, dolor o incluso odio por miles de cosas que te van a suceder? Vivir implica tener emociones. Somos humanos, es natural sentir emociones, y creo que nuestra misión (o una de ellas) es aprender a dominarlas o, al menos, templarlas. El único problema es asumir que con la muerte acaba todo, y que nuestras emociones provienen solo de esta vida. Cuando te cambia la perspectiva, te das cuenta de que no tiene sentido “sanar” nada. ¿O es que estamos todos enfermos por echar de menos a tu padre muerto, por sentir remordimiento al haber pasado años sin hablarte con tu hermano por una rencilla estúpida, o por llorar a una víctima de guerra? Si el tiempo pasa, ese asunto no se resuelve y las emociones se quedan enquistadas, da igual que hablemos de hace cincuenta años cuando éramos jóvenes, o de hace doscientos cuando teníamos otro cuerpo.


Los que recordamos vidas pasadas y lidiamos con esas emociones a lo largo de los años no tardamos mucho en comprender que esas emociones no van a desaparecer así como así. Y no importa que un terapeuta te lleve a un estado de hipnosis más o menos profundo y te “sugiera” que resuelvas tu problema ya. La sanación instantánea no existe. Y quizás tampoco la no instantánea, porque no se trata de sanar nada, sino simplemente de aceptar e integrar. Si de verdad tenías un trauma al comenzar a recordar —por ejemplo, en mi caso, sufría de ansiedad y depresión— vas a notar que después de un tiempo esos hechos traumáticos te van a afectar menos, y vas a controlar mucho mejor esas emociones. El dolor se va a amortiguar, no va a interferir con tu vida normal, vas a poder hablar de ello de manera más desapegada. Pero eso no se diferencia en nada a superar un shock postraumático que hayas sufrido por un accidente de tráfico en esta vida, o por un atraco a mano armada, o porque estabas trabajando y la sierra que manejabas te dejó sin los dedos de una mano. Y sin embargo, creo que ningún médico, ni posiblemente ningún psiquiatra, le dice a una de estas personas que “tiene que sanar sus emociones”, precisamente porque sabe que todo trauma necesita de un proceso en el que se pasará por todo tipo de emociones, igual que ocurre con el duelo. No sé por qué razón, cuando hablamos de vidas pasadas, parece que hablamos de algo asociado con la “espiritualidad”, cuando en realidad una vida pasada fue igual de física que esta, y probablemente mucho más fastidiada, ya que no contábamos con los avances científicos y tecnológicos con los que contamos ahora.

Pero entonces, si resulta que el sentido de recordar vidas pasadas no es la sanación, ¿cuál es? ¿Por qué recordamos vidas pasadas? ¿Qué sentido tiene recordar que viviste ciertos acontecimientos con una persona determinada si esta persona no recuerda? ¿Qué sentido tiene recordar cómo me afeitaba en el siglo XVI o cómo era la pila en la que fregaba los cacharros en el siglo XIX si se supone que recordamos para sanar? La conclusión a la que he llegado es que no hay una razón clara y definida por la que recordamos vidas pasadas. Nunca me cansaré de decir que la reencarnación es un fenómeno natural y universal, y no me importa que me miren con cara de incredulidad. Sí, natural y universal. Y todos podemos recordar… si lo necesitamos, si decidimos abrir la puerta, si es eso lo que queremos (y a veces incluso sin quererlo, al menos aparentemente). Dicho con otras palabras, cada día estoy más convencida de que recordar es simplemente una opción personal. Puede que esto lo decidamos antes de encarnar o quizá durante la propia encarnación, a mí eso no me preocupa demasiado. Y además, es un proceso totalmente individual, introspectivo, que solo sirve para la persona que lo experimenta, en función de sus necesidades en ese momento. Sin duda, recordar vidas pasadas no sirve para demostrar la reencarnación. No sirve tampoco para organizar una secta, ni para cambiar el mundo, ni para elevar el grado de consciencia de los seres humanos, ni para que evolucionemos espiritualmente, ni para “sanarnos” de nada, porque no hay nada que sanar. Creo firmemente que recordar vidas pasadas es solo una manifestación más de nuestra naturaleza humana, de nuestra psique si se quiere. Es tan natural como respirar, y todos recordamos en mayor o menos medida aunque no seamos conscientes de ello, aunque hayamos olvidado o jamás hayamos reparado en ello. Por tanto, recordar tiene el mismo sentido que otras cosas que existen en la naturaleza: tal vez ninguno, tal vez el que nosotros queramos darle. He conocido decenas de personas que recuerdan, y cada una tiene su propia forma de enfrentarse a esos recuerdos, cada una sigue su propio camino según lo que le dicte el corazón, y cada una llega a sus propias conclusiones. Algunos prefieren dejar todo atrás, otros prefieren hacer de la reencarnación una parte más de sus vidas, y no, no por ello viven perdidos en el pasado o están menos sanos que los demás. Todo depende de cómo quieras tomarte las cosas, de qué es lo que quieres hacer con tu vida, de cómo decides utilizar los instrumentos que nos dan. No hay necesidad de buscar más allá ni de perderte en creencias que no tienen por qué ser ciertas.

Querer buscarle un sentido trascendental a recordar vidas pasadas, o incluso a la reencarnación en sí misma, quizá sea equivalente a querer ver dioses en fenómenos naturales como el trueno o el relámpago. Los humanos necesitamos darle un sentido a todo aquello que observamos y no comprendemos. Y la historia nos dice que en el pasado, en la mayor parte de las ocasiones, estábamos equivocados.

Entradas relacionadas:
Reflexiones sobre la sanación. 

 

ACTUALIZACIÓN 10/9/2016


Curiosamente, ayer leía en el libro Old Souls de Tom Shroder: 
“En muchos de los casos de Stevenson, los niños parecen mostrar fobias relacionadas de algún modo con sus recuerdos de vidas anteriores. Stevenson encontraba esto intrigante. También explicaba por qué él era escéptico acerca de la presunción detrás de la idea de la regresión hipnótica a vidas pasadas, que tras ‘revivir’ traumas de vidas pasadas, los síntomas de la vida presente del paciente desaparecen.
—La mayoría de los niños que he estudiado recuerdan traumas de vidas pasadas con gran detalle —me había dicho—. Eso no hace que dejen de tener fobias.”
Y sin embargo, en un caso que estaba estudiando, alguien que había muerto en un accidente de tráfico afirmaba que le encantaban las carreras de Fórmula 1. Por tanto, quizá deberíamos tener mucho cuidado a la hora de hacer generalizaciones. Y, sobre todo, dejar atrás tantas ideas equivocadas que tenemos sobre la hipnosis regresiva y la forma en la que las personas superamos nuestros traumas de vidas pasadas… si es que los tenemos.

   

jueves, 1 de septiembre de 2016

¡No sé meditar!

Demos unos consejos prácticos hoy. Ya sabemos que la meditación es una de los principales métodos que tenemos para recordar vidas pasadas. ¿Cómo? ¿Que no lo sabías? ¿Que llevas diez años acudiendo a un centro de meditación y nunca te han dicho que la puedes usar para recordar vidas pasadas? Sí, suele pasar... porque la reencarnación es un tema un tanto incómodo para muchas personas, y sospecho que prefieren evitarlo. Sin embargo, es una de las cosas que primero aprendí cuando empecé a investigar. En otros países se ve de manera mucho más natural. Y no, meditar no es tan complicado como parece.

¿Que eres incapaz de estarte quieto en un sitio? ¿Que no puedes poner tu mente en blanco por más de dos segundos? Quizá tienes un concepto algo equivocado de lo que es la meditación.

Veamos, según la Wikipedia:
La meditación es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio o para reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado/a con ese contenido, o como un fin en sí misma.

El término meditación refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qi, ki, chi, prana, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón. Una forma particularmente ambiciosa de meditación tiene como fin conseguir sostener la concentración en un punto sin esfuerzo, enfocado a habilitar en su practicante un estado de bienestar en cualquier actividad de la vida.

Hmm... interesante. Si es que has entendido algo, porque yo no, entre otras cosas porque no tengo ni idea de lo que es el prana y lo de “sostener la concentración en un punto sin esfuerzo” me suena a chino. Y menos mal que hemos recurrido a la Wikipedia...

Si sigues mínimamente mi blog o conoces mi libro La Caja de Pandora, sabrás que uno de mis principales consejos es: no te compliques la vida. Yo lo hice en su tiempo, mucho antes de empezar a recordar vidas pasadas, mucho antes de saber que mediante meditación podía recordar (porque mi única intención era aprender a meditar). Me fui a una librería y me compré un librito que parecía bastante esclarecedor, pero todo lo que tenía de fino lo tenía también de infumable. No entendí ni una palabra, y en la práctica no me sirvió absolutamente para nada. Dinero malgastado.

Años después encontré el foro Child Past Lives, y allí, gratis, encontré los consejos realmente útiles que había estado buscando. Ahora tú también los tienes disponibles en Foro Reencarnación


En palabras sencillas, la meditación es un estado alterado de consciencia, sí, pero no te imagines nada extraño con esto. Esto solo quiere decir que es un estado distinto al de la vigilia, igual que lo es el sueño. Que sea un alterado de consciencia no significa que estés necesariamente en un trance tipo “pínchame con una aguja que no voy a sentir nada” o que hayas perdido el conocimiento, aunque yo en muchas ocasiones sí que utilizo la palabra “trance”, porque lo que sí es verdad es que tu mente está funcionando de manera distinta y necesito de algún término para diferenciarlo.

Ahora, ¿cómo llegas ahí? ¿Poniendo los ojos en blanco y sin pensar en nada? No. ¿Sentándote inmóvil en un cojín y recitando el mantra OM hasta que empiezas a sentir calambres en las piernas? No. ¿Fumando un poco de marihuana y observando cómo las volutas de humo cogen formas de animalitos? No, tampoco, esto último tiene otro nombre. 
Meditar supone principalmente entrar en un estado profundo de relajación, tanto del cuerpo como de la mente. Bueno, quizá quitaría lo de profundo, porque a veces ni siquiera hace falta que sea tan profundo para entrar en “trance”. Muchas personas no saben que estar viendo la tele, prestando un mínimo de atención, de modo que tus preocupaciones de la vida diaria quedan en un segundo plano, ya es un estado muy próximo a la meditación. Conducir un buen rato por una carretera, escuchando o no música, prestando un mínimo de atención (por tu bien) de manera que al mismo tiempo puedes ir pensando relajadamente en qué te vas a hacer para cenar, ya se parece mucho a meditar. ¿No te ha pasado nunca que llegas a tu destino y apenas te acuerdas de por dónde has pasado porque ibas distraído en tus pensamientos? ¿Crees que es casualidad que los niños tienen recuerdos espontáneos de vidas pasadas cuando van en coche o les estás bañando? Pues ya sabes por qué...

Por supuesto, normalmente vivimos abrumados por el estrés, por lo que relajarnos no es tan fácil. En este caso tendrás que ponerte cómodo, pero no tan cómodo como para que te vayas a quedar dormido. Si no estás muy cansado, puede que te sirva tumbarte en la cama. Personalmente prefiero un sofá, para tener la espalda recta y poder apoyar levemente la cabeza en el respaldo. Tampoco debes estar muy cansado mentalmente, porque entonces no encontrarás la voluntad necesaria para hacer que la mente deje de distraerse en cosas que ahora mismo no tienen importancia.

Una vez que estés cómodo, respira profundamente cinco o seis veces, de modo que sientas cómo el ritmo de tu corazón se enlentece. ¿Que no lo logras? Pues respira más. Relaja cada parte de tu cuerpo individualmente. Si no sabes cómo hacerlo, ayúdate de un vídeo o grabación que encontrarás en internet. Hay cientos de ellas.

El segundo punto en toda meditación es alcanzar un estado de concentración mental que te mantenga alerta pero que no te suponga un excesivo esfuerzo. Quizá esto es lo más difícil de conseguir. Es decir, tu mente ha de estar relajada, pero no dormida. Tiene que estar activa, pero no hiperactiva. No es el estado de concentración que tienes cuando estás estudiando o tratando de memorizar, sino el estado de concentración que tienes cuando estás viendo algo en la tele sin prestar excesiva atención. Debes OBSERVAR. Por algo a la meditación también se le llama “estado de contemplación”. Muchas personas creen que el fin último es tener la mente en blanco. Nada más lejos de la realidad. El estado natural de la mente es pensar. Todo el tiempo. Tú debes tener la voluntad de cambiar esos pensamientos y dirigirlos a lo que realmente quieres hacer, que quizá no es recordar vidas pasadas, sino sentir compasión por los demás, como decía el artículo de la Wikipedia, o al menos dejar de odiar a tu suegra. El objetivo lo pones tú, pero cualquiera que sea el objetivo, lo primero que tienes que hacer es acallar tu mente, porque nada lograrás si sigues preocupado por el informe que tienes que presentar mañana en el trabajo o en el arañazo que te han hecho en el coche y que quieres llevar a reparar. Tienes que olvidarte de los asuntos mundanos, los que tienen lugar en el mundo exterior, y centrarte en ti mismo, en tu interior. Esto puede que lo consigas dejando la mente en blanco, pero normalmente es más fácil si utilizas la meditación activa, que es sinónimo de visualización creativa. Y por si alguien se lo está preguntando, NO, esto aún no es recordar vidas pasadas, porque los recuerdos no te los imaginas, los recuerdos vienen por sí solos. La línea entre imaginar y recordar puede parece delgada, eso es cierto, pero esto solo ocurre hasta el momento en el que empiezas a experimentar.   


  
¿En qué consiste la meditación activa? Para conseguir ese estado de concentración ideal es muy bueno que te imagines alguna escena que te haga sentir bien. Esta es la única inducción que encontrarás en las grabaciones de autohipnosis. Puedes seguir sus indicaciones o crear tu propio escenario, y cuando te sientas lo suficientemente relajado y concentrado, entonces puedes introducir un elemento que te lleve a una vida pasada, aunque esto no implica que siempre vayas a tener éxito. Yo tengo varios escenarios favoritos. El que más utilizo es el del jardín, al que llego bajando unas escaleras. Con cada peldaño que bajo, me voy relajando más y más. Una vez que termino de bajar la escalera, llego a una especie de salón, y ahí hay una puerta que conduce al jardín. Según el día, este jardín aparece de una forma u otra. A veces es de día, otras veces es de noche. A veces los árboles son frondosos, otras veces las hojas están amarillentas y se caen. Siempre suelo ir a visitar a mis bonsáis, todos distintos y tan bonitos. Paseo un buen rato y busco un sitio donde descansar. A veces es suficiente con encontrar una hamaca, me tumbo ahí y entonces espero a que surjan las imágenes del pasado. Otras veces tengo que llegar al que yo llamo río de la Vida. Hacia la derecha está su nacimiento, y de ahí es donde vienen los recuerdos de mis vidas pasadas. Y cuando quiero profundizar aún más y acceder a recuerdos que podrían ser algo más fuertes o traumáticos, voy hasta la entrada de una cueva oscura, que tiene una puerta de barrotes de hierro con candado. Debo abrirla con plena consciencia, bajar a la oscuridad húmeda, y vencer mi propio miedo para enfrentarme a esos recuerdos. Es fundamental sentirte preparado y darte permiso para ver algunas cosas.

Aparte de la visualización creativa, existe otro método que a mí me ha dado muy buenos resultados: conectarte con el corazón. Dicen que en el tercer ojo se registran los hechos, mientras que en el corazón se registran las emociones. Tienes que sincronizar ambos para empezar a ver y a sentir tus recuerdos de vidas pasadas. Si has hecho una pregunta antes, es muy importante que primero te olvides de esa pregunta, porque viene de tu mente lógica y ahora tienes que conectar con tu mente intuitiva. Después:
  • Cierra los ojos.
  • Intenta estar presente EN tu cuerpo.
  • Mueve tu mano sobre tu corazón, a unos 12 cm. aproximadamente.  
  • Siente la vibración en el centro de tu corazón.
  • Nota cómo tu consciencia se expande.
  • Imagina una línea de luz que parte de tu corazón y se conecta con el centro de tu frente, que es donde se encuentra el chakra del tercer ojo.
               
No tengas miedo de las emociones. Si has notado cómo en tu corazón había cualquier cosa, como odio, tristeza, rabia... SIÉNTELO, concéntrate en ello, y deja que la conexión con tu tercer ojo haga aparecer la parte visual de esa sensación. Puede que empieces a ver cómo y dónde se originaron esas emociones. Vívelas hasta el final, porque ese es el primer paso para la sanación, si es que hay algo que sanar.

Además, no hace falta permanecer inmóvil para meditar. De hecho, mientras estás en trance, necesitarás moverte. Y recuerda que existen muchas prácticas que inducen estados de meditación y que son muy recomendables para tu salud física y mental: tienes el yoga, el Qi Gong o Chi Kung, el Tai Chi, incluso, si te atreves, la danza sufí que practican los derviches de Turquía.

¿Sorprendido? Esto es meditar, ni más ni menos.

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La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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