jueves, 30 de octubre de 2014

No busquéis respuestas (aquí).

Hay personas que parecen pensar que lo que escribo en el blog es mentira... digo “parecen pensar” porque dudo si alguna vez se lo han llegado a leer entero, porque si no, no me explico que me lancen acusaciones sin ningún fundamento como explicaré a continuación. Con leer no me refiero ni siquiera a las entradas normales, sino a las advertencias y aclaraciones varias que hay todo alrededor. Por si acaso, voy a copiar lo que tengo abajo del todo y que lleva ahí desde el primer día que abrí el blog, no sea que les haya pasado desapercibido:

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.


Otros sí dicen haberlo leído y aún así me acusan de querer imponer mi propia verdad, obviando las repetidas veces que empiezo las frases con “en mi opinión”, “según mi experiencia” y otras expresiones que utilizo para dejar claro que lo que pienso es fruto de todo lo que he leído a lo largo de toda mi vida, de lo que he aprendido de las experiencias de otras personas, y sobre todo, de mis propias experiencias. Aún así, hay personas que incluso se toman la molestia de acudir a mi foro, sin que medie provocación alguna por mi parte, para llamarme unas cuantas cosas que voy a obviar, decirme que mi apertura de mente deja bastante que desear, y que lo único que quiero es imponer mi propia “verdad”. Por cierto, esta “verdad”, qué casualidad, es la “no existencia” del karma, justamente lo que comentaba hace unos días... básicamente se repitió la misma historia pero en otro idioma, lo que prueba que las conductas humanas son internacionales, predecibles, y en poco tiempo a lo mejor hasta tengo una ley que las englobe (si es que no están ya en algún manual de sociología o antropología).

Bueno, aún estoy pálida de la impresión. Vale, más que pálida, estoy que aún no salgo de mi asombro, por el comportamiento que algunos muestran en internet. Pero por si quedase alguna duda, voy a aclarar unos cuantos puntos a los lectores habituales del blog, que sí, ya sé que no tenéis por qué aguantar esto, pero es lo que hay en la red, es parte de la vida del reencarnacionista, sobre todo si eres un reencarnacionista con más de dos dedos de frente que piensas por ti mismo y que eres perfectamente consciente de que no sabemos nada y que solo tenemos hipótesis para tratar de explicar cómo funciona la reencarnación.

Sé que muchos de los que llegáis al blog lo hacéis a través de Google. Ponéis un texto que resuma aquello que queréis saber, como “recordar mi vida pasada”, “¿los animales se reencarnan?” o “maldito karma que no me deja vivir”, y aparecéis aquí casi por arte de magia, esperando que de pronto alguien os resolverá todas vuestras dudas. Pues bien, lo he dicho otras veces, pero lo volveré a decir: no os hagáis ilusiones. Absolutamente nadie tiene todas las respuestas. Ni yo, ni vuestro médico, ni ese científico que lleva décadas investigando experiencias cercanas a la muerte, ni ese señor tan espiritual que va por el décimo libro y da consejos tan bonitos sobre cómo afrontar la vida, ni ese que dice poder llevarte a una vida pasada por Skype y ha hecho miles o cientos de miles de regresiones.

“¿Por qué?”, os preguntaréis. “Si no tienes las respuestas, ¿por qué escribes un blog? ¿Por qué estás a punto de publicar un libro? ¿Por qué hablas con tanta seguridad de cosas como que la muerte no es el fin cuando a la mayoría de nosotros nos asusta?” Bien, la respuesta es sencilla: porque soy humana y siento la necesidad de transmitir lo que he vivido en los últimos años. Quizá tengo algo más de experiencia que tú, pero no te engañes, no somos tan distintos. Hace tres años yo estaba como tú, tratando de averiguar si era posible que hubiese vivido antes. Usé Google igual que tú, y acabé en un foro con personas como yo que habían tenido sus propias experiencias. Y yo aprendí de ellas. No soy vidente como algunos creían hace tiempo. No tengo ningún poder especial para hacer que recuerdes una vida pasada y desde luego no te cobraría nada por charlar contigo por Skype o enseñarte a hacer autohipnosis. Sí, podría intentar engañarte y decirte que tengo claro cómo funciona todo, que lo que te pasa es resultado de tu mal karma, o que para que seas feliz tienes que dejar de estar deprimido y enfurruñado e imaginarte una bonita nube de color de rosa cuando te levantes por las mañanas. Podría estar horas y horas predicando sobre reencarnación, porque de eso sé bastante ahora, no te lo puedo negar. Llevo toda mi vida estudiando fenómenos paranormales, en los últimos años me he centrado en la reencarnación porque me tocaba de cerca y siempre quiero saber más, y ello fue porque por casualidad comencé a recordar supuestas vidas pasadas. “¿Por casualidad?”, te preguntarás. Sí, por casualidad. Porque no soy nadie especial, como dije no tengo ningún poder psíquico, ni vino nadie con su péndulo a hipnotizarme, ni he estudiado con ningún “maestro espiritual” en la academia de meditación de mi barrio. No puedo engañarte porque soy humana como tú. He leído mucho, sí. Pero eso también lo puedes hacer tú, ¿verdad? Incluso si te da pereza ponerte a buscar los libros que tengo en la biblioteca del blog, puedes preguntarme y yo te contaré lo que he leído, incluso te hablaré de mi experiencia personal recordando vidas pasadas. Pero no puedo engañarte y decirte que lo sé todo, porque la realidad es que no sé mucho más que tú. Sí, sé que viví antes y que he reencarnado. Me costó un tiempo llegar a esa conclusión, pero lo hice con constancia y esfuerzo. No dudes de que tú también puedes llegar hasta aquí. ¿Sabes por qué? Porque igual que yo aprendí sola, tú también puedes hacerlo. ¿Quieres recordar vidas pasadas? ¿Crees que estás preparado para conocerte mejor a ti mismo, tanto lo bueno como lo malo? Pues adelante, en la página Recordar vidas pasadas tienes ya muchas claves para empezar. Tienes mi ayuda (sí, eso sí que parece un milagro, porque ni siquiera tienes que pedirla ni tampoco te voy a cobrar por ello), pero el camino es solo tuyo, igual que mi camino fue —y lo sigue siendo— completamente único, individual... y muy, muy solitario.

Eso sí, permíteme que te dé un consejo muy importante: cuando comiences este camino tropezarás con muchas personas que querrán aprovecharse de ti. Sí, esto también ocurre en la vida real, y el mundo de la reencarnación no es distinto a la vida real, a pesar de que muchos se llaman a sí mismos “espirituales” y crean estar por encima de ti. Te encontrarás a videntes que te dirán que solo mirándote pueden decirte quién fuiste en una vida pasada. Otros te hablarán de almas gemelas, y quizá no dudarán en decirte que esa persona que tanto te preocupa de tu círculo de amigos es sin duda alguien que conociste en una vida pasada, no importa si ninguno de los dos tiene recuerdos. También te encontrarás otros que te asegurarán que el karma es una realidad, que lo han comprobado, que las cosas funcionan así te lo creas o no, aunque tu razón no termine de encajarlo, y además te dirán que tú no eres nadie para dudar de sus palabras. Ten mucho cuidado con los que dicen ser psicoterapeutas (la cursiva excluye a los verdaderos psicoterapeutas) y lo único que han hecho ha sido aprender a hacer regresiones con un libro de Brian Weiss. Pronto estos creerán que ellos tienen todo el poder en sus manos y que son ellos los que consiguen hacer “sanar” a sus pacientes por alguna especie de inducción hipnótica que solo ellos conocen. Ten mucho, mucho cuidado, porque este peligro es real y mi intuición me dice que esto va a empeorar en los próximos años, porque mi teoría es que cada vez va a haber más gente que tenga experiencias de este tipo y buscará en internet las respuestas, y muchos creerán lo primero que les cuenten.


Yo jamás te voy a mentir, y por eso tal vez te duela lo que digo, como a muchos otros les parece doler que hable tan claramente de lo que me parece bien y de lo que me parece mal. Muchas veces me siento como en la película 300, para esto me gusta utilizar la palabra inglesa “outnumbered”: a los que queremos hablar de la reencarnación desde la ciencia y la racionalidad, nos sobrepasan en número. Y tenemos la batalla perdida. Voy a ser más clara aún: si decides ser un reencarnacionista sensato que no se cree lo primero que le cuentan, te van a llover golpes por todos los lados. Por el lado de los escépticos, y por el lado de los que gustan llenarte la cabeza con rollos espirituales. Tú puedes decidir defenderte o ignorar esos golpes, haz lo que creas más sabio. Yo, como puedes comprobar, no soy muy sabia, y he decidido morir luchando. De momento estoy bastante sola, solo espero que cuando muera haya alguien para sucederme en esta dura guerra que se avecina, y que durará varias décadas, si no siglos...

Por eso creo que es muy importante que me escuches con atención: yo puedo decirte lo que pienso sobre la reencarnación y sobre el misterio de la vida (y la muerte). Pero no te engañes, es solo mi opinión y puedo estar equivocada. No confíes en nadie que te diga que está seguro de cómo funcionan las cosas... no olvides ni por un segundo que él es tan humano como tú. No sabe más que tú, aunque él piense que sí. Se habrá construido sus propias teorías, como hacemos todos, a partir de los datos que tenemos. Pero ni siquiera si juntáramos todos los datos que tenemos actualmente serían suficientes para saber con certeza cómo funcionan las cosas, fíjate si hay cosas por esclarecer... Así que, si quieres recordar vidas pasadas, empieza por tener bien claro que NADIE tiene las respuestas. Así que no las busques aquí tampoco, porque no las encontrarás. Eso sí, encontrarás los medios para que inicies tu propio viaje, un viaje que no tiene fin, y que te llevará hasta donde tú quieras que te lleve. Es en tu interior donde se encuentra todo lo que quieres saber.

Te contaré un último secreto, lector del blog, buscador de respuestas: solo diciendo estas palabras, me granjeo enemigos por todas partes. Me atacan personalmente porque me atrevo a afirmar que el karma no existe, como puedes leer en varias entradas del blog. Algunos incluso me odian por poner en duda sus dogmas que más se asemejan a una religión que a una hipótesis lógica y racional. Parece que les provoco ardor de estómago si les digo que en mi experiencia no he encontrado nada que me haga pensar que el karma es una realidad, y no entienden que el karma no es más que una creencia sin demostrar, no muy distinta a cualquier otra creencia religiosa, al menos eso es lo que deduzco a partir de las reacciones próximas al fanatismo que obtengo. Y no hago más que preguntarme: ¿No será que quieren permanecer en sus propias prisiones que ellos mismos se han construido, como decía Krishnamurti? ¿No será que se ponen nerviosos cuando afirmo que no necesitas a nadie, no los necesitas a ellos, para recordar? Sí, tú solo puedes hacerlo, igual que lo hice yo, igual que lo han hecho decenas de personas que conocí en mi camino, cuando yo también buscaba respuestas... ¿Por qué será que se preocupan tanto por alguien como yo, una persona normal y corriente que un día por casualidad comenzó a recordar vidas pasadas y ni siquiera sabía lo que era una grabación de autohipnosis? ¿Por qué me llaman pedante, como si creyeran que eso me fuera a molestar, especialmente porque no es cierto? (Según acabo de leer en la RAE, un pedante es un engreído, aquel que hace alarde inoportuno de sus conocimientos. La verdad es que no recuerdo haber hecho eso en mi vida). ¿Tal vez me tienen envidia, porque parezco saber más que ellos, que tan seguros están de sus “teorías”? ¿Acaso temen algo de mí, estoy diciendo alguna barbaridad, algo que no pueda comprobar cualquier persona normal que pase por la calle? ¿Acaso no les gusta que piense por mí misma? La verdad es que no lo sé, debo ser tan corta de inteligencia que hasta eso me cuesta comprenderlo. Sin embargo, recordé mis vidas pasadas y llegué a mis propias conclusiones. Si yo pude, tú también puedes hacerlo.

Este blog, como bien dice en uno de los laterales, es para personas que buscan su propia Verdad, para aquellos que están hartos de oír lo mismo de siempre, en boca de los mismos de siempre, aquellos que no aceptan de buenas a primeras lo que les cuenta el “experto” de turno, para aquellos que confían en sí mismos y que saben que solo hay un maestro: ellos mismos. Es un camino para valientes, bastante duro y solitario. Pero vosotros elegís: o buscáis vuestras propias respuestas, o sois engullidos por lo que piensan las masas. A diferencia de otros, yo no busco seguidores, porque no busco controlar a nadie, ni hacerte pensar de una determinada manera, no quiero que estés de acuerdo con lo que lees en el blog, quiero que pienses por ti mismo y que tú mismo seas el que se dé cuenta de que la reencarnación es un hecho, quiero que experimentes la reencarnación y que pases por todas las fases por las que tengas que pasar para llegar adonde llegué yo... o a otro lugar. Lo que no quiero es que te detengas y que te creas lo que otros dicen saber sin que lo compruebes por ti mismo... porque si lo haces, te darás cuenta igual que yo de la gran cantidad de mitos y creencias sin sentido que pululan por la red, respaldadas por personas que se dedican a perpetuar esas mentiras, lo hagan consciente o inconscientemente. Andad listos, y elegid pronto, porque aunque no soy vidente, tal y como están las cosas, preveo que el panorama en cuanto a reencarnación en el mundo hispanohablante se va a poner cada vez más negro...

domingo, 19 de octubre de 2014

Resignación.

Llevo tres días dándole vueltas a cómo escribir esto para no sonar otra vez negativa y frustrada, pero supongo que es inevitable cuando se trata de luchar con escépticos y tratar de hacer llegar al mundo un mensaje que está destinado a perderse en la bodega de un avión o en el carrito del cartero. Me siento como un náufrago abandonado y solo en una isla desierta, y a pesar de que preferiría dejarme morir de hambre y sed, escribir una nota con las últimas fuerzas que me quedan, meterla en una botella y arrojarla al mar, es mi única esperanza. No sé, a lo mejor me sorprendo y de pronto recibo un montón de mensajes de gente diciendo que también se siente igual, como en la canción “Message in a bottle” de Police. Pero de momento no ha sido el caso, como muestra la escasa participación que obtengo en el blog y los varios instantes al día que me dan ganas de cerrar mi foro y poner el cartel:

“Nos hemos ido.
La era de la racionalidad llegó a su fin. 
La era
de la desinformación en internet continúa”.

Después de publicar mi última entrada tuve un pequeño ataque de pánico. Bueno, no exactamente de pánico, pero me dio una especie de escalofrío, porque sabía que me estaba arriesgando mucho. Puedo imaginar con facilidad las caras de los escépticos al leer mis afirmaciones sobre Giordano Bruno, sus sonrisas irónicas pensando “Así que aquí tenemos una loca más que no solo cree en la reencarnación, sino que es tan crédula que cree haber conocido a la reencarnación de Bruno e incluso afirma que aún hoy tiene el mismo sentido del humor. Y luego quieren que los tomemos en serio...” Me pregunto por qué un escéptico llegaría aquí y se pondría a leer estas líneas, la verdad, aunque sé que algunos de ellos son lo suficientemente retorcidos como para hacerlo, para así poder seguir criticando y hablando de algo que están muy lejos de poder entender. Los reencarnacionistas (al menos algunos de nosotros) vivimos en un miedo constante, en una lucha interna entre la necesidad de expresar lo que sentimos, el deseo de decirle a la gente lo que hemos descubierto, y, por otra parte, el miedo a hacer el ridículo o a que nos tomen por locos. Además, poseo una parte científica muy importante, y por ello me entristece que aún nos queden cientos de años para que la ciencia se tome en serio la posibilidad de la reencarnación, más en un país tan ignorante como el nuestro. Me entristece porque hay científicos interesados en estudiarla, pero por lo general son menospreciados e ignorados por sus propios compañeros, del mismo modo que los pocos médicos españoles que se han atrevido a hablar de ECM’s o de regresiones han tenido que enfrentarse a las burlas de los demás (y al pobre Ian Stevenson, que en paz descanse, casi se lo comieron sus propias colegas de la Universidad de Virginia). Yo misma pude comprobar cómo era tratada en un grupo supuestamente científico cuando trataba de arrojar luz sobre esta cuestión, citando trabajos tan importantes como los del propio Ian Stevenson o Jim B. Tucker... y en este momento, ante la sola posibilidad de ver un vídeo en el que un conocido psiquiatra habla de otras vidas (un psiquiatra que se está haciendo muy mediático no sé por qué extraña razón), cuya opinión, según lo que se puede desprender a partir de la forma en que fui tratada en ese grupo, no puede ser muy positiva, me echo a temblar. No de miedo, sino de puro cabreo interno. Porque a estas alturas, cualquier persona, científica o no, diciéndome que la reencarnación no existe y que todos nuestros supuestos recuerdos son solo fantasías, solo me demuestra que no tiene la menor idea de lo que es recordar vidas pasadas y/o es incapaz de desprenderse de los prejuicios que tanto abundan en nuestra sociedad.

[Advertencia: aclaro desde ya que mientras acababa de escribir esta entrada junté el valor necesario para ver el vídeo que me costó cuatro días descargar, debido a que mi actual situación de desempleo no me da para pagar una conexión ADSL, y después de hacerlo me invadió una sensación muy placentera de total alivio, al comprobar que habían puesto un título que no se correspondía al verdadero contenido de la conferencia, que era la misma aburrida conferencia sobre experiencias cercanas a la muerte a la que había asistido en persona unos meses atrás. El alivio fue porque estoy segura de que me habría costado un buen disgusto el comprobar cómo algunas personas se empeñan en hablar de lo que no saben. Esta entrada solo es muestra de lo quemada que puede llegar a estar una reencarnacionista por ver siempre las mismas historietas en internet en lugar de ser testigo de algún avance, por pequeño que sea, ya sea en el mundo científico o en el paranormal. La verdad es que me gustaría estar hablando de otra cosa y no de escépticos, pero lo hago porque necesito desahogarme y porque hablo de sentimientos muy comunes entre los reencarnacionistas, tal vez incluso algún lector se sienta identificado].

El problema es que he llegado a un punto en el que ya me da igual (aunque no lo parezca). Por la experiencia de otros compañeros de viaje, que llevan recordando decenas de años, algunos incluso desde su niñez, sé que ese punto nos acaba llegando a todos los reencarnacionistas. A mí me está costando asumirlo por mi espíritu revolucionario y porque no me da la gana callarme (creo que esto último es un posible trauma de vida pasada, por haber estado callada demasiado tiempo). Yo no tengo nada que envidiar a ninguno de los que salen en los debates de Cuarto Milenio: tengo mis títulos, soy bastante inteligente, huyo de los videntes y de cualquier parafernalia espiritual como de la peste, pienso por mí misma... pero claro, como quiero mantener mi anonimato, no me interesa la fama, no me gano la vida dando conferencias, y prácticamente solo me muevo en foros, mi experiencia y mi testimonio permanecerán en la sombra como los de muchos otros compañeros que también recuerdan sus vidas pasadas. Después de varios años moviéndome en internet y viendo cómo está el percal en mi país, me he dado cuenta de que nosotros somos los únicos que sabemos de verdad sobre reencarnación. Y como aún no es posible publicar artículos científicos en revistas de prestigio, ni hacer encuestas cuyos resultados vayan a interesar a la comunidad científica, ni podemos aún planificar experimentos para demostrar la existencia del alma, ni tampoco vamos por ahí vendiendo que somos discípulos de Weiss y podemos sanarte en una sola regresión, y seguramente nos ven como unos locos que viven presa de sus propios delirios y fantasías, nos vemos obligados a teorizar en la sombra y a compartir nuestras experiencias solo con gente que sabemos nos comprenderán. A mí nunca me llamarán de un programa de televisión para hablar sobre otras vidas. Y si me llamaran, tampoco iba a ir, tal y como está el patio. Lo peor es que mientras tanto tengo que sufrir a varios personajillos subiendo sus vídeos a internet y opinando sobre el tema sin tener ni idea de lo que significa recordar vidas pasadas, sin haber hablado con personas que llevan años recordando, sin saber ni siquiera que la autohipnosis NO es una autoinducción, o teorizando sobre el karma cuando se ve a la legua que no recuerdan sus vidas pasadas. Si no recuerdas tus vidas pasadas, ¿cómo puedes saber si existe o no el karma? ¿Y por qué la gente que cree en el karma no va y le pregunta a los que recuerdan vidas pasadas, a ver qué piensan?


El caso es que me he resignado a ser una insignificante gota de agua en la inmensidad de la red. Puedo gritar todo lo que quiera, pero no se me va a oír porque algunos dan por supuesto que en la red solo hay palabras y palabras sin ninguna base, en lugar de personas racionales que también tienen dos dedos de frente y saben diferenciar la estupidez de lo que no lo es (somos pocos pero existimos). La gran mayoría, al leer mi blog, ni siquiera preguntarán ni comentarán, por desgana, comodidad, o puro desinterés, y dejarán pasar la gran oportunidad de poder llegar a tener la certeza de que la muerte no es el fin y la reencarnación un hecho. Se quedarán con una visión muy parcial del asunto, porque no sabrán ni la décima parte de lo que hay detrás de esta búsqueda. Nunca fue el propósito de este blog, ni lo será, pero jamás sabrán de los últimos intensos tres años de mi vida y cómo por casualidad comencé a ver en mi mente lo que parecían ser recuerdos de otras vidas. Jamás sabrán todo lo que estudié e investigué en páginas y foros de habla inglesa para averiguar qué diablos me estaba pasando. Jamás sabrán cuáles son mis problemas íntimos y cómo encontré la respuesta en mis vidas pasadas, ni cómo algunos de esos problemas me siguen afectando hoy y qué hago para mantenerlos a raya. Ningún lector de este blog, ni uno solo (bueno, quizá uno o dos), sabe de las experiencias desgarradoras de otras personas que he conocido y que no pueden hablar debido a la intolerancia del mundo en el que vivimos. Porque a pesar de sentirme extraordinariamente sola, no lo estoy. Todos los días conozco a personas que prueban las técnicas que ya todos conocemos y obtienen resultados, y los verifican. Estas personas no son todas conocidas por los terapeutas de vidas pasadas, porque a pesar de que algunos de ellos se piensan que tienen la exclusividad o el privilegio de ser los únicos que pueden hacer a la gente recordar sus vidas pasadas, la mayoría de nosotros no acudimos a ellos y creamos nuestras propias comunidades donde poder hablar con tranquilidad de lo que nos preocupa. Por un lado me molesta, y hasta me hierve la sangre, si alguien insinúa que todo esto son fantasías, ilusiones, extraños mecanismos de la mente para dar explicación a problemas sin resolver... Y un cuerno. Francamente, eso es un insulto a mi inteligencia y a la de todos mis compañeros. La gente puede parlotear todo lo que quiera sobre reencarnación, desde la teoría, y ridiculizar a los que decimos recordar, sin saber en qué consiste una verificación, sin experimentar en propia piel lo que es verte en el cuerpo de otra persona y darte cuenta de que las emociones que afectaron a esa persona te siguen afectando a ti hoy, sin molestarse en conocer de verdad a alguien que se atreve a afirmar públicamente que tiene una vida pasada famosa, sin ni siquiera saber que los niños que recuerdan vidas pasadas no solo están en los libros (en España ni siquiera eso), o que no hace falta una regresión para recordar. Muchos recurrirán a las teorías más ridículas para explicar algo que se niegan a aceptar, como la posibilidad de que estemos accediendo a información de la “matrix”, sea eso lo que sea... Pero solo el que recuerda sabe que eso no se sostiene por ningún sitio. Es muy fácil hablar sin saber... Por otro lado, he aprendido a vivir sabiendo que habitamos en mundos paralelos: ellos van a su ritmo, nosotros al nuestro. Las cosas son así y no ganamos nada lamentándonos. Ellos seguirán estancados en sus creencias y en sus dudas y en sus aparentemente grandes razonamientos científicos o pseudocientíficos. Nosotros seguiremos avanzando poco a poco, ganando en conocimiento espiritual y humano, transformándonos en personas distintas a las que éramos, porque ahora tenemos la certeza de que somos inmortales y nacemos y morimos incontables veces. Y seguiremos siendo testigos de cómo la humanidad sigue perdida, dando palos de ciego, con las respuestas tan cerca... porque es muy fácil cerrarse en banda a una realidad que puede golpearte en plena cabeza si solo le das una pequeña oportunidad. Y no hay nada mágico en ello, ni nada espiritual, ni hay que buscarle tres pies al gato. La reencarnación es un hecho, y no tengo la menor duda de que el que no lo ve así es por falta de información (en gran parte totalmente científica, por cierto), y sobre todo, por falta de experiencias propias.

¿Qué otra cosa puedo hacer más que resignarme? ¿Qué sentido tiene sumergirme en una lucha que sé no puedo ganar? Evitando a los escépticos gano tiempo para continuar mi maravilloso camino de autoconocimiento y de comprensión del mundo, hablando con respeto y educación con otras personas cuyos caminos han sido y son igual de fascinantes que el mío, viendo con mis propios ojos cómo las evidencias están ahí, si solo sabemos buscar, teniendo la oportunidad cada día de poder preguntar a personas totalmente normales, sensatas e incluso mucho más serias que yo, y que dicen ser la reencarnación de personajes muy conocidos por la historia, cómo han recordado, cómo lo viven, a qué consecuencias se enfrentan hoy en día, qué cambiarían de sus vidas pasadas... Hablar con ellos es infinitamente más constructivo y esclarecedor, sorprendente, muchas veces, y te deja sin palabras y sin dudas de que la reencarnación tiene que ser un hecho, digan lo que digan los que no se molestan en llegar al fondo del asunto. Sin duda, es más fácil hablar sin saber que dedicar unos cuantos años de tu vida a investigar en serio y sacar tus propias conclusiones. Es más fácil mirar por encima del hombro con una sonrisa irónica en tus labios y escudarte en tu educación científica para afirmar “Toda esta gente está equivocada”. Lo que realmente me molesta es que habrá gente que les creerá porque tampoco ellos están abiertos a la posibilidad de la reencarnación. Seguirán pensando que los reencarnacionistas estamos todos locos... y mientras se perderán un viaje fascinante a su propio pasado que, entre otras cosas, les hará perder el miedo a la muerte.

Pero ya me da igual. Tal vez el mundo no está preparado para lo que los reencarnacionistas tenemos que decir. Bueno, no: retiro el “tal vez”. Hace tiempo que sé que no está preparado. Y es muy triste, pero es lo que hay.

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martes, 14 de octubre de 2014

Giordano Bruno: mi pequeño homenaje.

Estoy contenta porque en los últimos días me estoy poniendo al día en cuanto a antiguos libros que tenía pendientes de leer. Uno era el que comenté en mi entrada anterior (no doy el título porque conozco al autor y no quiero que encuentre este blog, ya sea de manera accidental o no), y otro es Giordano Bruno. Filósofo y hereje, de Ingrid D. Rowland. Lo encontré por casualidad en una librería de mi ciudad a un precio muy razonable, y al contrario de lo que se puede pensar, no lo adquirí por ser conocedora de las razones que le llevaron a la hoguera, entre ellas su creencia y defensa de la reencarnación, sino porque llevaba mucho tiempo carteándome con alguien que dice haber sido él, y tenía mucha curiosidad por conocer en profundidad una de las muchas vidas pasadas que recuerda. Esta persona es extraordinariamente discreta, y a pesar de tener varias vidas pasadas famosas, se cuida mucho de hablar en público de ellas, salvo en lugares seguros. Como todos nosotros (reencarnacionistas serios y racionales) sabemos, es peligroso moverse en círculos no reencarnacionistas, más cuando se trata de hablar de cosas tan delicadas como son las vidas pasadas famosas, así que nos reunimos en nuestros foros casi como si fueran secretos cónclaves en los que poder hablar en profundidad de todo lo que nos preocupa, sin las miradas ignorantes y burlonas de los no reencarnacionistas.

Yo también soy extraordinariamente discreta, y considero que la privacidad de las personas que me voy encontrando por el camino, y el respeto a sus vidas pasadas, son sagrados. Por ello, no suelo hacer este tipo de referencias tan claras a las vidas pasadas de mis compañeros de viaje. Si lo hago en esta ocasión es porque estoy segura de que nadie o casi nadie va a llegar hasta ella, en ningún momento voy a mencionar su nombre actual, y porque en realidad la entrada no tiene nada que ver con la persona que es en la actualidad (por cierto, a día de hoy es alguien que mantiene todos y cada uno de los rasgos de cordura que toda persona debe mantener, y cumple de sobra los Criterios de credibilidad de vidas pasadas), sino con la persona que fue. Alguien por quien, después de leer el libro, siento aún más simpatía de la que sentía antes, porque me he dado cuenta de que tengo muchas cosas en común con él (Bruno)... y algunas de ellas las seguimos teniendo hoy en día, hecho que no deja de resultarme curioso. También me resulta muy divertido comprobar las similitudes en la personalidad, incluso en las creencias, que hay entre ellas (quien fue y quien es). Y también añado que es una de las personas que más me ha hecho pensar y de las que más he aprendido desde que comencé a recordar vidas pasadas.  

El libro me ha decepcionado un poco porque no menciona casi la reencarnación, pero creo que como biografía no está mal, sobre todo los últimos capítulos donde se deja muy claro cuáles fueron las acusaciones que finalmente llevaron a Bruno a la hoguera. En una búsqueda rápida en internet no he encontrado demasiada información, pero quien no conozca a esta figura histórica agradecerá este pequeño resumen de su biografía:

GIORDANO BRUNO (1548-1600).
“No es difícil para un turista que pasea por la ciudad de Roma acabar, antes o después, en la plaza de Campo dei Fiori, la plaza del mercado. No es una plaza de las más hermosas, ni se la puede comparar con las vecinas plaza Farnese o la impresionante plaza Navona con su obelisco, sus fuentes de Bernini, la Iglesia de Santa Inés de Borromini, etc. Sin embargo, la plaza de Campo dei Fiori, a pesar de estar rodeada de casas más bien sobrias y de aspecto austero, es una de las más populares entre los romanos. Y ello, además del mercado al aire libre de flores y alimentación (que causaría horror a los inspectores españoles de sanidad), sobre todo por una estatua que se halla en medio de la plaza.
Se trata de un fraile encapuchado y lo curioso de dicha estatua es que fue erigida por el estado italiano laico en 1889, tras la conquista de Roma, por supuesto no por devoción a la vida religiosa y mucho menos a la Iglesia, sino todo lo contrario, precisamente como provocación a la Iglesia, como bien saben los romanos aún sin tener que leer las inscripción de la estatua en la que se rinde honor a dicho fraile “qui dove il rogo arse”, esto es, donde fue quemado por la inquisición. Y no es extraño ver de vez en cuando a los pies de la estatua coronas o ramos de flores de la gente que rinde homenaje al ajusticiado por la Iglesia. 
El encapuchado que desde lo alto del monumento mira con cara arrogante hacia el Vaticano, como desafiando, es Giordano Bruno (1548-1600), considerado por muchos un mártir de la cerrazón eclesiástica, pero cuya vida tiene más entresijos de lo que a primera vista parece. Nacido en Nola, población no lejana a Nápoles, ingresó con 17 años en la orden dominicana, en Nápoles, donde años después el mismo escribió que la ciudad tenía en alta consideración a sus hermanos de religión, pero que en realidad eran “burros e ignorantes”. Abandonado el nombre mundano de Filippo, tomó el de Giordano y comenzó la formación religiosa hasta ser ordenado sacerdote en 1572.
Ya un tanto original en sus posturas teológicas durante los años de estudiante, no tardó nada más que cuatro años en ser acusado de herejía, por lo que, después de obtener en 1575 el título de doctor, en 1576 tuvo que viajar a Roma para defenderse de dicha acusación en el convento de Santa Maria sopra Minerva, sede del superior provincial, ante el cual no quiso ceder, por lo que dejó la ciudad y de paso también la orden de Santo Domingo. A partir de ese momento comenzó una peregrinación intelectual por varios países que no parece consiguió hacerle encontrar la paz.
Después de viajar por varias ciudades italianas, llegó en 1579 a Ginebra, ciudad en la que Calvino había instaurado una república protestante y a dicha doctrina se adhirió Bruno, pero con la cual también se pronunció en disconformidad. En una ocasión publicó y distribuyó un panfleto acusando a Calvino de cometer 20 errores en una lectura. Por este motivo fue hecho prisionero hasta que se retractó y abandonó el calvinismo bajo la acusación de coartar la libertad intelectual. Se trasladó a Francia donde, luego de varios tropiezos por la guerra religiosa, después de enseñar astronomía y filosofía en Lyon y Tolosa, fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581.
Hombre de impresionante memoria, hizo famoso en París un método que nemotécnico que llamó “arte de la memoria”. Fascinado por el neoplatonismo y el gnosticismo, parece ser que llegó a sostener teorías panteístas, afirmando que Dios y la creación fueran idénticas. En 1583 viajó a Inglaterra, tras ser nombrado Secretario del embajador francés Michel de Castelnau. Allí se convirtió en asiduo concurrente a las reuniones del poeta Philip Sydney. Enseñó en la Universidad de Oxford la nueva cosmología copernicana atacando las ideas tradicionales. Después de varias discusiones, fue invitado a abandonar Oxford, por lo que en 1585 regresó a París con el embajador, para luego dirigirse a Marburgo, donde dio a la prensa las obras escritas en Londres. En Marburgo retó a los seguidores del aristotelismo a un debate público en el College de Cambrai, donde fue ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país.
Durante los siguientes 5 años vivió en diversos países protestantes donde escribió muchos trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria (siendo uno de los grandes representantes de la tradición hermética). Llegó a demostrar, aunque por métodos falaces, que el Sol es más grande que la Tierra. En 1586 expuso sus ideas en la Sorbona y en el Colegio de Cambray y enseñó Filosofía en la Universidad de Wittenberg, consiguiendo ser excomulgado por los luteranos.
Volvió este inquieto teólogo, expulsado de los calvinistas y excomulgado por los protestantes, en 1590 a Italia, a instancia de Giovanni Mocenigo, veneciano, que estaba muy interesado en su método nemotécnico. Pero no pudiendo conseguir dicho noble el secreto de labios de Bruno, lo denunció en 1591 a la Inquisición veneciana que lo juzgó y ante la que él se defendió diciendo que sus posibles errores eran filosóficos y no teológicos. Intervino en 1593 la Inquisición Romana, que pidió su extradición, y Giordano Bruno fue encarcelado en Roma, en Castel Sant’Angelo (que Clemente VIII había dedicado a cárcel inquisitorial), durante seis años, sin que los historiadores sepan explicarse bien por qué tardó tantos años en ser juzgado en Roma. Algunos historiadores dicen que se tardó tanto porque se quiso hacer las cosas con detalle y costó mucho tiempo el reunir el “corpus” de las obras de Bruno. No por ello deja de parecer mucho tiempo.
Después de tan larga espera, comenzó en 1599 el juicio romano, dirigido por San Roberto Bellarmino, quien posteriormente llevaría el similar proceso contra Galileo, que concluyó de modo muy diferente. En 1599 se expusieron los cargos en contra de Bruno y en un primer momento el ex-dominico aceptó retractarse de algunas tesis suyas referentes a la humanidad de Cristo y a la virginidad de María, pero a la vez exigió al Papa Clemente que declarase herética la transubstanciación. Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el 20 de enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares. Desconocemos los detalles del proceso porque en 1808, cuando las tropas napoleónicas invadieron Roma, las actas fueron llevadas a París, pues el emperador quería reunir documentos para justificar su invasión de los estados pontificios. Desde entonces, dichas actas no han vuelto a aparecer.
Antes de la sentencia, se intentó en varias ocasiones hacerle entrar en razón, incluso se pidió a varios antiguos amigos suyos dominicos que le convencieran para aceptar la doctrina de la Iglesia, pero no hubo nada que hacer. El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado, por lo que se le excomulgaba. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: “Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla". Según la costumbre del tiempo —que hoy cuesta entender pero que no deberíamos juzgar con nuestros criterios actuales—, fue ejecutado el 17 de febrero de 1600 en la citada plaza de Campo dei Fiori.
Considerado hereje por católicos, luteranos y calvinistas, Giordano Bruno fue un hombre de gran altura intelectual y fuerte voluntad, incluso lo que algunos historiadores han calificado de “cabezonería”, a lo que se añadía una fuerte tendencia a la ironía que solía enfadar a sus contrincantes. Su muerte lo convirtió en héroe para muchos librepensadores y contrarios a la Iglesia, que en su ejecución vieron un acto cruel y despótico de la Iglesia, y que hoy todavía le rinden homenaje en el aniversario de su ejecución”.
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=2988
A pesar de que aquí se dice que no se conocen los detalles del proceso, en el libro que me acabo de leer, a partir de varias fuentes, sí que se consigue reconstruir cuáles fueron los testimonios de varios testigos que acusaron a Giordano Bruno frente a la Inquisición de herejía. Como ya se ha mencionado, el principal acusador fue un tal Giovanni Mocenigo, noble italiano que alojó a Bruno unos dos meses en su casa y que se enfureció bastante cuando Bruno manifestó su intención de irse sin haberle enseñado lo que, según Mocenigo, tenía que haberle enseñado, llegando a encerrarle bajo amenazas de que le pasaría algo grave si no le comunicaba "su secreto". Su testimonio formó parte importante del Sumario que guió a los inquisidores en sus últimas deliberaciones en 1598. Entre otras cosas, declaró:
- “He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que Cristo era un infeliz, y que si había hecho cosas equivocadas para seducir a su pueblo, podía haber predicho perfectamente que acabaría colgado, y que Cristo realizó milagros ilusorios y que era un mago, que Cristo mostró más tarde que moría contra su voluntad y que evitó la muerte todo lo que pudo.
- “He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que no hay distinción de personas en Dios, y que ésta sería una imperfección de Dios”.
- “He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que las almas creadas por obra de la naturaleza pasan de un animal a otro y que, del mismo modo que los animales inferiores nacen de la corrupción, eso mismo pasó con los hombres cuando volvieron a nacer después del diluvio”.
- “He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que no le gusta ninguna religión. Ha manifestado que planea convertirse en fundador de una nueva secta con el nombre de “nueva filosofía” y ha dicho que nuestra fe católica está llena de blasfemias contra la majestad de Dios, y que ya es hora de suprimir la discusión y los ingresos de los frailes, porque envilecen el mundo, porque son todos unos asnos, y que nuestras opiniones son la doctrina de los asnos, que no tenemos prueba alguna de que nuestra fe tenga algún mérito ante Dios, y que se maravilla de la cantidad de herejías que Dios tolera entre los católicos”.
- “He oído decir algunas veces a Giordano en mi casa que no hay castigo alguno para los pecados, y dijo que no hacer a los demás lo que uno no quiere que le hagan es suficiente para vivir bien”.
Además, Bruno era perfectamente consciente de que su creencia en la existencia de múltiples mundos y la transmigración de las almas estaba también presente en el antiguo misticismo judío.

Tengo que decir que Bruno negó algunas de estas acusaciones, sin embargo no se retractó en ningún momento (ni siquiera bajo coacción) en estos aspectos:
- Sobre la Trinidad, la divinidad y la encarnación.
- La existencia de múltiples mundos.
- Sobre el alma de los hombres y de los animales.
- Sobre el arte de la adivinación.

No puedo ocultar que Bruno y yo compartimos algunos de nuestros puntos de vista, como bien se refleja aquí, y como testigo que fui de las atrocidades que cometió la Inquisición por esa época (por aquel entonces yo era un monje-guerrero, miembro de una orden religiosa que se acababa de crear), no puedo dejar de admirarme del valor que tuvo para hablar de aquella manera, sabiendo a lo que se exponía, y de la actitud desafiante que mantuvo hasta el final. Tampoco puedo dejar de sonreír ante la mordacidad y la ironía que destilaban sus palabras (su sentido del humor no es muy distinto al que aún posee hoy, especialmente en cuestiones religiosas), y me asombro por lo hirientes que pudieron ser para determinados personajes eclesiásticos de la época.

El propio Giordano Bruno se identificaba a sí mismo con el roquero solitario (Monticola solitarius), ave parecida al mirlo, de plumaje azul en los machos, y que se caracteriza por cantar en solitario en lugar de revolotear en bandada. Otro punto que tenemos en común, y por el que también le admiro, pues sé por propia experiencia (por esta y otras vidas) lo que significa ir en contra de lo establecido.

Os dejo con algunas citas de Giordano Bruno:

“El alma no es el cuerpo y puede estar en un cuerpo o en otro, y pasar de un cuerpo a otro”.

“La naturaleza no es otra cosa que Dios en las cosas... Animales y plantas son efectos vivientes de la naturaleza; de ahí que todo lo que es Dios están en todas las cosas... Piensa por ende, en el sol sobre el azafrán, en el narciso, en el heliotropo, en el gallo, en el león”.

“Conoce bien que en la sustancia incorpórea eterna nada se cambia, se forma o se deforma, sino que permanece siempre ella misma, sin que pueda ser sujeto de disolución”.

“No hay muerte, pero tampoco permanencia de las individualidades numéricas. Sólo permanece la sustancia única (la materia-alma universal) mutándose en nuevas individualidades”.

“Puede que os cause más temor pronunciar esta sentencia que a mí aceptarla”.

“Uno solo es inmutable, eterno y dura para siempre, uno y el mismo consigo mismo. Con esta filosofía mi espíritu crece, mi mente se expande”.

"El mundo está bien como está".



Bruno había hablado de "esa ley del amor que se difunde por todas partes [...], que proviene [...] de Dios, el padre de todas las cosas, de tal modo que está en armonía con la naturaleza, y enseña una filantropía general por la cual amamos incluso a nuestros enemigos, a menos que nos convirtamos en brutos y bárbaros, y nos transformamos en su imagen, que hace salir el sol sobre los buenos y los malos, y hace caer la lluvia de la gracia sobre el justo y el injusto". Le dijo a Rodolfo II: "Ésta es la religión que profeso, que está más allá de toda controversia y de toda disputa, sea cual fuere la inclinación del espíritu o el principio de la costumbre ancestral o nacional".

Sin embargo, no fue condenado solamente por sus creencias, que él atribuyó a cuestiones filosóficas, o por su negativa a creer que el pan de la comunión se transformaba literalmente en el cuerpo de Cristo, sino porque además se atrevió a declarar que los inquisidores no tenían derecho a dictaminar lo que era herejía y lo que no, y fue esta negación de su autoridad la que selló su destino.

Después de su muerte, todos sus libros fueron declarados heréticos e incluidos en el Índice de libros prohibidos, aunque por ironías de la vida (o la muerte) algunos ejemplares sobrevivieron y pudieron llegar a nuestros días.

Me alegro de que a pesar de haber sido quemado en la hoguera, víctima de la ignorancia y el fundamentalismo de los que no acabamos de desprendernos en pleno siglo XXI, el espíritu de Bruno aún esté entre nosotros, encarnado en un nuevo cuerpo, hablando libremente sobre reencarnación... en foros de reencarnación. Parece que avanzamos muy lentamente... aunque, por fortuna, también parece que algunos seguimos siendo unos adelantados a nuestro tiempo: mientras unos seguimos convencidos con muy buenas razones para ello de la existencia de la reencarnación, el mundo permanece ignorante a esta realidad... al que lo dude, le invito a investigar y recordar sus vidas pasadas. Tal vez se sorprenderá.

viernes, 10 de octubre de 2014

Soldados: encontrar a otros.

Hoy me he levantado con un gran peso en el corazón. Y sé que mucho de ello se debe a recuerdos de vidas pasadas, mezclados en distinta proporción e interconectados con vivencias de mi vida actual que no vienen al caso. Vamos, la existencia misma del reencarnacionista, que a veces nos encontramos arrastrándonos por nuestro presente cargando con emociones que vienen de muy, muy atrás.

He hablado en mis últimas entradas de frustración, y no quería seguir con el mismo tono, pero hay mucho de frustración también en las palabras que vienen a continuación, aunque esta vez no tiene tanto que ver con el desinterés o el desconocimiento de la gente en general sobre la reencarnación, sino más bien sobre el hecho en sí de recordar vidas pasadas y encontrarte tan solo en este mundo, algo parecido a lo que hablé aquí, pero más focalizado en el deseo de todo reencarnacionista de encontrar a personas que también recuerden, y, si es posible, que sean de tu misma época y poder hablar con ellos largo y tendido de lo que vivimos en ese entonces y de cómo nos afecta o deja de afectar en nuestra vida presente. Este sentimiento es especialmente fuerte en nuestras vidas de soldado, porque haber sido soldado lleva aparejado un fuerte sentimiento de camaradería que, francamente, no he conocido en ninguna otra circunstancia. Supongo que jugarte la vida juntos y sufrir las mismas calamidades une mucho. Y una vez acabada la guerra y tu vida, a no ser que sigas siendo presa de un ilógico sentimiento de odio, esa camaradería se extiende a soldados de cualquier bando. Al fin y al cabo todos fuimos víctimas de nuestros superiores, de los “Señores de la Guerra” (políticos manejando los hilos desde sus despachos), y todos nos vimos obligados en mayor o menor medida a obedecer órdenes bajo la amenaza de ser acusados de desertores.

Creo que me he despertado así por dos razones básicamente. Una, porque ya llevo unas semanas dándole vueltas a mi muerte en batalla naval, pensando que quedan muchos huecos por llenar con recuerdos que por amargos o especialmente duros no están saliendo aún a la luz. Esos recuerdos implican seguramente un cierto grado de culpa, y ahora mismo no me apetece enfrentarme a ella, aunque intuyo que el momento está cerca. Dos, porque ayer me acabé por fin una novela histórica de un amigo escritor bastante desconocido ambientada en la misma época en la que yo viví, donde se describía con pelos y señales una de estas batallas donde uno de mis contemporáneos fue derrotado de manera humillante (no recuerdo si le conocí personalmente, pero es más que probable). El autor de este libro, ante la escasez de datos históricos que existen sobre la época, se ve obligado a desarrollar con su imaginación a la mayoría de los personajes y las situaciones bélicas... y lo cierto es que no esperaba que me emocionaría tanto. Pero se me ha quedado grabada en la mente la escena en la que centenares de soldados británicos yacen en la ladera de una colina después de haber sido abatidos por los españoles en el intento de toma de un fuerte. Y eso duele. Mucho. Porque no hace más que recordarme todos los muertos que debió de haber a bordo de mi barco en aquella batalla naval en la que yo también perdí mi vida. Pero aparte de esto, me cuesta creer que alguien capaz de escribir algo así, y sobre todo, capaz de describir las emociones de esos soldados, no haya estado de verdad en situaciones parecidas. Y me resulta muy curioso —y me hace sonreír— comprobar cómo el mismo autor, al final del libro, declara no ser partidario de ningún modo de la guerra, afirmando que fue objetor de conciencia, pero que personajes de la talla del almirante a quien va dedicada la obra no deberían caer en el olvido. Y me hace sonreír pero es una sonrisa amarga, porque me hace darme cuenta una vez más de lo ciegos que estamos respecto a la reencarnación. Se nos pasa por alto el hecho de que mucho de lo que escribimos los autores, viene de experiencias que subyacen en algún lugar de nuestro subconsciente, que nada es casualidad, y que si el autor fue objetor de conciencia no es porque unos hippies le hayan lavado el cerebro con eso de “Love and peace”, sino porque, con mucha probabilidad, él también estuvo allí, si no en esa misma batalla que describe “porque le pareció una buena historia que contar”, en alguna otra batalla que le hizo experimentar en carne propia lo que significa tener que matar, el miedo a que te maten, la responsabilidad de tener la vida de tus hombres en tus manos, contemplar cómo tus compañeros de armas caen a tu lado sin poder hacer nada por evitarlo, en definitiva, la sinrazón de la guerra y cómo esta saca lo peor —y en ocasiones lo mejor— del ser humano.


Y me encantaría poder hablarle abiertamente de esa posibilidad, de que haya vivido antes y no lo sepa aún. Me encantaría que recordara, esta vez por un claro deseo egoísta, que es el de encontrar a personas que pudieron estar allí conmigo, luchando por una causa, la consideráramos justa o no, para poder mirar atrás y hablar con orgullo o con resentimiento, da igual, de lo que vivimos entonces. Aunque a muchos les resultará difícil de creer, sé de muchos compañeros que lo han conseguido, que han encontrado a personas que estuvieron en el mismo lugar, en la misma época, en una vida anterior. Personas que han podido verificar sus propios recuerdos con recuerdos de otras personas que también estuvieron allí (con la precaución que hay que tener siempre en estos casos, puesto que los recuerdos son siempre subjetivos y a veces no coinciden). Y esto me produce una sana envidia porque a mí todavía no me ha pasado... y en un país como en el que vivo es muy poco probable que me vaya a ocurrir, donde la reencarnación es todavía algo muy raro, y aún creemos que recordar vidas pasadas es cosa de videntes o feria esotérica, cuando la realidad es que todos recordamos, seamos o no conscientes de ello. Como mucho, podría decir que creo en la reencarnación, lo que ya sería bastante arriesgado. Si además digo que fui capitán de la Marina Inglesa, y además conozco mi nombre y apellidos, apuesto a que lo mínimo sería ser acusada de padecer delirios de grandeza. Y la verdad es que yo ya tengo suficiente con enfrentarme a lo que fui y a la forma en que dejé este mundo en aquella ocasión.

Así que, una vez más, me encuentro en una situación en la que me gustaría gritar con todas mis fuerzas pero solo puedo callar, puesto que me enfrento a la incomprensión, a la burla, incluso a la marginación por creer en algo que se consideraría propio de un loco o al menos de alguien que no tiene los pies en la tierra. Una vez más, me enfrento a la soledad de recordar.

Si fuiste soldado en una vida pasada, puedes encontrar a más como tú en Military Past Lives.

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La autora de este blog no pertenece a ninguna religión ni a ninguna secta, ni tampoco es ferviente seguidora de ninguna doctrina espiritual, espírita o new age. Tampoco es una fanática lectora de ningún escritor más o menos popular que hable en sus libros sobre terapia o hipnosis regresiva.

La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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