Demos unos consejos prácticos hoy. Ya
sabemos que la meditación es una de los principales métodos que tenemos para
recordar vidas pasadas. ¿Cómo? ¿Que no lo sabías? ¿Que llevas diez años
acudiendo a un centro de meditación y nunca te han dicho que la puedes usar
para recordar vidas pasadas? Sí, suele pasar... porque la reencarnación es un
tema un tanto incómodo para muchas personas, y sospecho que prefieren evitarlo.
Sin embargo, es una de las cosas que primero aprendí cuando empecé a
investigar. En otros países se ve de manera mucho más natural. Y no, meditar no
es tan complicado como parece.
¿Que eres incapaz de estarte quieto en
un sitio? ¿Que no puedes poner tu mente en blanco por más de dos segundos?
Quizá tienes un concepto algo equivocado de lo que es la meditación.
Veamos, según la Wikipedia:
La meditación es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio o para reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado/a con ese contenido, o como un fin en sí misma.
El término meditación refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qi, ki, chi, prana, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón. Una forma particularmente ambiciosa de meditación tiene como fin conseguir sostener la concentración en un punto sin esfuerzo, enfocado a habilitar en su practicante un estado de bienestar en cualquier actividad de la vida.
Hmm... interesante. Si es que has
entendido algo, porque yo no, entre otras cosas porque no tengo ni idea de lo
que es el prana y lo de “sostener la concentración en un punto sin esfuerzo” me
suena a chino. Y menos mal que hemos recurrido a la Wikipedia...
Si sigues mínimamente mi blog o
conoces mi libro La Caja de Pandora,
sabrás que uno de mis principales consejos es: no te compliques la vida.
Yo lo hice en su tiempo, mucho antes de empezar a recordar vidas pasadas, mucho
antes de saber que mediante meditación podía recordar (porque mi única intención
era aprender a meditar). Me fui a una librería y me compré un librito que
parecía bastante esclarecedor, pero todo lo que tenía de fino lo tenía también
de infumable. No entendí ni una palabra, y en la práctica no me sirvió
absolutamente para nada. Dinero malgastado.
Años después encontré el foro Child Past Lives, y allí, gratis,
encontré los consejos realmente útiles que había estado buscando. Ahora tú
también los tienes disponibles en Foro Reencarnación.
En palabras sencillas, la meditación
es un estado alterado de consciencia, sí, pero no te imagines nada extraño con
esto. Esto solo quiere decir que es un estado distinto al de la vigilia, igual
que lo es el sueño. Que sea un alterado de consciencia no significa que estés necesariamente
en un trance tipo “pínchame con una aguja que no voy a sentir nada” o que hayas
perdido el conocimiento, aunque yo en muchas ocasiones sí que utilizo la
palabra “trance”, porque lo que sí es verdad es que tu mente está funcionando
de manera distinta y necesito de algún término para diferenciarlo.
Ahora, ¿cómo llegas ahí? ¿Poniendo los
ojos en blanco y sin pensar en nada? No. ¿Sentándote inmóvil en un cojín y recitando
el mantra OM hasta que empiezas a sentir calambres en las piernas? No. ¿Fumando
un poco de marihuana y observando cómo las volutas de humo cogen formas de
animalitos? No, tampoco, esto último tiene otro nombre.
Meditar supone principalmente entrar
en un estado profundo de relajación, tanto del cuerpo como de la mente. Bueno,
quizá quitaría lo de profundo, porque a veces ni siquiera hace falta que sea
tan profundo para entrar en “trance”. Muchas personas no saben que estar viendo
la tele, prestando un mínimo de atención, de modo que tus preocupaciones de la
vida diaria quedan en un segundo plano, ya es un estado muy próximo a la
meditación. Conducir un buen rato por una carretera, escuchando o no música,
prestando un mínimo de atención (por tu bien) de manera que al mismo tiempo
puedes ir pensando relajadamente en qué te vas a hacer para cenar, ya se parece
mucho a meditar. ¿No te ha pasado nunca que llegas a tu destino y apenas te
acuerdas de por dónde has pasado porque ibas distraído en tus pensamientos? ¿Crees
que es casualidad que los niños tienen recuerdos espontáneos de vidas pasadas
cuando van en coche o les estás bañando? Pues ya sabes por qué...
Por supuesto, normalmente vivimos
abrumados por el estrés, por lo que relajarnos no es tan fácil. En este caso
tendrás que ponerte cómodo, pero no tan cómodo como para que te vayas a quedar
dormido. Si no estás muy cansado, puede que te sirva tumbarte en la cama. Personalmente
prefiero un sofá, para tener la espalda recta y poder apoyar levemente la
cabeza en el respaldo. Tampoco debes estar muy cansado mentalmente, porque
entonces no encontrarás la voluntad necesaria para hacer que la mente deje de
distraerse en cosas que ahora mismo no tienen importancia.
Una vez que estés cómodo, respira
profundamente cinco o seis veces, de modo que sientas cómo el ritmo de tu
corazón se enlentece. ¿Que no lo logras? Pues respira más. Relaja cada parte de
tu cuerpo individualmente. Si no sabes cómo hacerlo, ayúdate de un vídeo o
grabación que encontrarás en internet. Hay cientos de ellas.
El segundo punto en toda meditación es
alcanzar un estado de concentración mental que te mantenga alerta pero que no
te suponga un excesivo esfuerzo. Quizá esto es lo más difícil de conseguir. Es
decir, tu mente ha de estar relajada, pero no dormida. Tiene que estar activa,
pero no hiperactiva. No es el estado de concentración que tienes cuando estás
estudiando o tratando de memorizar, sino el estado de concentración que tienes
cuando estás viendo algo en la tele sin prestar excesiva atención. Debes
OBSERVAR. Por algo a la meditación también se le llama “estado de contemplación”.
Muchas personas creen que el fin último es tener la mente en blanco.
Nada más lejos de la realidad. El estado natural de la mente es pensar. Todo el
tiempo. Tú debes tener la voluntad de cambiar esos pensamientos y dirigirlos a
lo que realmente quieres hacer, que quizá no es recordar vidas pasadas, sino
sentir compasión por los demás, como decía el artículo de la Wikipedia, o al menos dejar
de odiar a tu suegra. El objetivo lo pones tú, pero cualquiera que sea el
objetivo, lo primero que tienes que hacer es acallar tu mente, porque nada lograrás
si sigues preocupado por el informe que tienes que presentar mañana en el
trabajo o en el arañazo que te han hecho en el coche y que quieres llevar a
reparar. Tienes que olvidarte de los asuntos mundanos, los que tienen lugar en
el mundo exterior, y centrarte en ti mismo, en tu interior. Esto puede que lo
consigas dejando la mente en blanco, pero normalmente es más fácil si
utilizas la meditación activa, que es sinónimo de visualización creativa. Y por
si alguien se lo está preguntando, NO, esto aún no es recordar vidas pasadas,
porque los recuerdos no te los imaginas, los
recuerdos vienen por sí solos. La línea entre imaginar y recordar puede
parece delgada, eso es cierto, pero esto solo ocurre hasta el momento en el que empiezas a experimentar.
¿En qué consiste la meditación activa?
Para conseguir ese estado de concentración ideal es muy bueno que te imagines
alguna escena que te haga sentir bien. Esta es la única inducción que encontrarás
en las grabaciones de autohipnosis. Puedes seguir sus indicaciones o crear tu
propio escenario, y cuando te sientas lo suficientemente relajado y
concentrado, entonces puedes introducir un elemento que te lleve a una vida
pasada, aunque esto no implica que siempre vayas a tener éxito. Yo tengo varios
escenarios favoritos. El que más utilizo es el del jardín, al que llego bajando
unas escaleras. Con cada peldaño que bajo, me voy relajando más y más. Una vez
que termino de bajar la escalera, llego a una especie de salón, y ahí hay una
puerta que conduce al jardín. Según el día, este jardín aparece de una forma u
otra. A veces es de día, otras veces es de noche. A veces los árboles son
frondosos, otras veces las hojas están amarillentas y se caen. Siempre suelo ir
a visitar a mis bonsáis, todos distintos y tan bonitos. Paseo un buen rato y
busco un sitio donde descansar. A veces es suficiente con encontrar una hamaca,
me tumbo ahí y entonces espero a que surjan las imágenes del pasado. Otras
veces tengo que llegar al que yo llamo río de la Vida. Hacia la derecha está su
nacimiento, y de ahí es donde vienen los recuerdos de mis vidas pasadas. Y
cuando quiero profundizar aún más y acceder a recuerdos que podrían ser algo
más fuertes o traumáticos, voy hasta la entrada de una cueva oscura, que tiene
una puerta de barrotes de hierro con candado. Debo abrirla con plena
consciencia, bajar a la oscuridad húmeda, y vencer mi propio miedo para
enfrentarme a esos recuerdos. Es fundamental sentirte preparado y darte permiso
para ver algunas cosas.
Aparte de la visualización creativa,
existe otro método que a mí me ha dado muy buenos resultados: conectarte con el
corazón. Dicen que en el tercer ojo se registran los hechos, mientras que en el
corazón se registran las emociones. Tienes que sincronizar ambos para empezar a
ver y a sentir tus recuerdos de vidas pasadas. Si has hecho una pregunta
antes, es muy importante que primero te olvides de esa pregunta, porque viene
de tu mente lógica y ahora tienes que conectar con tu mente intuitiva. Después:
- Cierra los ojos.
- Intenta estar presente EN tu cuerpo.
- Mueve tu mano sobre tu corazón, a unos 12 cm. aproximadamente.
- Siente la vibración en el centro de tu corazón.
- Nota cómo tu consciencia se expande.
- Imagina una línea de luz que parte de tu corazón y se conecta con el centro de tu frente, que es donde se encuentra el chakra del tercer ojo.
No tengas miedo de las emociones. Si
has notado cómo en tu corazón había cualquier cosa, como odio, tristeza,
rabia... SIÉNTELO, concéntrate en ello, y deja que la conexión con tu tercer
ojo haga aparecer la parte visual de esa sensación. Puede que empieces a ver
cómo y dónde se originaron esas emociones. Vívelas hasta el final, porque ese
es el primer paso para la sanación, si es que hay algo que sanar.
Además, no hace falta permanecer inmóvil para meditar. De hecho, mientras estás en trance, necesitarás moverte. Y recuerda que existen muchas prácticas que inducen estados de meditación y que son muy recomendables para tu salud física y mental: tienes el yoga, el Qi Gong o Chi Kung, el Tai Chi, incluso, si te atreves, la danza sufí que practican los derviches de Turquía.
¿Sorprendido? Esto es meditar, ni más
ni menos.
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