Mi primer comentario, bastante comedido, fue este:
A lo que siguió:
Claro. Traer recuerdos y apegos mentales. Porque como es bien sabido, todos nosotros, cuando nos sentimos deprimidos y ansiosos y no conocemos la razón, estamos deseando meditar y que nos aparezcan recuerdos de haber sido ahorcado, maltratado, fusilado en una guerra, violada o asesinada por tu padre. Y por supuesto, si reconoces un “apego mental” de esos, pues lo disuelves en tu imaginación y listo, como por arte de magia ya te puedes centrar en el presente y dejas a un lado tus ganas de suicidarte.
“El silencio es una buena respuesta”, dice. Y se queda tan ancho. Aquí me dieron muchas ganas de extenderme, pero no quería perder mi tiempo. No, amigo Swami gurú o quien seas. El silencio era lo que yo traía en mi infancia y adolescencia, del trauma que traía debido a las amenazas de muerte recibidas de un oficial alemán durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se enteraron de que había contado a mi jefe que había sufrido violaciones por parte de él, con la esperanza de que alguien me ayudara. Tenía, literalmente, miedo a hablar, a moverme y a contar mis problemas a nadie. Y si no hubiera sido porque recordé vidas pasadas, esos traumas habrían seguido conmigo toda mi vida. Esos recuerdos no los “traje” yo, por cierto, aparecieron por sí mismos sin ningún esfuerzo por mi parte. Porque quizá, en muchos casos, necesitan estar ahí para hacernos sanar y seguir adelante. En el silencio y el inmovilismo de una espiritualidad mal entendida, nadie aprende nada. La teoría es muy bonita y nos encanta estar todo el día recitando frases que suenan muy bien, pero la práctica es bien distinta. Igual que las asanas en el yoga consisten en sudar, enfrentarte a ti mismo y superarte cada día, la parte práctica de la reencarnación consiste en conocer de verdad tus vidas pasadas, en revivir todo lo que hiciste, ya estuviera bien o mal, en llorar, sangrar y arrepentirte. Porque la superación no se alcanza mirando la pared con expresión de santo y deseando perdonarte a ti mismo o enviando mucho amor a los que te rodean. La superación se alcanza hundiéndote en el barro, sangrando, sintiendo de nuevo las emociones y transformando la oscuridad que todos llevamos dentro en luz, algo que lleva muchos años conseguir.
Vivir en el presente no es posible mientras necesites procesar emociones de vidas pasadas. Y, en muchas ocasiones, el pasado se hace presente, nos guste o no. No ganamos nada bloqueando esa puerta y autoengañándonos con consejos de gente que no tiene ni idea de reencarnación o vidas pasadas.
Del otro comentario casi ni voy a decir nada, porque no encuentro sentido alguno en ninguna de las frases, todas prefabricadas y vacías de significado. “Sé feliz”, “Haz en ti lo que quieras que haga el mundo”, “Para no abrir puertas emocionales, nadie da lo que no tiene” 🙄. Otra que se queda tan ancha y no ha dicho absolutamente nada…
Pero así es el mundo de la espiritualidad. Lo siguiente será que me acusarán de tener mucho ego, poca compasión y no ser capaz de ir por ahí diciendo a todos “Namasté”.