Una de las preguntas más frecuentes que nos hacemos los
reencarnacionistas es qué sentido tiene
recordar vidas pasadas. Es una idea muy extendida, y parcialmente falsa, que si recordamos es porque necesitamos sanar
de algo. No, esto no siempre es así. Hay muchísimos casos de niños que
recuerdan y no tienen ningún trauma asociado, se pueden encontrar fácilmente en
la literatura de reencarnación. A veces estos incluso nos sorprenden porque
para ellos la muerte es lo más natural del mundo. Nos dicen que un día eran
grandes, y al otro volvieron en un cuerpo pequeño, de niño o de niña, da igual.
En adultos pasa algo parecido, lo que ocurre es que estamos demasiado
acostumbrados a escuchar los relatos que cuentan pacientes de terapia
regresiva, los cuales, como es obvio, acuden a un profesional porque sufren de
algún problema físico o psíquico que no ha podido ser resuelto por la medicina
convencional, y piensan que tal vez encontrarán el origen de esos problemas en
una vida pasada. Mientras tanto, nos pasan desapercibidos los casos de adultos
que recuerdan vidas pasadas y que jamás han acudido a un terapeuta porque la
presencia de esos recuerdos no ha llegado a producir ninguna alteración grave.
No tengo una estadística que lo confirme, porque por desgracia nadie se ocupa
de hacer estadísticas de este tipo por el momento, pero casi me atrevería a
afirmar que en la mayoría de los casos
recordar vidas pasadas no lleva aparejado ningún trauma especialmente duro.
Es decir, no todos los que recuerdan vidas pasadas van a recordar haber vivido
guerras, terremotos, asesinatos o violaciones. Los recuerdos mundanos y
totalmente pacíficos son también frecuentes.
Ahora, haya o no trauma, lo que sí no van a faltar jamás son
emociones. Y aunque aquí podríamos
entrar en un debate interminable, aún no comprendo qué es lo que hay que sanar
si sientes rabia, tristeza, nostalgia, dolor o incluso odio. ¿Por qué “sanar”
una vida pasada cuando en esta vida presente también vas a sentir rabia,
tristeza, nostalgia, dolor o incluso odio por miles de cosas que te van a
suceder? Vivir implica tener emociones. Somos humanos, es natural sentir
emociones, y creo que nuestra misión (o una de ellas) es aprender a dominarlas
o, al menos, templarlas. El único
problema es asumir que con la muerte acaba todo, y que nuestras emociones
provienen solo de esta vida.
Cuando te cambia la perspectiva, te das cuenta de que no tiene sentido “sanar”
nada. ¿O es que estamos todos enfermos por echar de menos a tu padre muerto,
por sentir remordimiento al haber pasado años sin hablarte con tu hermano por
una rencilla estúpida, o por llorar a una víctima de guerra? Si el tiempo pasa,
ese asunto no se resuelve y las emociones se quedan enquistadas, da igual que
hablemos de hace cincuenta años cuando éramos jóvenes, o de hace doscientos
cuando teníamos otro cuerpo.
Los que recordamos vidas pasadas y lidiamos con esas
emociones a lo largo de los años no tardamos mucho en comprender que esas emociones no van a desaparecer así
como así. Y no importa que un terapeuta te lleve a un estado de hipnosis
más o menos profundo y te “sugiera” que resuelvas tu problema ya. La sanación
instantánea no existe. Y quizás tampoco la no instantánea, porque no se trata
de sanar nada, sino simplemente de aceptar e integrar. Si de verdad tenías
un trauma al comenzar a recordar —por ejemplo, en mi caso, sufría de ansiedad y
depresión— vas a notar que después de un tiempo esos hechos traumáticos te van
a afectar menos, y vas a controlar mucho mejor esas emociones. El dolor se va a
amortiguar, no va a interferir con tu vida normal, vas a poder hablar de ello
de manera más desapegada. Pero eso no se diferencia en nada a superar un shock
postraumático que hayas sufrido por un accidente de tráfico en esta vida, o por
un atraco a mano armada, o porque estabas trabajando y la sierra que manejabas
te dejó sin los dedos de una mano. Y sin embargo, creo que ningún médico, ni
posiblemente ningún psiquiatra, le dice a una de estas personas que “tiene que
sanar sus emociones”, precisamente porque sabe que todo trauma necesita de un
proceso en el que se pasará por todo tipo de emociones, igual que ocurre con el
duelo. No sé por qué razón, cuando hablamos de vidas pasadas, parece que
hablamos de algo asociado con la “espiritualidad”, cuando en realidad una vida
pasada fue igual de física que esta, y probablemente mucho más fastidiada, ya
que no contábamos con los avances científicos y tecnológicos con los que
contamos ahora.
Pero entonces, si resulta que el sentido de recordar vidas
pasadas no es la sanación, ¿cuál es? ¿Por qué recordamos vidas pasadas? ¿Qué
sentido tiene recordar que viviste ciertos acontecimientos con una persona
determinada si esta persona no recuerda? ¿Qué sentido tiene recordar cómo me
afeitaba en el siglo XVI o cómo era la pila en la que fregaba los cacharros en
el siglo XIX si se supone que recordamos para sanar? La conclusión a la que he
llegado es que no hay una razón clara y definida por la que recordamos vidas
pasadas. Nunca me cansaré de decir que la
reencarnación es un fenómeno natural y universal, y no me importa que me
miren con cara de incredulidad. Sí, natural y universal. Y todos podemos recordar… si
lo necesitamos, si decidimos abrir la
puerta, si es eso lo que queremos
(y a veces incluso sin quererlo, al menos aparentemente).
Dicho con otras palabras, cada día estoy más convencida de que recordar es
simplemente una opción personal. Puede que esto lo decidamos antes de encarnar
o quizá durante la propia encarnación, a mí eso no me preocupa demasiado. Y
además, es un proceso totalmente individual, introspectivo, que solo sirve para
la persona que lo experimenta, en función de sus necesidades en ese momento.
Sin duda, recordar vidas pasadas no sirve para demostrar la reencarnación. No
sirve tampoco para organizar una secta, ni para cambiar el mundo, ni para
elevar el grado de consciencia de los seres humanos, ni para que evolucionemos
espiritualmente, ni para “sanarnos” de nada, porque no hay nada que sanar. Creo
firmemente que recordar vidas pasadas es
solo una manifestación más de nuestra naturaleza humana, de nuestra psique
si se quiere. Es tan natural como respirar, y todos recordamos en mayor o menos
medida aunque no seamos conscientes de ello, aunque hayamos olvidado o jamás
hayamos reparado en ello. Por tanto, recordar tiene el mismo sentido que otras
cosas que existen en la naturaleza: tal vez ninguno, tal vez el que nosotros
queramos darle. He conocido decenas de personas que recuerdan, y cada una tiene
su propia forma de enfrentarse a esos recuerdos, cada una sigue su propio
camino según lo que le dicte el corazón, y cada una llega a sus propias
conclusiones. Algunos prefieren dejar todo atrás, otros prefieren hacer de la
reencarnación una parte más de sus vidas, y no, no por ello viven perdidos en
el pasado o están menos sanos que los demás. Todo depende de cómo quieras
tomarte las cosas, de qué es lo que quieres hacer con tu vida, de cómo decides
utilizar los instrumentos que nos dan. No hay necesidad de buscar más allá ni
de perderte en creencias que no tienen por qué ser ciertas.
Querer buscarle un sentido trascendental a recordar vidas
pasadas, o incluso a la reencarnación en sí misma, quizá sea equivalente a
querer ver dioses en fenómenos naturales como el trueno o el relámpago. Los
humanos necesitamos darle un sentido a todo aquello que observamos y no
comprendemos. Y la historia nos dice que en el pasado, en la mayor parte de las
ocasiones, estábamos equivocados.
Entradas relacionadas:
Reflexiones sobre la sanación.
Entradas relacionadas:
Reflexiones sobre la sanación.
ACTUALIZACIÓN 10/9/2016
Curiosamente, ayer leía en el libro Old Souls de Tom
Shroder:
“En muchos de los casos de Stevenson, los niños parecen mostrar fobias relacionadas de algún modo con sus recuerdos de vidas anteriores. Stevenson encontraba esto intrigante. También explicaba por qué él era escéptico acerca de la presunción detrás de la idea de la regresión hipnótica a vidas pasadas, que tras ‘revivir’ traumas de vidas pasadas, los síntomas de la vida presente del paciente desaparecen.—La mayoría de los niños que he estudiado recuerdan traumas de vidas pasadas con gran detalle —me había dicho—. Eso no hace que dejen de tener fobias.”
Y sin embargo, en un caso que estaba estudiando, alguien que
había muerto en un accidente de tráfico afirmaba que le encantaban las carreras
de Fórmula 1. Por tanto, quizá deberíamos tener mucho cuidado a la hora de
hacer generalizaciones. Y, sobre todo, dejar atrás tantas ideas equivocadas que
tenemos sobre la hipnosis regresiva y la forma en la que las personas superamos
nuestros traumas de vidas pasadas… si es que los tenemos.