¿Es verdad
que uno de los mayores peligros de recordar vidas pasadas es obsesionarte y
quedarte de alguna manera “atrapado” en tu pasado, incapaz de vivir en el
presente?
Rotundamente:
NO. Pero hagamos algo de historia...
Una de las
cosas que más me fastidiaba cuando empecé a recordar vidas pasadas es esta idea
tan extendida que dice más o menos:
“No debes recordar vidas pasadas porque eso
te impedirá centrarte en el presente. No debemos perdernos en el pasado. El
pasado, pasado está, olvídate de él”.
El mundo de
la espiritualidad está lleno de este tipo de frases prefabricadas que suenan
muy sabias pero que en realidad son totalmente inútiles y están vacías de
significado. Una vez ya hice referencia a ellas en este blog. Aún me pongo
enferma cuando acudo a la sección esotérica de cualquier librería de mi país, a
ver si ya se han enterado de que la reencarnación existe, y lo único que sigo
viendo son ristras y ristras de libros de Osho, Eckhart Tolle, alguien que
habló con Dios, casas encantadas, espíritus... y ahora, cómo no, una estantería
entera dedicada al poder transformador del yoga. Que sí, que el yoga está muy
bien como ejercicio físico y para mejorar la conexión entre tu mente y tu cuerpo, pero ya nos están vendiendo la moto de que es
milagroso y alcanzarás el nirvana practicándolo o algo así. ¿De verdad le sirve
a la gente tanta palabrería?
El otro día,
por casualidad, encontré una página en inglés en la que hablaban sobre vidas
pasadas y casi me da un pasmo. Aquí
está la joyita:
En inglés:
Past life obsession.What matters is this life now.Who we were in a past life means nothing in comparison to what we are doing in this life. If we live this life right, dedicated in service to others, we need not worry about our past lives because they are past, and we need not worry about our next life, because our right action in this life guarantees our future spiritual evolution.Unfortunately there is an unhealthy and even obsessive curiosity about past lives in certain people. Whether such people are right or wrong about their previous lives, they are misguided if they allow their previous lives to overshadow their current one.
http://www.aetherius.org/karma-and-reincarnation/past-lives
Y en
español, traducción propia:
Obsesión por las vidas pasadas.Lo que importa es esta vida ahora.Quién fuimos en una vida pasada no significa nada en comparación a lo que estamos haciendo en esta vida. Si vivimos esta vida correctamente, dedicados al servicio a otros, no necesitamos preocuparnos sobre nuestras vidas pasadas porque están pasadas, y no necesitamos preocuparnos sobre nuestra próxima vida, porque nuestra correcta acción en esta vida garantiza nuestra futura evolución espiritual.Desafortunadamente existe una curiosidad insana e incluso obsesiva sobre las vidas pasadas en determinadas personas. Estén o no en lo cierto sobre sus vidas previas, están equivocados si permiten que sus vidas previas eclipsen su vida presente.
Sí, sí,
léelo bien, porque tiene su miga... aunque si no recuerdas vidas pasadas, quizá
te parecerá que tiene mucho sentido y que suena muy sensato.
Primero voy
a analizar punto por punto el fragmento:
“Lo que importa es esta vida ahora”.
Ya. Pero da
la casualidad que nuestra vida “ahora” está altamente influenciada por nuestras
experiencias pasadas. Nuestra personalidad, nuestras aficiones, nuestra manera
de reaccionar ante determinadas situaciones, aquello que detestamos, algunos
miedos... Al contrario de lo que algunos piensan, no llegamos aquí con un
cerebro vacío y todo lo que aprendemos proviene de nuestra infancia. Lo que
hemos vivido en nuestras vidas pasadas sigue presente en nosotros, ya sea
consciente o inconscientemente. ¿Alguien me va a decir que cuando eres adulto
no importa si tuviste una infancia horrible con un padre maltratador en un
poblado chabolista o una infancia feliz en un hogar lleno de paz en el que te
inculcaron el valor del esfuerzo? No existe mucha diferencia entre tu infancia
y lo que te pasó en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Hay cosas que
tardan en olvidarse, puedes creerme. Sí,
el pasado sí que importa. El pasado es lo que nos hace ser como somos HOY.
Conocer el pasado nos impide cometer los mismos errores una y otra vez. Cuando
empecemos a comprender eso, tal vez algunas cosas cambien.
“Quién fuimos en una vida pasada no significa nada en comparación a lo que estamos haciendo en esta vida”.
¿En serio? ¿Y cómo lo sabes si no recuerdas vidas pasadas? ¿Cómo sabes que en tus vidas pasadas no fuiste un auténtico perdedor y que ese pesimismo no te está influyendo hoy día? O, al contrario, ¿cómo sabes si no fuiste en una vida pasada un líder que fue capaz de conducir a todo su pueblo a la victoria? ¿Cómo sabes que tu vida hoy es más o menos importante que lo que fue hace un par de siglos, si no es recordando? Precisamente uno de los grandes beneficios de recordar es darte cuenta de lo lejos que llegaste en alguna de esas vidas pasadas. Recordar puede devolverte la confianza en ti mismo y puede hacer que recuperes la ilusión que habías perdido. Lo que fuiste en una vida pasada puede significar mucho más de lo que crees, sobre todo si te ayuda a vivir tu vida presente.
“Si vivimos esta vida correctamente, dedicados al servicio a otros, no necesitamos preocuparnos sobre nuestras vidas pasadas porque están pasadas, y no necesitamos preocuparnos sobre nuestra próxima vida, porque nuestra correcta acción en esta vida garantiza nuestra futura evolución espiritual”.
¡Vaya, que sorpresa! ¿Ya estamos con la Ley del Karma y los cuentos para niños? ¿Que si eres bueno evolucionarás espiritualmente y si eres malo te estancarás? Y además... ¿en serio está insinuando que preocuparnos por nuestras vidas pasadas es una “acción incorrecta”? Y esto, ¿quién lo dice? ¿Alguien con experiencia?
No dejes que te engañen. Pregúntale a cualquiera que recuerde vidas pasadas. Hacerte consciente de los errores que pudiste cometer en otras vidas es una de las herramientas más poderosas que existen para crecer de verdad espiritualmente. Enfrentarte a tu propia sombra y aceptar que nosotros somos los responsables de que el mundo sea un lugar bueno o malo para vivir, ESO es lo que te cambia, no esperar recompensas o castigos por nuestras buenas o malas acciones, ya sea aquí, en el más allá, o cuando volvamos a encarnar.
“Desafortunadamente existe una curiosidad insana e incluso obsesiva sobre las vidas pasadas en determinadas personas”.
Desafortunadamente, el autor de estas palabras parece no saber que la mayoría de las personas que recordamos vidas pasadas NO ELEGIMOS RECORDAR. Si empezamos a recordar, suele ser precisamente porque hay algo del pasado que nos impide vivir el presente con plenitud. Hasta que no arreglemos eso, no podremos centrarnos en el presente. Recordar vidas pasadas NO ES UN CAPRICHO.
Si alguien
quiere recordar solo por curiosidad, es muy probable que no consiga nada o
enseguida se canse. Aún así, no entiendo qué puede haber de insano en querer
conocer tu pasado. Como comentaba el otro día en un foro, si dices que quieres
conocer a tus padres biológicos, descubrir algún hecho traumático en tu
infancia que no recuerdas, o buscar las tumbas de tus dos hermanos, muertos en
la guerra civil, todo el mundo lo entiende y hasta te apoyará. Si les dices que
quieres seguir investigando tus vidas pasadas porque así te conoces a ti mismo
y entiendes mucho mejor tus problemas y reacciones en tu vida actual, es que
eres raro, estás obsesionado o buscas una forma de evasión. Es obvio que a los
que no recuerdan les pasa desapercibido todo lo bueno que obtienes cuando
recuerdas vidas pasadas. Para este tipo de gente, es mucho más fácil seguir creyendo en la reencarnación y obviar una de
las experiencias más importantes, mágicas y transformadoras que te pueden
llegar a pasar: transitar el camino
que te llevará a la certeza de que viviste en el pasado, en otros cuerpos,
en otros tiempos...
“Estén o no en lo cierto sobre sus vidas previas, están equivocados si permiten que sus vidas previas eclipsen su vida presente.”
A día de hoy, aún me estoy preguntando cómo tus vidas pasadas pueden “eclipsar” tu vida presente. ¿Acaso los que recordamos podemos dejar de vivir nuestra vida actual, levantarnos por las mañanas siendo la persona que éramos hace doscientos años y dedicarnos a lo mismo que entonces? ¿Acaso las personas que recordamos vidas pasadas estamos tan mal de la cabeza que no nos hemos dado cuenta de que EL PASADO ES PASADO? Probablemente a nosotros nos duela más que a nadie, porque sabemos que el pasado no lo podemos recuperar. Sin embargo, también SABEMOS que los muertos no están en sus tumbas, sino muy probablemente viviendo nuevas vidas en nuevos cuerpos. Y somos conscientes más que nadie de que LA MUERTE NO EXISTE (en este artículo, en este y en este puedes saber un poco de lo que pienso sobre la muerte).
Los que ven
esto de recordar desde fuera no son capaces ni de imaginar que los
reencarnacionistas ya no vemos el tiempo de la misma manera. Saber más sobre tu pasado no implica que te
pases todo el día pensando en él ni que eso te impida vivir tu vida con total
plenitud. Más bien al contrario: es cuando sabes de dónde vienes y qué
originó tus problemas, cuando por fin puedes dejar de preocuparte, cuando tus
emociones comienzan a ser algo menos intensas y empiezas a disfrutar de la vida
en el presente.
Increíblemente,
hay muchos lugares ahí fuera donde te dirán lo mismo. El ejemplo de hoy estaba
en inglés en el original, pero apuesto a que una rápida búsqueda me llevaría a
docenas de páginas similares en español. Por supuesto, las personas que afirman
esto suelen ser personas que no recuerdan vidas pasadas, y que encima, por
alguna razón, quieren salvarse las espaldas o meterte miedo en el cuerpo para
que no recuerdes o no sigas por ese camino. Supuestamente es malo, malo.
Cierto: yo soy la prueba de ello. En vez de seguir perdida y desilusionada por
la vida en general, ahora me dedico a ayudar a gente que también recuerda vidas pasadas y a escribir sin parar para convencer a la
gente de que deben recordar por sí mismos para saber que la muerte no es el
fin. Soy el diablo en persona.
Y ahora añadiré unas pocas puntualizaciones a modo de respuesta definitiva a la pregunta que abría la entrada de hoy:
1. Es totalmente imposible perderte en el
pasado, porque queramos o no, tenemos un nuevo cuerpo físico que vive en un
tiempo determinado, EL PRESENTE. Ninguno de nosotros vive del aire, no podemos
estar las veinticuatro horas del día inmóviles, meditando, recordando vidas
pasadas. Tenemos familias, trabajos, aficiones, neveras que llenar, comidas que
preparar. Mejor o peor, todos tenemos que volver a poner los pies en la Tierra
y VIVIR.
2. Alguien dirá: “¿Cómo? ¿No sabes
aquello que dijo Lao Tzu (si lo dijo Lao Tzu, que tiene pinta de sabio iluminado, tiene que ser cierto)?”:
Yo aquí
haría una aclaración. Si estás deprimido o estás ansioso, estás jodido, eso es
lo único cierto, pero no es porque vivas en el pasado o en el futuro, es porque
hay cosas que te siguen afectando hoy en día, vengan de donde vengan... que por
lo general, es del pasado, ya sea de hace veinte años o de hace doscientos. El TRAUMA es lo que te hace estar jodido,
no el tiempo en el que tu mente se sitúe. Puede que tengas un nuevo cuerpo
viviendo en el tiempo presente, pero tu alma sigue atrapada en el momento en el
que se produjo ese trauma. Hay una desincronización entre tu cuerpo y tu alma,
eso es cierto. Pero si piensas que las cosas se van a solucionar únicamente
intentando que tu mente se centre en el presente, estás muy equivocado. Tu mente continuará yendo al pasado hasta
que no se procesen las emociones que se originaron a consecuencia de una
determinada vivencia. Solo los reencarnacionistas sabemos que con
frecuencia el pasado y el presente se hacen uno, no hay manera de
distinguirlos. Lo que está en el pasado, no
necesariamente queda en el pasado. Y darle la espalda no solucionará los
problemas.
3. Aún así, a veces ya no quedan
traumas, y algunos de nosotros queremos
seguir investigando nuestras vidas pasadas. ¿De verdad hay algo malo en
querer hacer eso? Al principio la curiosidad y las ganas de saber más son muy
fuertes, a veces casi adictivas, eso también es cierto. Pero puedo asegurar que
la recompensa es cien mil veces mejor que pasarte el tiempo viendo la
televisión, apostando a los caballos, bebiendo en una discoteca hasta el coma
etílico o convirtiéndote en un adicto al deporte, que también los hay. Es
curioso que somos bombardeados continuamente en las redes sociales sobre la
necesidad de ser espirituales, y luego te dirán: “¿Recordar vidas pasadas? Pero
¿por qué no disfrutas más de tu vida actual en lugar de perderte en el pasado?”
Además, lo
que la mayoría de la gente no sabe es que con el tiempo lo normal es que sea
más complicado obtener nuevos recuerdos. Y la gente no tiene paciencia para los
temas espirituales y enseguida se cansa de seguir intentándolo. Volverá a las
habituales excusas de “A mí no me funciona la autohipnosis” o “No tengo tiempo
de cultivar esa faceta”. No nos engañemos, dormitar en el sofá es mucho más
cómodo que seguir concentrando tus esfuerzos en recordar más. Que tampoco estoy
diciendo que dormitar en el sofá sea malo, solo digo que es nuestra elección. Todos
elegimos cómo queremos vivir nuestras vidas. En general, los que recordamos
vidas pasadas pasamos por fases en las que todo está muy activo, y fases que
algunos llamamos “de hibernación” donde todo parece dormido y no tienes más
remedio que centrarte en tu presente. La vida te empuja a ello tarde o temprano.
Recordar vidas pasadas nunca se llega a
convertir en una verdadera adicción, y si te obsesionas por un tiempo,
rápidamente esa obsesión pasará. Igual que tu cuerpo te dice cuándo está exhausto y debes parar de correr, tu mente también te dice cuándo debes dejar de lamentarte por cosas que no puedes cambiar y que nunca volverán, y seguir adelante. Darse a los somníferos para que la
ansiedad te permita descansar, o darse a ciertos estimulantes para poder pasar
más de dos días sin dormir, eso sí que es una adicción. Y bastante peligrosa,
por cierto. El máximo peligro de recordar tu pasado es más o menos el mismo que
el de ponerte una película sobre una época histórica que echas de menos:
ponerte a llorar como un descosido.
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