Y cuando
digo “juzgar”, me refiero a juzgar tanto en sentido negativo como en sentido
positivo. Por ejemplo, es bastante común
oír a la gente decir que siente una envidia sana por las personas que hemos
tenido este tipo de experiencias trascendentales, ya sea recordar vidas
pasadas, haber estado a punto de morir y haber accedido a lo que parece otro
estado de consciencia, o ser capaz de tener experiencias extracorpóreas
voluntarias y conscientes. Lo dicen así, como si tener este tipo de
experiencias fuera algo fácil, una habilidad que has aprendido igual que otros
aprenden a jugar al billar, o un regalo del cielo que te hace ser “especial”. Estas personas no tienen ni idea de lo que
supone tener cualquiera de estas experiencias. Muchas veces me dan ganas de
decirles: “Ten cuidado con lo que deseas, porque puede hacerse realidad”.
Y no lo digo
porque recordar vidas pasadas sea malo, ni mucho menos. Al contrario, desde
aquí animo a todos los lectores del blog a que lo intenten, sobre todo si quieren
conocer por sí mismos la Verdad y quieren llegar a estar realmente seguros de que somos seres inmortales que por alguna
razón renacemos una y otra vez. Es un mantra que he repetido constantemente en todos los foros/grupos/comunidades/reuniones familiares en
los que he estado:
Mira en tu interior, ahí es donde están todas las respuestas.
Pero la
gente no se lo cree. No quieren intentarlo. Tienen miedo. Piensan que ellos no
pueden hacerlo. O quizá solo se deba a la explicación más frecuente y universal
que conozco, aplicable a todos los ámbitos de la vida: los seres humanos son expertos en buscar excusas cuando ven que algo
implica un esfuerzo, ya sea cuidar tu salud, hacer ejercicio, dejar de comer
carne, o renunciar a cualquier placer que se encuentre en el primer puesto de
su lista de prioridades. Qué le vamos a hacer, es la naturaleza humana, yo no
puedo hacer nada contra eso. Pero me enfada que luego las quejas y los lloros
abunden en grupos como el que mencioné al principio de esta entrada: “Me aterra
pensar que cuando muera todo acabará. ¿Alguien puede asegurarme que existe vida
más allá?” O, “Estoy desolada por la pérdida de mi hijo. ¿Me reencontraré con él
en el otro lado?”
Solo una
persona puede responder a esas preguntas: TÚ
MISMO. Aunque el precio no va a ser bajo. Mirar en tu interior implica
crecer espiritualmente, pero crecer espiritualmente no es equivalente a acudir
a un hipnoterapeuta y vislumbrar el periodo entre vidas en un par de sesiones,
ni tampoco a ver seres de luz durante el transcurso de una ECM. Crecer espiritualmente consiste en llegar a
los rincones más oscuros de tu alma y enfrentarte a tu propia sombra. Es
muy posible que antes de llegar a estar completamente seguro de que la
reencarnación es un hecho, tengas que armarte de valor para conocerte de verdad a ti mismo.
Nunca he luchado con nada más difícil que mi propia alma. |
A estas
alturas hay pocos humanos que me enseñan algo y que me inspiran en mi propio
camino vital. Uno de ellos es Iván Guevara, autor del blog El Aprendiz de Mago,
a quien conocí tras tener mis primeras experiencias extracorpóreas voluntarias.
Es él el que publicó hace muy pocos días una entrada sobre la importancia de
mirar en nuestro interior, y gracias a él descubrí que hace milenios, en el
Templo de Delfos, ya sabían que ese es el único camino si queremos conocer la
Verdad. Allí se encontró una inscripción que decía:
Te advierto, quien quiera que fueres.
¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza,
que, si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas,
tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa,
¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros.
¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses.
¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza,
que, si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas,
tampoco podrás hallarlo fuera.
Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa,
¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?
En ti se halla oculto el Tesoro de los Tesoros.
¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses.
Esto es algo que no acaban de comprender todos aquellos que
se interesan por la vida después de la muerte, todos aquellos que piensan que
los que tienen las respuestas o saben cómo funciona la reencarnación son los
espíritus, todos aquellos que se imaginan que recordar vidas pasadas consiste
en que te hipnoticen una vez para saber que fuiste un gladiador romano que
acabó desangrado en un circo, y ya está. Todos aquellos que se piensan que los
que afirmamos recordar vidas pasadas somos unos frikis despistados que creemos en la reencarnación porque una vez soñamos con la época medieval. Esas personas no saben nada de emociones de
vidas pasadas, ni de verificaciones históricas, ni de ardua búsqueda en
registros, ni de edificios que viste en tu mente y luego encontraste tal cual
en fotos de hace un siglo, ni de síndrome de estrés postraumático que parece
durar eternamente, porque el trauma que lo originó tuvo lugar en el siglo XIV. Esas
personas son las que siguen creyendo que “los malvados” no reencarnan o que
todos tenemos (o tendremos) deudas kármicas que pagar, las que creen que ellos
nunca hicieron nada malo en el pasado, las que aún creen que hay algo externo
que debe juzgarte después de muerto, las que aún no han descubierto su propia
sombra, las que aún no saben que la lucha es únicamente contigo mismo. Como
bien escribió Iván Guevara en su blog:
“El subconsciente, nuestra sombra, es nuestro demonio. Todo lo que no hemos superado, todo lo que nos ha herido, todo lo que nos ha frustrado, todo lo que no hemos sido capaces de comprender, se esconde allí. Ese es el demonio que nos perturba ahora y seguramente después de muertos.”
Alguien decía en ese grupo de Facebook que no le parecía
bien que solo hablaran de experiencias cercanas a la muerte positivas e
ignoraran las negativas, porque eso le quitaba la esperanza de encontrarse con
algo bueno después de la muerte. Una visión tan parcial de la realidad solo es
posible cuando no te has molestado en investigar lo suficiente; cuando solo
buscas el bálsamo que te alivie tus miedos y no la Verdad con mayúscula; cuando
solo te vale la creencia y no la certeza de que vivimos, morimos y volvemos a
vivir; cuando no quieres asumir la responsabilidad de que la realidad en la que
vivimos es consecuencia de nuestros pensamientos y nuestras acciones. Creer
siempre es más fácil que saber.
En consonancia con una de mis citas preferidas de Carl Jung,
la que reza “Uno no alcanza la iluminación imaginando figuras de luz, sino haciendo
consciente la oscuridad”, Iván Guevara también reflexionaba:
“Bajar al infierno, es abrir e iluminar esas partes oscuras de nuestra psicología. Allí, encontraremos al demonio. Ese demonio, es más poderoso, horrible, y perverso, si es que lo hemos ocultado, amarrado, censurado, despreciado. Ese demonio, tiene las llaves de los tesoros que nos faltan. Ese demonio, necesita ser comprendido, aceptado y amado. Pero, ¿por qué deberíamos hacer eso? Porque ese demonio es también parte de nuestra alma.”
Si estás dispuesto a hacer esto, a bajar al infierno y encontrarte con tu demonio personal, el que tiene la llave de lo que quieres saber, adelante. No tengas envidia sana, eso no te conduce a ningún sitio. La acción es lo que cuenta. Ponte a ello y recuerda vidas pasadas, o al menos inténtalo. Es mucho más fácil de lo que parece, en serio. Cuando yo quise tener experiencias extracorpóreas conscientes, ¿me puse a quejarme de lo difícil que es eso o a envidiar a los que tienen esta habilidad desde jóvenes? No, busqué a gente que sabía, seguí sus consejos, entrené arduamente durante un mes seguido, hasta que lo conseguí. Recordar vidas pasadas es igual. Es también un entrenamiento de la mente, es querer hacerlo, dejar atrás tus propias barreras mentales, olvidar lo que te han enseñado. Como si fueras uno de esos viajeros que acudían al Templo de Delfos, debes mirar en el abismo de tu alma, sin vértigo, sin miedo, y estar dispuesto a conocer la oscuridad que alberga tu corazón. Si eres sincero contigo mismo, estás preparado psicológicamente, y quieres de verdad llegar hasta el fondo, tal vez, solo tal vez, recordarás... y con el tiempo, SABRÁS que la reencarnación es un hecho.
Otro artículo genial. Gracias!
ResponderEliminarGracias a ti por leer, Joan.
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