Llevo unos días con cierto desasosiego interno que no sé muy
bien a qué se debe. Como no sé a qué se debe, me estoy controlando para no
quejarme como siempre hago, hasta que se me pase... pero es que si sigo así voy
a acabar por explotar, así que me he dicho: pues divaga, divaga todo lo que
puedas, que para eso tienes un foro y unos cuantos blogs donde hacerlo...
Y es que veo que no vamos a ninguna parte. Lo más seguro es
que esto sea una sensación subjetiva y un reflejo de mi propia frustración,
pero es así como me siento, no lo puedo evitar. Trato de calmarme a mí misma
diciéndome: “Paciencia, esto lleva su tiempo, tú sigue pasito a pasito,
exponiendo tus ideas, que ya les llegará a aquellos que lo necesiten”. Y sí,
normalmente estoy de acuerdo conmigo misma... pero a veces... ¡me desespero!
Porque no veo resultados, no veo gente inquieta parándome por la calle,
preguntándome “Oye, ¿esto que cuentas en el blog es cierto? ¿Es verdad que
todos podemos recordar vidas pasadas? ¡Yo quiero!” En lugar de eso, veo que la humanidad prefiere seguir dormida. Es como esa sensación que tienes por las
mañanas cuando estás teniendo un magnífico sueño y entreabres los ojos y le
dices a tu pareja cuando levanta la persiana: “Pero, ¿qué haces? Que estaba
soñando...” Y te vuelves a dormir. Ese es el “despertar espiritual” que estamos
viviendo, no el que nos quieren hacer creer ciertos gurúes espirituales y
algún otro escritor de los que puedes encontrar en la zona de autoayuda en las
librerías.
Pero para dejarlo aún más claro, especificaré:
NO ME PREOCUPA:
- El número de seguidores de mi blog.
- Que los seguidores de la página de Facebook prefieran las
fotos tontas de gatos hablando de reencarnación antes que leer los libros que
propongo o los enlaces a este blog. Hace tiempo que sé lo que puedo esperar de
Facebook.
- Sentirme sola e incomprendida. Llevo no una, sino varias
vidas, luchando en solitario por distintas causas (y a veces siendo ahorcado o
fusilado por ello, cosa que NO va a pasar en esta vida... o eso espero).
- Ser testigo de la diferencia abismal que existe entre el
mundo anglosajón y el mundo hispanohablante. Aquí parece que no salimos ni del
materialismo/escepticismo más recalcitrante, ni de la pseudoespiritualidad que
tanto abunda en internet y las creencias en falsos gurúes que nos deslumbran
con sus palabras pero que dicen lo mismo que decía Allan Kardec hace más de 150
años.
SÍ ME PREOCUPA:
- Levantarme cada mañana y comprobar que a nadie le interesa
recordar vidas pasadas.
- Poner la tele y ver cadáveres destrozados de niños en la
franja de Gaza (y no porque los cadáveres de niños me duelan más ni menos que los cadáveres de adultos), ante el silencio y la complicidad de la comunidad
internacional.
- Comprobar cómo el poder de la religión no solo va a más,
sino que la gente se sigue creyendo las historietas que le cuenta el Papa, y
además pasan a engrosar las filas de fieles olvidando todo el daño que las
religiones han hecho y siguen haciendo a la humanidad y al planeta, como el
ejemplo que ya he puesto.
- Ver que la gente sigue esperando encontrar maestros que
les den respuestas inmediatas a sus preguntas, en lugar de experimentar por sí
mismos y buscar en su interior, que es lo único que les va a convencer de la
realidad de la reencarnación.
- Poner la tele y ver cómo nos aproximamos cada vez más a
una Tercera Guerra Mundial. Y encima le volverán a echar la culpa a los nazis,
que son los que tienen la culpa de todo. ¿No decían que el Holocausto tenía que
servir para que no se repitiera la historia? Pues no, eso es un cuento, porque
la historia SIEMPRE se repetirá, mientras los humanos no se den cuenta de que
ELLOS y SOLO ELLOS son los responsables del sufrimiento en el mundo.
(Por cierto, debería dejar de ver la tele).
La solución a todo esto, tal y como yo lo veo, es que
despertemos de una vez. Pero despertar no significa darte cuenta de lo mal que
está el mundo y sentirte triste por ello y querer cambiarlo. Las buenas
intenciones se suelen quedar en eso: en intenciones. Despertar DE VERDAD es
darte cuenta de que si queremos que el mundo cambie, tenemos que empezar por
cambiar nosotros mismos. Y para cambiar nosotros mismos, tenemos que ser
plenamente conscientes de nuestros propios defectos y puntos débiles, tenemos
que ser plenamente conscientes de que somos nosotros mismos los que causamos
ese sufrimiento en el mundo, con nuestras actitudes, nuestros comportamientos,
nuestras anticuadas ideas que provienen de dos mil años atrás y que ya no nos
sirven. Recordar vidas pasadas no es la única forma de despertar de verdad,
pero es la que yo conozco y una de las más efectivas. Tal y como me dijo una
compañera hace poco: cualquier práctica espiritual que nos haga avanzar implica
en mayor o menor medida recordar vidas pasadas. ¿Por qué? Precisamente porque
recordar significa experimentar en primera persona lo que se siente cuanto te
hacen daño, y sobre todo, lo que se siente cuando tú haces daño a los demás. Porque
ninguno de nosotros somos inocentes, hasta el más santo de los santos ha hecho
cosas malas en el pasado, y seguramente ha llegado a ser tan santo a costa de
vivir tanto lo bueno como lo malo. Tenemos que dejar atrás las absurdas ideas
del karma y dejar de creernos lo que nos cuentan sin comprobarlo por nosotros
mismos. Me es muy frustrante visitar foros en inglés y ver cómo la gente
discute con naturalidad sobre la meditación y sus vidas pasadas, y lo que
piensan unos y otros, las dudas que les van surgiendo a unos y a otros... y
luego volver aquí y ver cómo la mayoría de la gente aún se está preguntando si
el cielo es real y si los ángeles existen, o si los que hacen viajes astrales
es porque han tomado setas alucinógenas, o ver cómo confían ciegamente en
alguien que surge de la noche a la mañana y dice que ha leído mucho a Brian
Weiss y ya es un experto en terapia regresiva, sin darse cuenta de que no
necesitan a nadie más que a sí mismos para dar con la Verdad.
A mí también me gustaría creer que el mundo está elevando su
vibración y que pronto todos seremos salvados —como nos llevan contando desde
el origen de la humanidad— sin tener que poner nada de nuestra parte... pero me
remito a las pruebas: en este momento la gente sigue muriendo de hambre, por
bombardeos, o porque su avión es derribado por un misil antiaéreo que nadie
sabe cómo ha llegado hasta ahí... No nos engañemos. El mundo no va a cambiar.
Al menos no tan pronto. De hecho, no creo que lo vaya a ver en esta vida. Ni
tampoco en la siguiente.
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