Parte 1.
¿Cuántas veces habremos escuchado de los labios de una madre o una abuela algo como: "Qué mirada tiene este niño, parece que lo entiende todo" o "Esta niña es más madura de lo normal, seguro que es un alma vieja"? Y entonces pensamos que debe de ser que ha vivido muchas vidas y que por ello "sabe más que cualquier otro niño de su edad".
Pongamos un poco de sentido común: que un niño sea más inteligente, más precoz, que tenga mayor habilidad para el lenguaje, que sea más obediente, que su mirada sea muy brillante o vívida... no tiene nada que ver con reencarnación. Solo teniendo en cuenta estas características u otras similares, no podemos saber si un niño ha vivido muchas o pocas vidas. Que un niño aprenda más rápido que otro no necesariamente significa que haya reencarnado muchas veces, porque existen muchísimos factores biológicos como la genética, o no biológicos, como la educación, que influyen en ello.
Es más, y si fuera un alma vieja, ¿qué? Muchos padres utilizan la expresión como queriendo significar que su hijo es especial, pero si supuestamente estamos aquí para aprender y cuando lo hayamos aprendido todo, dejaremos de reencarnar, ser un alma vieja no significa que seas mejor que los demás, más bien al contrario, que aprendes tan lentamente que necesitas reencarnar más veces. O que cometes tantos errores que te envían de vuelta una y otra vez a ver si esta vez lo haces mejor. Por supuesto, yo no pienso que la única razón para reencarnar sea aprender, ni tampoco que nadie nos envíe de vuelta. Podemos reencarnar simplemente porque nos apetece, ya sea para divertirnos de nuevo haciendo algo con lo que disfrutamos, o bien porque no queremos dejar solos a nuestros seres queridos, o sí, por qué no, a veces porque queremos salvar el mundo. Quién sabe. Lo que sí sé es que la evolución espiritual no existe, así que haber vivido muchas vidas tampoco implica necesariamente que seas mejor persona que los demás.
La única forma que tenemos para estar seguros de si un niño ha vivido antes —aunque seguramente todos los que vivimos en la Tierra llevamos aquí ya unos cuantos cientos de vidas— es que él mismo tenga recuerdos de vidas pasadas y nos lo haga saber de alguna forma (hay muchos que tienen pero enseguida aprender a callar, ya que sus padres no muestran ningún interés o directamente les dicen que están fantaseando). No hay más.
Bueno, eso no es del todo cierto, puede haber ciertos indicios que nos hagan sospechar que un niño está recordando una vida pasada. Son los mismos indicios que se aplican a cualquiera de nosotros, aunque parece ser que a una edad temprana son más frecuentes los recuerdos espontáneos y evidentemente determinados juegos, tener ciertas habilidades innatas, hablar en otra lengua o tener pesadillas recurrentes... adquieren mayor peso.
6. Ser un alma vieja no significa nada.
¿Cuántas veces habremos escuchado de los labios de una madre o una abuela algo como: "Qué mirada tiene este niño, parece que lo entiende todo" o "Esta niña es más madura de lo normal, seguro que es un alma vieja"? Y entonces pensamos que debe de ser que ha vivido muchas vidas y que por ello "sabe más que cualquier otro niño de su edad".
Pongamos un poco de sentido común: que un niño sea más inteligente, más precoz, que tenga mayor habilidad para el lenguaje, que sea más obediente, que su mirada sea muy brillante o vívida... no tiene nada que ver con reencarnación. Solo teniendo en cuenta estas características u otras similares, no podemos saber si un niño ha vivido muchas o pocas vidas. Que un niño aprenda más rápido que otro no necesariamente significa que haya reencarnado muchas veces, porque existen muchísimos factores biológicos como la genética, o no biológicos, como la educación, que influyen en ello.
Es más, y si fuera un alma vieja, ¿qué? Muchos padres utilizan la expresión como queriendo significar que su hijo es especial, pero si supuestamente estamos aquí para aprender y cuando lo hayamos aprendido todo, dejaremos de reencarnar, ser un alma vieja no significa que seas mejor que los demás, más bien al contrario, que aprendes tan lentamente que necesitas reencarnar más veces. O que cometes tantos errores que te envían de vuelta una y otra vez a ver si esta vez lo haces mejor. Por supuesto, yo no pienso que la única razón para reencarnar sea aprender, ni tampoco que nadie nos envíe de vuelta. Podemos reencarnar simplemente porque nos apetece, ya sea para divertirnos de nuevo haciendo algo con lo que disfrutamos, o bien porque no queremos dejar solos a nuestros seres queridos, o sí, por qué no, a veces porque queremos salvar el mundo. Quién sabe. Lo que sí sé es que la evolución espiritual no existe, así que haber vivido muchas vidas tampoco implica necesariamente que seas mejor persona que los demás.
La única forma que tenemos para estar seguros de si un niño ha vivido antes —aunque seguramente todos los que vivimos en la Tierra llevamos aquí ya unos cuantos cientos de vidas— es que él mismo tenga recuerdos de vidas pasadas y nos lo haga saber de alguna forma (hay muchos que tienen pero enseguida aprender a callar, ya que sus padres no muestran ningún interés o directamente les dicen que están fantaseando). No hay más.
Bueno, eso no es del todo cierto, puede haber ciertos indicios que nos hagan sospechar que un niño está recordando una vida pasada. Son los mismos indicios que se aplican a cualquiera de nosotros, aunque parece ser que a una edad temprana son más frecuentes los recuerdos espontáneos y evidentemente determinados juegos, tener ciertas habilidades innatas, hablar en otra lengua o tener pesadillas recurrentes... adquieren mayor peso.
7. La Ley del Karma no existe.
Ya he hablado repetidas veces sobre esto, así que no me extenderé mucho. Cuando digo
“Ley del Karma” me refiero a la creencia de que todo lo que nos pasa es
consecuencia de algo que hicimos en una vida pasada. Así que si nos pasan cosas
malas es porque nos las merecemos por algo malo que hicimos, y si tenemos una
vida genial es porque también nos la merecemos como premio a haber sido buenos.
No. Esto es el mismo viejo cuento que todas las religiones quieren hacernos
creer. Los que recordamos vidas pasadas, sobre todo los que recordamos múltiples vidas pasadas, sabemos que eso
no es cierto. Las cosas malas pasan porque siempre hay personas a quienes les
gusta hacer cosas malas. Otras veces es cuestión de buena o mala suerte, nada
más. Y otras veces es cuestión de perspectiva, porque lo que para ti puede ser
malo, puede que para otra persona sea bueno.
Todas tus
acciones tienen consecuencias... o no. Si robas en un supermercado y no te
pillan, eso no va a tener consecuencias ni dentro de diez días, ni dentro de
diez vidas ni dentro de cien. Si sigues robando en supermercados, va a aumentar
la probabilidad de que te pillen... al final te pillarán, y entonces tu acción
sí habrá tenido una consecuencia. Pero si alguien te roba en un futuro no es
porque la Ley del Karma exista. Es porque ese alguien es tan libre como tú de
robar a quien quiera, igual que tú también eras libre de hacerlo o no. No está cumpliendo ninguna ley divina. Tampoco es porque
los ladrones atraigan a los ladrones. La vida es así, no le des más vueltas.
Aunque suene
así de simple, esta es una de las verdades más incómodas que existen dentro de
la reencarnación. ¿Por qué? No lo sé, no lo comprendo. Posiblemente
porque la gente en general necesita
creer en cosas que den sentido al sufrimiento en el mundo. Si dejaron de
creer en un Dios vengativo que castiga a los malos a ir al infierno, es lógico
que ahora quieran creer en una ley cósmica que asegure que alguien malo, si no
va a ir al infierno, pues que al menos sufra de alguna manera por lo que hizo.
Así que cuando les dices que las cosas no funcionan así porque tú has recordado
haber sido alguien bastante malvado y ahora estás aquí tranquilamente tecleando
en el ordenador mientras te tomas una horchata bien fresquita en el calor del
verano, y no sufriendo ninguna enfermedad grave, ni viviendo debajo de un
puente, ni siendo amenazado de ninguna manera, eso les rompe sus esquemas y se
revuelven contra ti.
8. Todo el mundo reencarna. Sí, los malvados también.
Es curioso
comprobar una y otra vez cómo algunas personas piensan no solo que recordar
vidas pasadas es algo raro y totalmente anormal, sino que la reencarnación es
un fenómeno también extraño e infrecuente, y que si alguien reencarna tiene que
ser por alguna razón, quizá porque le quedó algo pendiente por hacer. Así, es
común oír hablar de “la reencarnada de Autol” o “los niños que retornan”, casi como si fueran lo mismo que apariciones fantasmales (de hecho hasta la música que suelen poner en la tele como acompañamiento de estos casos es algo siniestra). De
vez en cuando también ves que alguien se pregunta “¿Seré yo un reencarnado?”, o
escriben cosas como “Creo que esta es solo mi segunda vida”.
Veamos, apelo de nuevo al sentido común. ¿Quién no deja cosas pendientes por hacer?
¿Quién lo aprende todo en una sola vida? ¿Quién tiene una vida lo
suficientemente larga como para EXPERIMENTAR todo lo que se puede experimentar
en la Tierra, desde todas las perspectivas posibles? Que no recuerdes tus vidas pasadas, no significa que “no tengas” vidas
pasadas. Muchas personas no recuerdan sus sueños, y sin embargo se sabe
científicamente que todos nosotros soñamos. De esto nadie se sorprende ya. Pero
sí se sorprenden si les dices que la reencarnación es un fenómeno natural y
universal. Natural porque forma parte de la vida. Universal porque no depende
de nada que hayas hecho o dejado de hacer. Reencarnar no es un premio ni un
castigo. Vivir en la Tierra es duro, pero eso no significa que alguien nos haya
arrojado aquí para hacernos sufrir. Reencarnar es una elección personal. Nadie
sabe por qué exactamente es así, pero tampoco nadie sabe por qué existen las
estrellas y los planetas, ni por qué el Sol sale por el este y se pone por el
oeste. Si hay una razón trascendental detrás de todo ello, en el fondo no
importa. Lo único que importa es que estamos aquí, reencarnamos, y lo más
lógico es que queramos vivir en un mundo donde reine la paz y la armonía. Es lo
más lógico, pero a la vista está que hacer del mundo un lugar ideal para vivir
no es una de nuestras prioridades. Todo depende de nuestras propias decisiones.
9. El bien y el mal absolutos no existen. La justicia divina tampoco.
Junto con la
Ley del Karma, esta es otra de las verdades que más cuesta aceptar a la gente.
Los que creen en la reencarnación han superado en parte las mentiras que nos
contaron las religiones sobre la existencia de un cielo y un infierno, pero aún
les cuesta abandonar por completo la idea de que tiene que haber “Alguien” o
“Algo” que mantenga el equilibrio en el universo. Los buenos tienen que recibir
una justa recompensa y los malos tienen que recibir un justo castigo. Les gusta
imaginar que la vida en el más allá es muy parecida a la del más acá, en el
sentido de que seguimos siendo más o menos las mismas personas, y si volvemos
en un cuerpo nuevo es con una pesada carga de nuestras vidas pasadas que
incluye la obligación de pasar por ciertas malas experiencias para que podamos
“liberar nuestras almas” de esas acciones malas del pasado. En definitiva, que
nos permitan pagar nuestra “deuda kármica”.
Muchos que
recuerdan vidas pasadas siguen pensando que la Ley del Karma existe, hasta ahí
llega el poder de las creencias. Otros, los más sensatos, y sobre todo,
aquellos que recordamos múltiples vidas pasadas, sabemos que la Ley del Karma
es una falacia. Lo sabemos porque no hemos encontrado ninguna prueba que apoye
esa creencia. Las vidas buenas y malas
se suceden sin ninguna relación entre ellas. Lo que prevalece son las
emociones, los patrones mentales creados a consecuencia de ciertas vivencias, y
posiblemente los sentimientos que provocaste en otras personas que se cruzaron
en tu camino, personas a las que odiaste o amaste. Nada más. (Algunos llaman a esto karma, y yo no puedo impedírselo, aunque me encantaría hacerlo para que dejaran de sembrar confusión).
Pero ni siquiera hace falta tener recuerdos de vidas pasadas para comprender que la Ley del Karma no tiene sentido, porque lo que se considera bueno o malo en una sociedad varía a lo largo del tiempo y el espacio, por tanto no tiene ningún sentido que lo que hiciste hace mil años en una tribu africana te persiga hasta la actualidad para hacerte pagar por ejemplo con el mismo tipo de muerte que tú infligiste a alguien, las mismas veces que tú mataste. En el más allá somos seres espirituales, no humanos, por tanto solo se te puede juzgar en el contexto humano. En el más allá podrás reflexionar desde otra perspectiva, podrás aprender y sacar tus conclusiones, pero nadie ni nada hará que sufras por algo que hiciste, porque nadie te juzga más que tú mismo y el perdón es universal. Y cuando digo universal, es UNIVERSAL, algo que también les cuesta aceptar a todos aquellos que creen en la Ley del Karma.
Y por si a estas alturas hay alguien que aún no lo sabe: sí, sí hay personas que recuerdan vidas pasadas "malas". Hay unos cuantos asesinos en serie reencarnados por ahí (aunque el número se reduce bastante si solo tenemos en cuenta los que afirman serlo y tienen algo de credibilidad), muchos que no nos sentimos orgullosos de algunas cosas de las que hicimos, personas que murieron ejecutadas, generales militares nazis y no nazis, de todo...
Pero ni siquiera hace falta tener recuerdos de vidas pasadas para comprender que la Ley del Karma no tiene sentido, porque lo que se considera bueno o malo en una sociedad varía a lo largo del tiempo y el espacio, por tanto no tiene ningún sentido que lo que hiciste hace mil años en una tribu africana te persiga hasta la actualidad para hacerte pagar por ejemplo con el mismo tipo de muerte que tú infligiste a alguien, las mismas veces que tú mataste. En el más allá somos seres espirituales, no humanos, por tanto solo se te puede juzgar en el contexto humano. En el más allá podrás reflexionar desde otra perspectiva, podrás aprender y sacar tus conclusiones, pero nadie ni nada hará que sufras por algo que hiciste, porque nadie te juzga más que tú mismo y el perdón es universal. Y cuando digo universal, es UNIVERSAL, algo que también les cuesta aceptar a todos aquellos que creen en la Ley del Karma.
Y por si a estas alturas hay alguien que aún no lo sabe: sí, sí hay personas que recuerdan vidas pasadas "malas". Hay unos cuantos asesinos en serie reencarnados por ahí (aunque el número se reduce bastante si solo tenemos en cuenta los que afirman serlo y tienen algo de credibilidad), muchos que no nos sentimos orgullosos de algunas cosas de las que hicimos, personas que murieron ejecutadas, generales militares nazis y no nazis, de todo...
10. Todo se basa en el libre albedrío.
Y esto es lo
que más incomodidad, e incluso miedo, produce. Es mucho más tranquilizador
pensar que estamos en manos del Destino, que no podemos cambiar nada y por
tanto tenemos que resignarnos a nuestras vidas de sufrimiento. Es mucho más
fácil pensar que “si algo pasa, es porque Dios lo ha querido”, así la
responsabilidad siempre la tiene alguien externo a nosotros. Algunos llegan a
pensar que todo en nuestras vidas está planeado, incluso nuestras muertes. Da
igual lo que decidamos: todo tiene un porqué y aunque aparentemente tenemos
libre albedrío, en realidad “Alguien” mueve los hilos para que tomemos la
decisión que conducirá a aquello que está escrito.
La verdad es que en pocas ocasiones he visto tal grado de retorcimiento para no tener que aceptar que nosotros somos los únicos responsables de lo que ocurre en el mundo. Pero claro, muchos esclavos no sabrían qué hacer cuando se les da la libertad. Muchos esclavos quieren seguir siendo esclavizados, porque es mucho más cómodo cumplir órdenes y quejarte de las circunstancias, antes que tomar tus propias decisiones y hacerte dueño de tu futuro, aunque te equivoques, aunque eso te lleve a la muerte. Es así como aprendemos, tomando nuestras propias decisiones, haciéndonos responsables de nuestras vidas. Si no existiera el libre albedrío, no tendría ningún sentido vivir en el plano físico.
Por fortuna reencarnamos y tenemos infinitas oportunidades para seguir aprendiendo. Y sí, aprender es también una opción, por mucho que te digan que la única finalidad de reencarnar es aprender y evolucionar espiritualmente. ¿Quieres saber cuál es el propósito de la reencarnación? Tú tienes la respuesta. Eres tú el que le da sentido a la vida, eres tú el que decide qué hacer con las cartas que te han tocado. Algunas veces ganarás y otras perderás, pero jugarás cuando y como quieras.
La verdad es que en pocas ocasiones he visto tal grado de retorcimiento para no tener que aceptar que nosotros somos los únicos responsables de lo que ocurre en el mundo. Pero claro, muchos esclavos no sabrían qué hacer cuando se les da la libertad. Muchos esclavos quieren seguir siendo esclavizados, porque es mucho más cómodo cumplir órdenes y quejarte de las circunstancias, antes que tomar tus propias decisiones y hacerte dueño de tu futuro, aunque te equivoques, aunque eso te lleve a la muerte. Es así como aprendemos, tomando nuestras propias decisiones, haciéndonos responsables de nuestras vidas. Si no existiera el libre albedrío, no tendría ningún sentido vivir en el plano físico.
Por fortuna reencarnamos y tenemos infinitas oportunidades para seguir aprendiendo. Y sí, aprender es también una opción, por mucho que te digan que la única finalidad de reencarnar es aprender y evolucionar espiritualmente. ¿Quieres saber cuál es el propósito de la reencarnación? Tú tienes la respuesta. Eres tú el que le da sentido a la vida, eres tú el que decide qué hacer con las cartas que te han tocado. Algunas veces ganarás y otras perderás, pero jugarás cuando y como quieras.
Es tu
decisión creerte lo que te cuentan o emprender tu propio viaje de
autoconocimiento.
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