lunes, 27 de enero de 2014

Mis dudas sobre el karma.

Me encontraba el otro día mano sobre mano, apoltronada en el sofá... y me puse a pensar sobre el karma. Es que los reencarnacionistas somos así... Y después de darle unas cuantas vueltas a la cabeza, he llegado a la conclusión de que la ley del karma es un fraude.

Antes de que los hipotéticos lectores del blog me linchen o me dilapiden por creer en la reencarnación y no creer en el karma (la verdad es que espero que a los lectores del blog no se les ocurra hacer nada de eso, pero nunca se sabe), trataré de explicarme.

Después de más de dos años investigando sobre reencarnación, recordando mis vidas pasadas, y sobre todo, devanándome los sesos prácticamente todos los días, me he dado cuenta de que la ley del karma no se sostiene por ninguna parte. Y a estas alturas no sé cómo soy la única (o casi) que se ha dado cuenta. No hace falta navegar mucho por la red para encontrarte con miles de referencias sobre deudas kármicas, astrología kármica, expresiones tipo “eso es kármico” (parece ser que se utiliza esta expresión para todo lo que tenga que ver con vidas pasadas), cualquier cosa acompañado del adjetivo “kármico”... pero, ¿alguien se para alguna vez a analizar qué es el karma?

Según los budistas, la palabra “karma” significa acción. Toda acción tiene una reacción, unas consecuencias que pueden ser positivas o negativas, y estas consecuencias tendrán su efecto en nuestra próxima vida. Según esto, si hemos hecho cosas malas en el pasado, renaceremos con el peso de ese karma, y tendremos problemas y dificultades sin cesar, causándonos sufrimiento. Por el contrario, si hacemos cosas buenas, acumularemos un karma “bueno”, hasta que un día ya no necesitaremos reencarnar porque somos tan puros que podremos escapar de la Rueda de la Vida, es decir, de la rueda interminable de reencarnaciones en la que, según algunos, estamos atrapados (como si no pudiéramos elegir, hecho que también sería discutible).

Otros dicen que más bien se trata de una cuestión de equilibrio: si yo he hecho cosas malas en el pasado, para compensar tengo que vivir esas mismas cosas malas en mi propia piel, es decir, el sufrimiento que yo he causado me lo devolverá el “Universo” (o quien se encargue de estos asuntos), para que así sepa lo que significa sufrir y pueda liberarme de ese karma negativo. O sea, más o menos viene a decir que si a mí me asesinan, probablemente es porque yo fui un asesino en alguna de mis vidas pasadas.

He de reconocer que nunca he tenido muy claro esto del karma. Últimamente me sentía más cerca de esta última teoría... pero ahora mismo creo que es todo una sarta de sandeces (que me perdonen los que piensan que a veces hablo demasiado claro). ¿Por qué? Pues porque sencillamente, ¿alguien en la Tierra ha estudiado cómo funciona esto del karma? ¿Alguien se ha molestado en hacer estudios científicos sobre personas que recuerdan vidas pasadas, ha conseguido verificar que esos recuerdos son ciertos, y luego ha correlacionado estadísticamente si las desgracias que sufrió en una vida pudieron ser la consecuencia de sus malas acciones en el pasado? La respuesta es rotunda: NO. Nadie en el mundo mundial ha hecho esto, ni ahora ni en épocas en las que supuestamente éramos más espirituales.

La ley del karma no es más que una creencia ligada a determinadas religiones, y por tanto no es más que otro intento de los hombres para manipular a sus semejantes mediante el miedo. Nos puede sonar más bonito o más exótico que el Cielo y el Infierno de los cristianos, pero si lo estudiamos detenidamente, vemos que no es más que otro sistema de premio y castigo, otra forma de justicia divina, porque a los seres humanos nos gusta creer que en el más allá, o en el más acá cuando reencarnemos, los que son “malvados” (siempre midiendo el grado de bondad y maldad según el baremo correspondiente a la época de la que estemos hablando) recibirán un “justo castigo”, mientras que los “bondadosos” encontrarán su recompensa. Es decir, la ley del karma más o menos viene a decir que si eres malo, tarde o temprano pagarás por ello, sufriendo con una vida llena de penurias, o viendo sufrir a tus hijos, o naciendo con una malformación o una enfermedad... mientras que si eres bueno, tendrás una vida de lujo y comodidad sin mayor preocupación que decidir el color de tu próximo automóvil.

De esta forma (en mi opinión muy peligrosa, por cierto) encontramos justificación para todo y una explicación para todo el sufrimiento que hay en el mundo. Si alguien es asesinado, seguro que es porque se lo mereció, es que está pagando por sus malas acciones en el pasado. Si es desahuciado y tiene que vagabundear en la calle, tal vez es porque en el pasado él fue el que puso de patitas en la calle a alguien. La ley del karma es perfecta y justa, igual para todos, y funciona siempre, aunque sea dentro de mil años... Y estoy segura de que todavía hay gente que llega a plantearse que tal vez, si es malo, se reencarnará en cucaracha en su próxima vida, porque como todos sabemos ser una cucaracha es el peor castigo del mundo, te odian y te pisotean solo por ser negra y por gustarte los rincones oscuros... pero, ¿alguien se para a pensar si algo de eso nos va a importar siendo una cucaracha? ¿Son conscientes las cucarachas del odio sin sentido que mana de los humanos? En el fondo da igual, porque como la ley del karma suena tan bien, nos la creemos a pies juntillas y nos maravillamos de que el Universo funcione de esta manera.

Pues bien, aún no he encontrado ninguna prueba objetiva que respalde nada de esto. Recuerdo tres vidas como esclava, en épocas y circunstancias muy distintas. Y también recuerdo haber estado implicado en el comercio de esclavos. Lo fácil sería decir: “Claro, te esclavizaron porque tenías karma negativo”. Eso podría ser así si pudiéramos determinar con exactitud que una acción en concreto provocó una reacción, pero el caso es que lo de comerciar con esclavos fue posterior a ser esclavizada. ¿Es que estaba pagando mis supuestas deudas kármicas por adelantado? Es más... si la tónica general es creer que en el más allá el tiempo no es lineal, sino simultáneo, ¿cómo podemos determinar qué acción tuvo lugar “antes” que la otra?

Es más... ¿existen el bien y el mal absolutos? ¿O esto es solo una ilusión creada por los seres humanos, desde una perspectiva humana, variable según en qué momento de la historia nos encontremos y totalmente relativo en función de las costumbres de una determinada civilización? Y si... hemos quedado que no existe un Dios sanguinario y justiciero al que temer, sino un Dios que perdona a todos por igual, ¿por qué lo sustituimos por otra manera de “justicia divina” que nos obliga a reencarnarnos en cucaracha o a pasar por una vida de desgracias para “equilibrar” el karma acumulado? La justicia no es más que el deseo de venganza que todos llevamos en el corazón cuando alguien nos hace daño... y somos felices imaginando que de una forma u otra, ese alguien “lo pagará”. Esto solo habla de lo poco que hemos evolucionado espiritualmente en el transcurso de milenios... si es que de verdad es importante que evolucionemos espiritualmente.

En conclusión, la ley del karma no tiene ningún sentido. Cuanto más lo pienso, más segura estoy de que, una vez más, somos presa de la manipulación mental que proviene de las religiones o pseudo-religiones que nos acosan por todos lados. Y como no pensamos por nosotros mismos, aceptamos el primer cuento que nos cuentan, porque nos parece lógico o incluso maravilloso. Somos tan cortos de miras que ni siquiera nos paramos a pensar que tal vez ser una cucaracha (o cualquier otro tipo de insecto) no esté tan mal después de todo. Solo es una criatura de la naturaleza como cualquier otra luchando por vivir, como hacemos todos. Pero nosotros proyectamos nuestro odio o desprecio sobre las cucarachas igual que lo proyectamos sobre aquellas personas que nos creemos con derecho a juzgar y despreciar según nuestro “gran” sistema de valores... sin tan ni siquiera considerar por un segundo que tal vez todo obedece a un plan mucho más justo y que la maldad solo existe en nuestra pequeña mente humana.


Mi humilde opinión es que venimos aquí a experimentar, y punto. Lo bueno, lo malo, y lo regular. ¿Por qué? Porque en el más allá todo es amor, comprensión, y perdón (no de nadie, sino de ti mismo), el más allá es tan perfecto que llega a ser aburrido, no existen desafíos y así no hay manera de saber de qué material estás hecho. Sin embargo, aquí en la Tierra, unas veces tendrás una vida más fácil, y otras veces será más difícil. Unas veces serás pobre, y otras veces serás rico. Unas veces pedirás a alguien que te haga de malo porque quieres saber cuánto eres capaz de soportar, o quizá quieras saber si por fin puedes controlar tus impulsos de cortarle la cabeza a ese alguien. Otras veces te prestarás a hacer el papel de débil porque así el otro comprenderá que no debe aprovecharse de su fuerza. Como decía el maestro de Lobsang Rampa en uno de sus libros, en cada vida elegimos las herramientas que vamos a utilizar según lo que queremos aprender (aunque yo sustituiría esta palabra por experimentar). Cuando empiezas a recordar múltiples vidas, y te das cuenta del gran abanico de posibilidades, y empiezas a ver que no hay una correlación clara entre unas vidas y otras, que no hay causa y efecto... comprendes que las cosas no son tan fáciles y no hay leyes que valgan. Mis propias experiencias me hacen creer que los grupos de almas y los soulmates existen, y por lo general nadie es perfecto: la bondad y la maldad que llevas dentro varían según la vida que te haya tocado, y a veces lo haces mejor que otras. No pasa nada. No existe el karma, y no existe la justicia en el más allá, por mucho que nos duela que los asesinos en serie no se queden en el bajo astral por toda la eternidad o que los genocidas estén de nuevo entre nosotros, llevando vidas normales y pacíficas.  

Eso sí, el que quiera puede seguir creyendo en ilusiones y teorías no demostradas.

Para leer más:

lunes, 20 de enero de 2014

Víctimas y agresores.

“Un patrón que con frecuencia emerge en el trabajo de regresión a vidas pasadas es el de ser una víctima. Un gran porcentaje de personas con las que trabajo descubren que fueron victimizadas y perseguidas de alguna manera vida tras vida. Normalmente hay temas a los que parecen sentirse atraídos en contra de su voluntad una y otra vez, como por ejemplo una sabia sanadora que es violentamente perseguida por miedo (por ejemplo, una bruja quemada en la hoguera), o un individuo que acaba proscrito o encarcelado a causa de un malentendido. La victimización acaba con frecuencia siendo un patrón arraigado y triste que es repetido durante muchas vidas.
Sin embargo, si somos lo suficientemente valientes como para ahondar más profundamente, aquellos de nosotros que tenemos vidas como víctimas pronto descubriremos la terrible verdad: en algún momento también fuimos agresores. Esto no es un material fácil de sacar a la luz, ni llega fácilmente del subconsciente. Se requiere una gran madurez y honestidad con uno mismo para enfrentarnos a las cosas terribles que debemos haber hecho y que han puesto en movimiento la rueda del sufrimiento”.
Mary Elizabeth Raines. The Laughing Cherub Guide to Past-life Regression: A Handbook for Real People.

Todo ello es cierto. Según mi experiencia, y salvo contadas excepciones, es mucho más fácil asimilar que fuiste una víctima que reconocer que fuiste un agresor.

Hace poco tuve que oír una de las típicas frases que les gusta pronunciar a aquellos que hablan de reencarnación sin haberse molestado en consultar primero con  personas que recuerdan vidas pasadas: “Si la reencarnación existiera, habría más personas que recordasen haber hecho cosas malas, y yo no conozco ninguna”. Si piensas así, es probable que no te hayas informado adecuadamente o que no hayas consultado con las personas adecuadas. Cualquiera que lleve tiempo investigando sobre este tema sabe que, igual que la gran mayoría de las personas recuerdan vidas normales y corrientes, sin grandes eventos, otra gran proporción de personas recuerdan vidas de ladrones, asesinos, violadores, guerreros que disfrutaban matando y saqueando, soldados que se vieron obligados a matar... creo que podéis continuar vosotros con la lista. Lo que ocurre es que, si recuerdas una de estas vidas, te vas a cuidar muy bien de no reconocerlo públicamente, sobre todo cuando aún el tema de la reencarnación está acompañado de un gran desconocimiento y todavía hay gente que piensa que las personas “malvadas” se merecen estar ardiendo en el infierno, van a reencarnar en una rana, o directamente, no van a reencarnar.

Sea a través del karma o a través de cualquier otra idea religiosa ligada a un castigo divino, por lo general somos más felices pensando que tiene que hacerse justicia y que los que cometen crímenes pagarán por lo que han hecho tarde o temprano. Y no nos damos cuenta de que esa idea de justicia no es más que un deseo de venganza inherente al ser humano, totalmente incompatible con la supuesta existencia de un Dios compasivo que siempre perdona a todas sus criaturas. Y aunque muchos reencarnacionistas han sustituido esa justicia divina por el karma, yo no soy uno de ellos.

De lo que sí puedo dar fe es que todos tendemos a pensar que nosotros jamás haríamos tal cosa, algo que nos produce un gran rechazo, y llegamos a despreciar a aquellos que sí lo hacen. No sé, pongamos por caso: asesinar a alguien, aprovecharte de la indefensión de un niño o una mujer, robar, acusar falsamente a alguien por venganza, maltratar a esclavos, ser cruel con tus empleados, verte envuelto en tráfico de drogas o de armas, sucumbir a adicciones, despreciar a otros por su raza o su religión, aceptar sobornos... Es muy fácil aceptar tu papel de víctima porque eso te da una buena excusa para seguir sintiéndote como una víctima: tienes a alguien a quien culpar y una razón por la que seguir odiando al mundo, por la que seguir sintiendo rencor, odio o dolor por algo que ocurrió en el pasado. Si confiesas públicamente que fuiste una víctima, aunque al principio puede producirte algo de vergüenza, recibirás palabras de apoyo, comprensión y una palmada en la espalda para que sigas adelante. Sin embargo, el día que descubres que tú también asesinaste o violaste, se cambian las tornas. Esto ya lo no lo puedes pregonar a los cuatro vientos, porque muchos pensarán que sigues siendo la misma persona a pesar de que hayan transcurrido cuatrocientos años. Otros te dirán que cómo puedes confesar eso y no sentirte culpable. Si te sientes culpable, te dirán que no te preocupes, que te perdones a ti mismo y el dolor desaparecerá de la noche a la mañana, cuando ya has comprobado que eso no es tan fácil de hacer. Otros te juzgarán sin ni siquiera haber escuchado las razones por las que lo hiciste... y aunque parece que te comprenden, en realidad solo te ofrecerán una compasión que no necesitas, y seguirán pensando "Pobre alma, rezaré por ella para que encuentre la paz", porque ellos piensan que jamás lo harían porque se consideran almas más "evolucionadas" que tú.

Mi consejo sería que no escuches a este tipo de personas. A veces hemos de recorrer solos parte del camino, y aunque resulte doloroso, serás tú el que acabará fortalecido. Porque reconocer tus posibles errores, saber que ninguna elección es fácil, exponerte a las críticas de los demás, y dejar la culpa atrás, requiere una gran fortaleza... y poco a poco la transformación tendrá lugar por sí sola. Te darás cuenta de que si sigues despreciando a los criminales, te desprecias a ti mismo. Si piensas que ciertos criminales merecen la pena de muerte, ya no podrás quejarte por haber sido ajusticiado salvajemente en el pasado. Si crees que es justo que algunos de ellos sufran maltrato en las cárceles, ya no podrás lamentarte de que te torturaran solo por robar una gallina. Súbitamente te puedes poner en el lado del otro, crece la empatía y la compasión. Comprendes que por muy malo sea algo que ha hecho una persona (dejando aparte el hecho de que el bien y el mal son relativos), nadie se merece un maltrato desproporcionado. Dejas de juzgar. Solo cuando ves las dos caras de la moneda, empiezas a ver por qué la reencarnación nos iguala a todos y por qué no tiene ningún sentido establecer diferencia alguna entre los seres humanos, sean quienes sean y hayan hecho lo que hayan hecho.


Cuando empiezas a investigar de verdad y conoces las desgarradoras historias de otras personas, que se suman a lo que tú mismo has sentido en tus regresiones, y te das cuenta de que hay algo en lo que nos cuentan que no es para nada cierto, algo en ti empieza a cambiar. Nadie es castigado en el más allá por haber sido un criminal, nos guste o no nos guste, por mucha rabia que nos produzca saber que el asesino de nuestra hija no afrontará ningún tipo de sufrimiento eterno. Como mucho, la culpa atormentará un tiempo a esa persona, o puede que vuelva para vivir lo que él hizo que vivieran esas otras personas (pero posiblemente por propia elección, no porque alguien lo sentencie así). A todos se nos da otra oportunidad. Muchos creen que si mataste a espada, morirás a espada. Pero lo cierto es que ni siquiera podemos estar seguros de esto. Es más probable que, dada la cantidad de situaciones distintas en las que nos encontraremos en nuestros cientos de vidas, algunas veces te tocará matar y otras veces te tocará morir, porque lo que importa es experimentarlo todo desde todos los puntos de vista posibles. No es cuestión de recompensa o castigo. Simplemente de vivir, para poder saber lo que se siente. 

Si todavía no te has tenido que enfrentar a tu propia sombra, aún no has visto el cuadro completo. Todos tenemos un lado oscuro que cuesta mucho aceptar. Hacerlo es uno de los mayores desafíos que te encuentras cuando empiezas a recordar vidas pasadas.

domingo, 19 de enero de 2014

Aprendiendo a usar todos nuestros sentidos.

No son cinco, sino alguno más. Es muy importante, para todos aquellos que estéis intentando saber más sobre vuestras vidas pasadas, aprender a confiar en vuestra intuición. Al principio no es nada fácil, pero según practicas la autohipnosis o la meditación, y sobre todo cuando las primeras verificaciones comienzan a llegar y empiezas a dudar que solo se trate de tu imaginación, empiezas a notar que tu intuición aumenta y cada vez confías más en ti mismo.

Muchas personas se sienten frustradas porque no logran visualizar nada en sus intentos de autohipnosis. Pero no debemos olvidar que los recuerdos pueden aparecer de otras maneras. Acabo de descubrir un libro que se llama The laughing cherub guide to past life regression: A handbook for real people (ver enlace al final del artículo), de donde he adaptado la siguiente técnica.

Para hacernos más conscientes de cómo podemos utilizar esos sentidos, podéis probar a recordar vuestra propia cama:

1. Ver. ¿Cómo es tu cama? Mira la luz y la sombra que hay en tu cama, percibe los colores y los detalles.

2. Tocar. ¿Cómo se siente tu cama bajo tu cuerpo cuando te tumbas sobre ella y te tapas con las sábanas? ¿Qué tacto tienen las sábanas sobre tu piel? ¿Qué sensación tienes cuando apoyas tu cabeza en la almohada?

3. Oler. Imagina cómo las sábanas y la almohada huelen cuando están recién lavadas. Huele los aromas de las mantas y del dormitorio, y percibe las fragancias de tu cuerpo mientras descansas, como el jabón, la colonia o tu leche corporal favorita.

4. Saborear. Imagina que estás en la cama comiendo tu snack favorito, o, si lo prefieres, imagina que te acabas de lavar los dientes. Percibe los sabores en tu boca.

5. Oír. Escucha los sonidos que te llegan cuando estás en la cama. ¿Hay pájaros fuera, o tráfico, el zumbido de una fábrica? ¿Qué sonido haces cuando te mueves bajo las sábanas o cuando coges la manta para taparte?

6. Sentir. Recuerda aquella noche que dormiste profundamente, qué bien te sentiste al despertar.

¿Cuáles de estos sentidos te funcionaron mejor? ¿Cuáles fueron más difíciles? Normalmente tenemos uno o dos sentidos predominantes, y unos pocos que no nos son fáciles. Cada uno de nosotros recordamos de manera distinta. Y cuando recuerdas una vida pasada es exactamente igual. Será mucho más vívida si consigues involucrar todos los sentidos, incluidas las emociones y las intuiciones.

La mayoría de la gente es muy visual. Yo soy muy visual, y en mis mejores regresiones ha sido realmente como estar dentro de una película, o un sueño en el que eres perfectamente consciente de todo. Si eres muy visual, te será muy fácil empezar mirándote los pies, describiendo el calzado que llevas, y de ahí podrás enseguida saber qué tipo de ropas vistes, y si eres hombre o mujer, niño o adulto. Después puedes mirar a tu alrededor y describir dónde te encuentras.


Pero muchas veces no es fácil que vengan estas imágenes. Hay personas que son principalmente “cinestésicas”, lo que significa que tal vez no vean claramente la ropa que llevan, pero sí puede que sientan el tacto de esa ropa sobre su piel, o que esas botas son muy incómodas, o puede que sientan algún tipo de tensión muscular en sus pies o tobillos. A mí me ha pasado con frecuencia que en lugar de imágenes, lo primero de todo he empezado a sentir algo en mi cuerpo: por ejemplo, un dolor o presión en mi hombro derecho como si estuviera cargando algo... para poco después terminar viendo que era una pesada cadena que me inmovilizaba.

También puede que empieces a “oír” voces que hablan a tu alrededor, o puede que recuerdes algún olor, como el del pescado en una lonja, animales en un establo, comida, etc.

Y, por supuesto, tenemos las emociones. Si estás al comienzo de tu regresión y de pronto sientes un gran peso en el corazón, una profunda tristeza que no sabes de dónde viene, no lo dejes pasar. Intenta concentrarte en esa emoción y deja que te vengan más detalles... si todo sigue siendo oscuridad, pregúntate a ti mismo por qué te sientes así, qué ha ocurrido... Si no te vienen imágenes, es muy posible que la respuesta te venga clara a tu mente, y no sabes muy bien por qué, pero no tienes ninguna duda de que esa respuesta es la correcta, por muy extraña que parezca. Es tu intuición: escúchala siempre.

Nunca dos regresiones son iguales. Y aunque tengas mucha práctica, como es mi caso, a veces las técnicas funcionan y otras no. Supongo que depende de muchos factores: de lo relajado o nervioso que estés ese día, de los pensamientos que pululen por tu cabeza, de si estás especialmente receptivo o no... y posiblemente existan otros elementos de control de nuestra propia mente que son muy difíciles de determinar.

Por cierto, hay otra frase que me ha gustado mucho de este libro: lo decía Henry Leo Bolduc, otro de los autores a los que suelo hacer referencia en Foro Reencarnación, y es que la meditación sería como mirar por un telescopio, mientras que la hipnosis (dice la autora que hipnosis y autohipnosis es lo mismo, solo que al tener un guía las cosas son algo más fáciles) sería como mirar por un microscopio, ya que intentas más focalizar tu atención en determinados aspectos de esa vida pasada.

Más información:

miércoles, 15 de enero de 2014

Locas divagaciones (3).

No sé si con los años me estoy haciendo cada vez más radical, o si hay alguna otra razón, pero cuanto más me adentro en la reencarnación, cuanto más recuerdo, cuanto más vivo con esos recuerdos, más convencida estoy de que la palabra “sanación” no tiene ningún sentido. Mucho menos si va acompañada de los términos “espiritual” o “del alma”.

Puedo echarle la culpa a mi formación científica o a mi educación racional, que de vez en cuando me hace detenerme y me advierte: “Cuidado. No te dejes llevar excesivamente por tu cerebro derecho. Piensa un poco, duda, analiza. Las emociones y la intuición están muy bien, pero es bueno mantener un equilibrio en todo”. Sin embargo, sospecho que no es la única culpable.

No quiero volver a hablar sobre lo vacío que me parecen las palabras a las que tanto nos tienen acostumbrados los que parecen saber tanto sobre reencarnación sin haber recordado vidas pasadas. Con recordar no me refiero a una visita ocasional al terapeuta de la esquina y un par de flashes que viste por casualidad al relajarte. Con recordar me refiero a toda una vida lidiando con sentimientos, sueños, búsqueda, sospechas, averiguaciones, contacto con otros como tú, dudas, periodos de negación, huida, verificación que te zarandea como si alguien se empeñara en no dejarte olvidar, lágrimas... y vuelta a empezar. No es mi caso y yo aún no he pasado por todas esas etapas, pero sí me empiezo a dar cuenta de que mientras unos parlotean, teorizan y hablan de cosas tan intangibles como almas, apego, el no sé qué kármico, las heridas espirituales y la “sanación” de algo que ni siquiera está enfermo, hay otros que sabemos de verdad lo que significa recordar vidas pasadas, pero seguiremos en silencio porque, simplemente, no nos merece la pena hablar.


Me empiezo a aburrir. Me aburro de la superficialidad, de la poca seriedad, de que la gente opine sin saber, sin sentir en su propia piel, lo que es recordar vidas pasadas. Recuerda, y entonces quizá puedas hablar de reencarnación. El debate de si la reencarnación existe o no es como el debate de la existencia de Dios. No lleva a ningún sitio. Cada uno puede creer lo que quiera, y siempre estará bien. Nadie ha visto a Dios. Como mucho ha visto un ser de luz en una experiencia cercana a la muerte (o similar) a quien ha llamado Dios. Sin embargo, sí hay personas que dicen recordar sus vidas pasadas. Y es mucho más que una creencia porque hay investigación y verificaciones de por medio. ¿Alguien ha podido verificar la existencia de Dios?

Y mientras muchos reencarnacionistas vivimos con nuestros recuerdos, tenemos que estar oyendo continuamente que estamos perdidos en el pasado, que debemos sanar y dejar el pasado atrás, que debemos perdonarnos a nosotros mismos, que tenemos que equilibrar nuestros chakras, que estamos obsesionados, que no tenemos ni idea porque solo los lamas en el Tíbet han conseguido un nivel tan profundo de meditación que sea equivalente a la autohipnosis, y demás historias sin fundamento.

¿Sanar? ¿Sanar de qué? ¿Hay algo malo en que quiera recordar constantemente a la persona con la que fui feliz hace doscientos años? ¿Hay algo malo en sentir nostalgia por querer sentirme de nuevo tan libre como me sentía navegando en mi barco? ¿En sentirme aún furioso y triste por haber sido fusilado por mis propios compatriotas, porque quise luchar por mis derechos? Recuerdo el sentimiento de camaradería que existía entre mis compañeros estudiantes antes de convertirme en oficial de la Marina; recuerdo mi barco, y cómo lo perdí en una batalla, junto a mi propia vida y varios de mis hombres, a los que, tristemente, apenas recuerdo (aunque me gustaría hacerlo). Recuerdo con un detalle asombroso casas de piedra en las que viví con mucha más miseria que ahora. Recuerdo varias muertes, traumáticas y no traumáticas. También recuerdo muertes de seres queridos que a veces duelen y a veces no. ¿He de olvidar todo eso? ¿Por qué? Y si duele, ¿acaso está mal? ¿Acaso no me duele si recuerdo la muerte de mi primera gata en esta vida? ¿Hay algo malo en el dolor?


Parece ser que sí. Los seres humanos nos empeñamos en poner etiquetas a todo. O es bueno o es malo. Ser feliz es bueno, estar triste es malo. Vivir en pareja es bueno, estar solo es malo. Centrarte en el presente es bueno, vivir en el pasado es malo. Comportarte como un borrego, según lo que marca la sociedad, es bueno. Ser un rebelde es malo. Quedar bien con todo el mundo es bueno, ser políticamente incorrecto es malo. Sonreír es bueno, llorar es malo. Necesitas sanar porque estás sufriendo. Y más si lloras por algo que pasó hace quinientos años.

Las emociones no son buenas ni malas. Son solo emociones. Nuestros recuerdos van casi siempre acompañados de emociones, porque son la vida misma. Mucha gente aún no ve que tener cuerpos distintos no significa que tengamos vidas distintas. No significa que tengamos que olvidar todo lo que vivimos antes de nuestro nacimiento, y que si lo recuerdas es algo patológico. Hay personas que recuerdan porque algo les está afectando, y muchos empezamos a recordar por eso. Pero muchas otras personas recuerdan y ya está. No sufren de depresión, ni de ansiedad, ni de estrés postraumático, ni echan de menos a nada ni nadie, ni tienen pesadillas, ni sufrieron muertes especialmente traumáticas, ni se sienten culpables de nada. Han pasado ya más de dos años desde que empecé a recordar, y según esos recuerdos se transforman en parte de mí, ahí permanecen y no se van a borrar jamás. No quiero que se borren. Me los tatuaría si pudiera. Eso me haría recordar también el dolor que los acompaña, para tenerlo también presente cada día de mi vida. Porque son parte de mí y porque estoy orgullosa de ellos. Porque no es verdad que mi alma necesite ninguna curación, tal vez ni siquiera necesite perdonar a nadie, tampoco a mí misma, porque tampoco existen acciones malas ni buenas, solo acciones con las que crecemos... o no. Lo que la gente no ve es que tenemos una única vida, una vida sin fin en la que vamos experimentando y en la que no dejamos de cruzarnos con seres que ya hemos conocido antes, cuando teníamos otro cuerpo. No puedes seguir bien un libro si olvidas el capítulo anterior o lo que pasó hace diez capítulos. Y muchos siguen pensando que recordar no es algo natural o que si lo haces es porque algo va mal en tu espíritu, cuando no siempre es así.

Yo prefiero recordar antes que vivir en la ignorancia, creyendo que vine de la nada y volveré a la nada. O aún peor, creyendo que alguien juzga mis acciones y me recompensará o castigará por ellas. No soporto a esos que dicen “Y qué importa, ya lo descubrirás cuando mueras”. No, claro que importa. Y lo quiero saber ahora, y quiero estar preparada para cuando la muerte me llegue. Me da igual lo que pase después de muerta, porque sé que entonces estaré bien. Me da igual si hay espíritus vagando en el astral o cuánto tiempo pasa entre la muerte y la siguiente encarnación. Lo que quiero son recuerdos y más recuerdos, porque eso es lo que me hace ser, eso es lo que da significado a mi existencia y una profundidad a lo que soy, a lo que he sido... no el nombre que pusieron en mi carnet de identidad. Eso sí que no me transmite nada. 

martes, 14 de enero de 2014

El suicidio (The Great Escape).

(Esto lo escribí originalmente en otro sitio, pero en realidad pertenece a este blog. El suicidio es un tema recurrente y que preocupa mucho tanto a los reencarnacionistas como a los no reencarnacionistas. Algún día volveré sobre ello).

A veces me sorprendo de la superficialidad con la que algunos hablan del suicidio y cómo algunos juzgan a las personas que se han suicidado o han estado a punto. "Cada uno tiene lo que se ha buscado", o "Quitarse la vida es de cobardes", son frases que he tenido que oír más de una vez y que espero solo sean consecuencia de no pensar o de no saber ponerse en la situación del otro. Y hay gente que aún piensa que suicidarse equivale a estar un número indefinido de años perdido en el astral o de enfrentarte a una especie de juicio en el más allá por haber cometido un pecado imperdonable.

Es muy posible que el 90% de estas personas piensen que estoy loca de atar, pero yo les suelo responder: "¿Recordáis haberos suicidado? ¿Lo habéis tan siquiera considerado alguna vez? ¿Habéis caído en una depresión tan profunda que no veíais otra salida? Porque yo sí recuerdo haberme suicidado. Y conozco a muchas personas que también lo hicieron. Y no todos recordamos lo que pasó luego entre una vida y otra, pero lo que es obvio es que volvimos y no ardimos en el infierno ni fuimos condenados a vagar por el astral."

Otros piensan que es cuestión de enfermedad mental. Quizá algo haya, o al menos, cambios electroquímicos en el cerebro, los hay. Pero yo pienso que lo que más influye son las circunstancias. Nadie puede saber en qué circunstancias se encontraba una persona para decidir quitarse la vida. Y por tanto, nadie, excepto nosotros mismos, podemos juzgarnos.

Las circunstancias por las que yo decidí acabar con mi vida tienen que ver con la guerra, con la muerte de un ser querido, y también con abusos sexuales. No, no es fácil decirlo. Pero es mucho peor vivirlo. En una sociedad donde estamos acostumbrados a ver la violencia en países lejanos, y las bombas, la metralla, o el ajusticiamiento de los culpables de violación nos acompañan mientras comemos, no sabemos realmente lo que eso significa. Es tan irreal como la última película de animación de Disney. Y sin embargo, existe, existió, y seguirá existiendo. Y es muy posible que muchos de nosotros hayamos estado en situaciones parecidas y hayamos tomado exactamente la misma decisión que ahora nos apresuramos a juzgar.

Siempre lo digo y no me cansaré de decirlo: si todos recordásemos nuestro pasado, el mundo sería muy distinto. Porque cuando se trata de ti mismo o tus familiares, ya no es tan fácil hablar a la ligera. Y hablaríamos de primera mano, no por lo que nos cuentan las diversas religiones o filosofías o sistemas de creencias.


Ahora ya lo tengo más superado y no me cuesta tanto hablar de ello, pero cuando los sentimientos aún ardían en mi interior y se agolpaban hasta explotar, me era muy útil escuchar una canción de Marillion que se llama "The great escape". Esta canción es la culminación de un disco completo titulado "Brave". La imagen con la que comienza este álbum está basada en una noticia real que apareció en la prensa británica: una mujer joven de pie en lo alto de un puente, a punto de tirarse al vacío. Cuando el agente de policía le preguntó su nombre, la chica ni siquiera pudo responder. Una vez le dije a una amiga que a veces yo tenía la misma cara que sale en la portada del disco.

También se hizo una película, por si alguien está interesado.



THE GREAT ESCAPE

Heading for the great escape
Heading for the rave
Heading for the permanent holiday

Heading for the winter trip
Heading for the slide 
Heading for the dignified walk away

Heading for the open road 
Goodbye to all that 
Heading for the automatic overload

Standing in the open boat
Standing in the swing 
Waiting for the ringing and the bright light

Waiting to be recognised
Quiet applause will do 
They shower you with flowers when they bury you

You're holding on, you're holding on ...

(i) the last of you

Just when I thought I'd seen the last of you 
You come here scratchin' at my door
Your pain and anger's in the hollowing dark
Of every corridor I walk

So tell me more about the love that you rejected
Tell me more about the trust you disrespected 
I still don't know, why did you hurt the very one 
Why did you hurt the very one that you should have protected?

(ii) fallin' from the moon

Don't ask me why I'm doing this
You wouldn't understand 
You're asking the wrong questions 
You couldn't understand

A bridge is not a high place
The fifty-second floor 
Icarus would know 
A mountain isn't far to fall

When you've fallen from the moon

There's murder on the street 
I'm ashes on the water now, somewhere far away

I have fallen, fallen from the moon


Las letras dejan traslucir que aquél que debía protegerla traicionó su confianza y abusó de ella. Y la música y sobre todo la voz de Steve Hogarth me siguen ayudando a deshacerme del dolor y la rabia acumuladas por algo que nunca debió suceder. Aunque, tal vez, si sucede, obedezca a alguna razón que aún no llego a comprender muy bien.

Las consecuencias, quién sabe con qué frecuencia, no cabe duda de que pueden afectar a las siguientes vidas, debido al profundo trauma emocional que eso supone.

Discusión en Foro Reencarnación:

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domingo, 12 de enero de 2014

Reencarnación en animales.

Este tema es uno de mis preferidos, debido a razones profesionales, pero quizá lo que voy a decir decepcione a algunos de los lectores: no creo en la reencarnación en animales.

Por supuesto, en esta ocasión solo podemos especular, puesto que ni siquiera sabemos si los animales tienen alma o no, que es algo que considero básico para que exista reencarnación. Sin embargo, he de matizar que sí creo que los animales tienen alma. Lo que no creo es que los seres humanos hayamos reencarnado antes en animales, ni creo que sea posible reencarnar en animales en una vida futura.

También en parte es una cuestión algo sensible para mí, porque la reencarnación en animales sí que está presente en las creencias de algunas religiones, y creo que es algo que hace mucho daño a los que queremos tomarnos en serio la reencarnación. Es un tema que se presta mucho a la burla de los no reencarnacionistas y posiblemente uno de los aspectos que hace que muchas personas, al acercarse al concepto de reencarnación, se echen para atrás al pensar que todos los reencarnacionistas estamos de acuerdo con esta teoría, y piensen que no tiene ningún sentido. No puedo culparles por ello, porque lo cierto es que es muy frecuente escuchar afirmaciones tan absurdas como la que relaciona el karma con la reencarnación en animales, como una especie de castigo por haber hecho cosas malas. Y no, aún no sé de nadie que haya tenido que volver como cucaracha por haber sido una mala persona.

También tengo que decir que sí que existen personas que dicen tener recuerdos de haber sido algún tipo de animal: desde animales acuáticos, a perros, zorros, o águilas. Algunos incluso especulan con que si sientes algún tipo de afinidad o atracción por un animal en especial, es posible que hayas sido ese animal en el pasado. Yo no creo que esto sea posible, y lo digo por una razón.

Es solo mi teoría personal, y puedo estar equivocada (igual que con cualquiera de mis teorías personales que podéis encontrar en el blog), pero pienso que el alma de un ser humano no es igual que el alma de un animal (y por supuesto, también es muy distinta a la del alma de una planta). Después de unos cuantos años trabajando con animales, y conviviendo con ellos, no dudo de que los animales tienen consciencia de sí mismos, sufren y sienten igual que cualquier ser humano, tienen un “sexto sentido” especial con el que captan nuestro estado de ánimo y mucha más información del medio ambiente que nosotros, y es posible que nos entiendan mucho mejor que lo que les entendemos nosotros a ellos. Pero también es innegable que su capacidad cerebral es totalmente distinta. Pienso que la relación entre alma y cerebro es una relación muy íntima, hay una conexión entre los dos que comienza incluso antes del nacimiento, pienso que nuestro espíritu es una entidad increíblemente compleja y sin límites que de alguna forma tiene que “introducirse” en un cuerpo físico que será su vehículo durante esa vida. Si reencarnamos con un propósito, creo que sería inútil o al menos muy poco productivo, reencarnar en un cuerpo de animal, al que va a ser mucho más difícil adaptarnos, en el que vamos a estar mucho más limitados, y en el que el abanico de experiencias que vamos a tener es mucho más pequeño. Ser un animal nunca podría ofrecernos las oportunidades que necesitamos y que hemos venido a buscar para crecer espiritualmente, si es eso lo que deseamos.

Una posibilidad sería que igual que existe una evolución desde seres “inferiores” a seres “superiores”, también existiría una evolución del alma, desde el alma vegetal, al alma del ser humano, en el sentido en que cada vez sería más compleja (no necesariamente mejor), y el salto evolutivo desde el reino vegetal, al animal, y de aquí al ser humano, sería tan grande, que no sería posible la vuelta atrás. No descarto del todo esta teoría, aunque soy más partidaria de que las almas son creadas, y son creadas ya con determinadas características que las hace idóneas para encarnar en un determinado tipo de cuerpo, por ejemplo, de tipo humanoide. Como creo que nuestro espíritu lo puede casi todo, posiblemente podría reencarnar en cualquier otro tipo de cuerpo, pero se necesitaría un esfuerzo extra de adaptación que no lo haría práctico, y quizá necesitaría de sucesivas reencarnaciones para adaptarse.

Tampoco descarto del todo que en determinados momentos, por alguna razón, decidiéramos “poseer” un cuerpo animal durante un pequeño lapso de tiempo, tal vez para saber lo que se siente, para llevar un mensaje a una persona querida, por simple curiosidad... Quizá esto explicaría por qué hay personas que dicen tener recuerdos como animales. Pero, como digo, dudo que esta experiencia nos fuera a aportar algo mejor que vivir como ser humano.

Últimamente también he leído comentarios de gente diciendo que su gato volvió como su perro, o como un nuevo gato... voy a evitar decir lo que pienso sobre esto. Pero si alguien es capaz de creer eso e incluso afirmarlo en público sin ruborizarse, posiblemente sabéis lo que pensaré si seguidamente me dice que es la reencarnación de Juana de Arco. Nunca olvidéis mantener una actitud crítica cuando naveguéis por internet. Nunca olvidéis que en el tema de la reencarnación no hay reglas fijas, no hay nada demostrado, y de momento solo podemos hablar de lo que hemos observado, sobre todo si lo hemos observado a partir de nuestras experiencias personales, recordando nuestras vidas pasadas.

En todo caso, pienso que es fundamental aplicar siempre la lógica y el sentido común. Y una de las actitudes más sensatas es verificar tus recuerdos de vidas pasadas. Si piensas que pudiste ser una mariposa porque en un sueño te pareció volar como un insecto y posarte en la mano de alguien, va a ser muy difícil diferenciar si solo fue un sueño, o si de verdad fuiste una mariposa. Antes la ausencia de evidencias, yo me quedaría con el sueño.

Más información:

¿Fui un animal en una vida pasada?


ACTUALIZACIÓN 19-3-2016.


La verdad es que no entiendo por qué está entrada genera tantos malentendidos, como muestran algunos comentarios. Creo que dejo bastante claro en varios párrafos cuál es mi opinión, pero para aquellos que gustan leer sin pensar o que no comprenden que este blog va sobre REENCARNACIÓN SERIA Y RACIONAL, voy a aclarar una serie de puntos:
  1. Yo SÍ creo que los animales tienen alma. Pero eso NO significa necesariamente que el alma de un animal sea igual que el alma de un humano, de la misma manera que el cuerpo de un animal (y no digamos ya si comparamos entre distintas especies) no es igual que el cuerpo de un humano. Con esto no quiero decir que los seres humanos sean superiores a los animales, solo que somos DISTINTOS. En todo caso, es la teoría de la evolución (teoría en la que no creo en su totalidad) la que propone que el humano ha evolucionado de los animales, a los que por tanto se considera "menos evolucionados", y algunos podrían pensar (NO YO), que son inferiores.
  2. Al contrario de lo que muchos piensan, la reencarnación probablemente tiene mucha relación con nuestra fisiología. La reencarnación no es "ocupar" cualquier cuerpo, sino MANIFESTARNOS FÍSICAMENTE en un mundo material, lo que estaría en consonancia con la teoría de que distintos tipos de almas dan lugar a distintos tipos de seres físicos. Y repito: DISTINTO NO SIGNIFICA SUPERIOR NI INFERIOR.
  3. Yo ni creo ni dejo de creer que los animales puedan reencarnar en otros animales. La verdad es que hay pocas cosas dentro de la reencarnación que me importen menos. Ahora, hay algo en lo que NO creo, y además no existe ningún tipo de evidencia, y es que UN HUMANO SE PUEDA REENCARNAR EN ANIMAL. No creo en lo que dicen determinadas religiones, según las cuales si eres malo retrocedes en la escala evolutiva y te reencarnas en rana, cucaracha, perro, o cualquier otro tipo de animal. Sí tú eres de los que cree esto, al menos espero que te hayas hecho vegetariano, por eso de tener cuidado y no comerte a ninguno de tus parientes.
  4. No soy la única que piensa así. Si de verdad estás aquí porque te interesa la reencarnación, empieza por informarte y lee algún libro de Michael Newton: en él se dice que los animales, en efecto, tienen alma, pero NO HAY NINGÚN CASO EN EL QUE UN HUMANO SE HAYA REENCARNADO EN ANIMAL.

Ahora solo espero que los lectores hagan honor a su nombre y lean bien antes de comentar, empezar a insultarme o despellejarme viva por cosas que no dije.

Gracias.


sábado, 4 de enero de 2014

Emociones y vidas pasadas.

“Mi propia aproximación como terapeuta es al menos comenzar con las historias de vidas pasadas más traumáticas que yacen cerca del umbral de la consciencia y no tratar de hacer que el paciente 'se sienta mejor' buscando historias felices para compensarles por su dolor. El dolor, ya sea físico o psíquico, es siempre una indicación de que el organismo está desequilibrado de alguna forma; el dolor debe ser resuelto directamente si es posible. Mientras que hay algunos psicoterapeutas que creen que evocar imaginería bonita y trascendente —como guías espirituales, gurúes, ángeles, el Yo Superior, etc.—, es suficiente para aliviar el sufrimiento psicológico, confieso que yo no estoy entre ellos. Es como enviar la caballería espiritual para rescatar al ego atormentado. A veces la muerte del viejo ego es precisamente lo que se requiere, para que uno nuevo pueda nacer.
Los griegos entendían la tragedia, en palabras de Esquilo, como 'la transformación mediante el sufrimiento', y es su sentido espiritual del poder sanador de la historia y el drama por el que más tomo partido. Jung enfatizaba el valor positivo del sufrimiento en sus escritos, resumiendo su filosofía de la iniciativa terapéutica con palabras que merece la pena considerar: 'No nos hacemos iluminados imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad'. Esto no quiere decir que los recuerdos de vidas pasadas felices y realizadas no jueguen un papel importante en la terapia de vidas pasadas, sino que no deberían ser invocados prematuramente o a expensas de lo que ha sido sabiamente llamado 'la crisis sanadora'.
Roger J. Woolger. Other lives, other selves (1987).

Si habéis decidido que queréis conocer vuestras vidas pasadas, tenéis que saber que estáis abriendo una caja de Pandora que va a ser difícil cerrar. No os debe dar miedo, porque como he dicho ya otras veces, lo hagáis con un terapeuta o mediante la meditación, vuestra mente nunca os va a permitir ver algo que no podáis soportar, algo para lo que no estéis preparados, o algo que no necesitéis ver. Según mi propia experiencia, todo lo que he recordado tiene que ver de una forma u otra con algo presente en mi vida actual, ya sea mi personalidad, situaciones similares que me traen las mismas emociones, personas que recordaba pero que en teoría no conocía, personas que sí conocía pero que me provocaban extraños sentimientos... Todos mis recuerdos me han respondido a la preguntas que formulé. Y aunque he recordado un gran número de vidas pasadas, aún hay un gran espacio en blanco del que no recuerdo nada, y supongo que es porque no es necesario que conozca esa parte.

Sin embargo, tenéis que saber que conocer vuestras vidas pasadas siempre va a venir acompañado de un gran número de emociones contra las que tendréis que luchar, igual que si fueran emociones de esta vida. Muchos dicen que lo pasado, pasado está, y que debemos vivir el presente. Yo no estoy de acuerdo. Los científicos están empezando a teorizar que el tiempo en realidad es simultáneo, que es solo una variable de nuestro mundo o dimensión tridimensional, pero no tiene ninguna validez cuando desencarnamos. Yo pienso que si recordamos vidas pasadas es porque forman parte de nosotros y por ello nunca vamos a poder dejarlas atrás, más cuando de una forma u otra nos están afectando. Otra cosa es que aprendamos a integrarlas y a vivir con esos recuerdos, más o menos agradables, que logremos superar esas fobias que nos vienen de eventos pasados, o que nos demos cuenta de que no tiene sentido seguir sufriendo por algo que pasó hace más de cien o doscientos años. Y si de algo estoy segura, es que bloquear esas emociones y esos recuerdos no es nada bueno. El bloqueo (consciente o no) de esos recuerdos es lo que se acaba manifestando física o psíquicamente, y mientras no los enfrentemos, la enfermedad persistirá.

No todas esas emociones van a proceder de experiencias especialmente traumáticas. Pero por lo general alguien que quiere acudir a un psicoterapeuta es porque tiene algún problema que podría estar relacionado con vidas pasadas, y por tanto ese trauma saldrá a la luz. En mi caso, sufría de ansiedad y depresión. Cuando empecé a meditar ni siquiera sabía qué era la autohipnosis. Y a lo largo de varios meses la información comenzó a surgir, poco a poco, primero recuerdos muy agradables (aunque también llenos de emoción), luego recuerdos más oscuros y mucho más dolorosos que no fueron fáciles de sobrellevar, pero que son los que más me hicieron crecer. Las emociones van y vienen, pero es difícil deshacerse de ellas completamente. Y aunque un psicoterapeuta te ayude con la parte más traumática, como hacía Roger Woolger con sus pacientes, haciéndote revivir todo ese dolor y procesándolo en una serie de sesiones, yo soy de la opinión que esas emociones nunca se van a ir del todo, porque son tus recuerdos, porque igual que si piensas en un día especialmente feliz de tu infancia en tu vida actual y sonríes, también puedes recordar algo triste de una vida pasada y sentirte igual que te sentías cuando lo viviste. Esa es al menos mi experiencia.


No os engañéis, no es fácil. Pero nadie dijo que el camino del autoconocimiento es fácil, por muy bonito y “espiritual” que suene, más cuando empiezas a descubrir que has vivido cosas que jamás hubieses imaginado (incluso aunque no te produzcan ningún trauma actual, son parte de ti igualmente), o empiezas a ver que tuviste que hacer cosas de las que no estás especialmente orgulloso... Porque aunque no queramos reconocerlo, las vidas pasadas no son distintas de nuestra vida actual: hay hechos buenos, y hechos no tan buenos, y no sé por qué las cosas funcionan así, pero por lo general vamos a recordar hechos que tuvieron un fuerte impacto emocional en nosotros. Y como dice Roger Woolger, el único modo de superar ese trauma, si es que lo hay, es enfrentándote directamente a él y volver a revivir aquello que nos está produciendo problemas, porque solo así, con el tiempo, podemos llegar a aceptarlo y a aprender de ello.

Y, en mi opinión, esto es lo que nos lleva finalmente a comprender y a crecer espiritualmente, no las infinitas palabras de buenos deseos, perdón y amor para todos. Solo te puedes poner en el lado del otro cuando tú mismo has vivido algo similar. Mientras, puedes opinar todo lo que quieras, pero solo estarás juzgando a alguien precipitadamente... y tal vez sin saber que también tú actuaste como él.

Más información:

Artículo sobre Roger Woolger.
Past life mood (estado mental de vida pasada).

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La validez de la hipnosis para verificar vidas pasadas.

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La autora de este blog no pertenece a ninguna religión ni a ninguna secta, ni tampoco es ferviente seguidora de ninguna doctrina espiritual, espírita o new age. Tampoco es una fanática lectora de ningún escritor más o menos popular que hable en sus libros sobre terapia o hipnosis regresiva.

La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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