lunes, 27 de enero de 2014

Mis dudas sobre el karma.

Me encontraba el otro día mano sobre mano, apoltronada en el sofá... y me puse a pensar sobre el karma. Es que los reencarnacionistas somos así... Y después de darle unas cuantas vueltas a la cabeza, he llegado a la conclusión de que la ley del karma es un fraude.

Antes de que los hipotéticos lectores del blog me linchen o me dilapiden por creer en la reencarnación y no creer en el karma (la verdad es que espero que a los lectores del blog no se les ocurra hacer nada de eso, pero nunca se sabe), trataré de explicarme.

Después de más de dos años investigando sobre reencarnación, recordando mis vidas pasadas, y sobre todo, devanándome los sesos prácticamente todos los días, me he dado cuenta de que la ley del karma no se sostiene por ninguna parte. Y a estas alturas no sé cómo soy la única (o casi) que se ha dado cuenta. No hace falta navegar mucho por la red para encontrarte con miles de referencias sobre deudas kármicas, astrología kármica, expresiones tipo “eso es kármico” (parece ser que se utiliza esta expresión para todo lo que tenga que ver con vidas pasadas), cualquier cosa acompañado del adjetivo “kármico”... pero, ¿alguien se para alguna vez a analizar qué es el karma?

Según los budistas, la palabra “karma” significa acción. Toda acción tiene una reacción, unas consecuencias que pueden ser positivas o negativas, y estas consecuencias tendrán su efecto en nuestra próxima vida. Según esto, si hemos hecho cosas malas en el pasado, renaceremos con el peso de ese karma, y tendremos problemas y dificultades sin cesar, causándonos sufrimiento. Por el contrario, si hacemos cosas buenas, acumularemos un karma “bueno”, hasta que un día ya no necesitaremos reencarnar porque somos tan puros que podremos escapar de la Rueda de la Vida, es decir, de la rueda interminable de reencarnaciones en la que, según algunos, estamos atrapados (como si no pudiéramos elegir, hecho que también sería discutible).

Otros dicen que más bien se trata de una cuestión de equilibrio: si yo he hecho cosas malas en el pasado, para compensar tengo que vivir esas mismas cosas malas en mi propia piel, es decir, el sufrimiento que yo he causado me lo devolverá el “Universo” (o quien se encargue de estos asuntos), para que así sepa lo que significa sufrir y pueda liberarme de ese karma negativo. O sea, más o menos viene a decir que si a mí me asesinan, probablemente es porque yo fui un asesino en alguna de mis vidas pasadas.

He de reconocer que nunca he tenido muy claro esto del karma. Últimamente me sentía más cerca de esta última teoría... pero ahora mismo creo que es todo una sarta de sandeces (que me perdonen los que piensan que a veces hablo demasiado claro). ¿Por qué? Pues porque sencillamente, ¿alguien en la Tierra ha estudiado cómo funciona esto del karma? ¿Alguien se ha molestado en hacer estudios científicos sobre personas que recuerdan vidas pasadas, ha conseguido verificar que esos recuerdos son ciertos, y luego ha correlacionado estadísticamente si las desgracias que sufrió en una vida pudieron ser la consecuencia de sus malas acciones en el pasado? La respuesta es rotunda: NO. Nadie en el mundo mundial ha hecho esto, ni ahora ni en épocas en las que supuestamente éramos más espirituales.

La ley del karma no es más que una creencia ligada a determinadas religiones, y por tanto no es más que otro intento de los hombres para manipular a sus semejantes mediante el miedo. Nos puede sonar más bonito o más exótico que el Cielo y el Infierno de los cristianos, pero si lo estudiamos detenidamente, vemos que no es más que otro sistema de premio y castigo, otra forma de justicia divina, porque a los seres humanos nos gusta creer que en el más allá, o en el más acá cuando reencarnemos, los que son “malvados” (siempre midiendo el grado de bondad y maldad según el baremo correspondiente a la época de la que estemos hablando) recibirán un “justo castigo”, mientras que los “bondadosos” encontrarán su recompensa. Es decir, la ley del karma más o menos viene a decir que si eres malo, tarde o temprano pagarás por ello, sufriendo con una vida llena de penurias, o viendo sufrir a tus hijos, o naciendo con una malformación o una enfermedad... mientras que si eres bueno, tendrás una vida de lujo y comodidad sin mayor preocupación que decidir el color de tu próximo automóvil.

De esta forma (en mi opinión muy peligrosa, por cierto) encontramos justificación para todo y una explicación para todo el sufrimiento que hay en el mundo. Si alguien es asesinado, seguro que es porque se lo mereció, es que está pagando por sus malas acciones en el pasado. Si es desahuciado y tiene que vagabundear en la calle, tal vez es porque en el pasado él fue el que puso de patitas en la calle a alguien. La ley del karma es perfecta y justa, igual para todos, y funciona siempre, aunque sea dentro de mil años... Y estoy segura de que todavía hay gente que llega a plantearse que tal vez, si es malo, se reencarnará en cucaracha en su próxima vida, porque como todos sabemos ser una cucaracha es el peor castigo del mundo, te odian y te pisotean solo por ser negra y por gustarte los rincones oscuros... pero, ¿alguien se para a pensar si algo de eso nos va a importar siendo una cucaracha? ¿Son conscientes las cucarachas del odio sin sentido que mana de los humanos? En el fondo da igual, porque como la ley del karma suena tan bien, nos la creemos a pies juntillas y nos maravillamos de que el Universo funcione de esta manera.

Pues bien, aún no he encontrado ninguna prueba objetiva que respalde nada de esto. Recuerdo tres vidas como esclava, en épocas y circunstancias muy distintas. Y también recuerdo haber estado implicado en el comercio de esclavos. Lo fácil sería decir: “Claro, te esclavizaron porque tenías karma negativo”. Eso podría ser así si pudiéramos determinar con exactitud que una acción en concreto provocó una reacción, pero el caso es que lo de comerciar con esclavos fue posterior a ser esclavizada. ¿Es que estaba pagando mis supuestas deudas kármicas por adelantado? Es más... si la tónica general es creer que en el más allá el tiempo no es lineal, sino simultáneo, ¿cómo podemos determinar qué acción tuvo lugar “antes” que la otra?

Es más... ¿existen el bien y el mal absolutos? ¿O esto es solo una ilusión creada por los seres humanos, desde una perspectiva humana, variable según en qué momento de la historia nos encontremos y totalmente relativo en función de las costumbres de una determinada civilización? Y si... hemos quedado que no existe un Dios sanguinario y justiciero al que temer, sino un Dios que perdona a todos por igual, ¿por qué lo sustituimos por otra manera de “justicia divina” que nos obliga a reencarnarnos en cucaracha o a pasar por una vida de desgracias para “equilibrar” el karma acumulado? La justicia no es más que el deseo de venganza que todos llevamos en el corazón cuando alguien nos hace daño... y somos felices imaginando que de una forma u otra, ese alguien “lo pagará”. Esto solo habla de lo poco que hemos evolucionado espiritualmente en el transcurso de milenios... si es que de verdad es importante que evolucionemos espiritualmente.

En conclusión, la ley del karma no tiene ningún sentido. Cuanto más lo pienso, más segura estoy de que, una vez más, somos presa de la manipulación mental que proviene de las religiones o pseudo-religiones que nos acosan por todos lados. Y como no pensamos por nosotros mismos, aceptamos el primer cuento que nos cuentan, porque nos parece lógico o incluso maravilloso. Somos tan cortos de miras que ni siquiera nos paramos a pensar que tal vez ser una cucaracha (o cualquier otro tipo de insecto) no esté tan mal después de todo. Solo es una criatura de la naturaleza como cualquier otra luchando por vivir, como hacemos todos. Pero nosotros proyectamos nuestro odio o desprecio sobre las cucarachas igual que lo proyectamos sobre aquellas personas que nos creemos con derecho a juzgar y despreciar según nuestro “gran” sistema de valores... sin tan ni siquiera considerar por un segundo que tal vez todo obedece a un plan mucho más justo y que la maldad solo existe en nuestra pequeña mente humana.


Mi humilde opinión es que venimos aquí a experimentar, y punto. Lo bueno, lo malo, y lo regular. ¿Por qué? Porque en el más allá todo es amor, comprensión, y perdón (no de nadie, sino de ti mismo), el más allá es tan perfecto que llega a ser aburrido, no existen desafíos y así no hay manera de saber de qué material estás hecho. Sin embargo, aquí en la Tierra, unas veces tendrás una vida más fácil, y otras veces será más difícil. Unas veces serás pobre, y otras veces serás rico. Unas veces pedirás a alguien que te haga de malo porque quieres saber cuánto eres capaz de soportar, o quizá quieras saber si por fin puedes controlar tus impulsos de cortarle la cabeza a ese alguien. Otras veces te prestarás a hacer el papel de débil porque así el otro comprenderá que no debe aprovecharse de su fuerza. Como decía el maestro de Lobsang Rampa en uno de sus libros, en cada vida elegimos las herramientas que vamos a utilizar según lo que queremos aprender (aunque yo sustituiría esta palabra por experimentar). Cuando empiezas a recordar múltiples vidas, y te das cuenta del gran abanico de posibilidades, y empiezas a ver que no hay una correlación clara entre unas vidas y otras, que no hay causa y efecto... comprendes que las cosas no son tan fáciles y no hay leyes que valgan. Mis propias experiencias me hacen creer que los grupos de almas y los soulmates existen, y por lo general nadie es perfecto: la bondad y la maldad que llevas dentro varían según la vida que te haya tocado, y a veces lo haces mejor que otras. No pasa nada. No existe el karma, y no existe la justicia en el más allá, por mucho que nos duela que los asesinos en serie no se queden en el bajo astral por toda la eternidad o que los genocidas estén de nuevo entre nosotros, llevando vidas normales y pacíficas.  

Eso sí, el que quiera puede seguir creyendo en ilusiones y teorías no demostradas.

Para leer más:

1 comentario:

  1. Publicaste un comentario en mi blog y me incluiste el enlace a este artículo... No puedo estar más de acuerdo contigo con lo que dices.

    No sé para ti, pero para mí fue un trauma tener que aceptar esto, quizás porque no llegué a ello por la vía de la lógica y el razonamiento, sino por la vía de que, de pronto, en medio de una situación de medio meditación y autoregresión percibí esta "realidad"... De pronto el mundo se me puso de patas al revés, la duda que desde hacía años conmigo había obtenido respuesta, pero la respuesta era aún más dura que la propia duda, pero yo -como dices- ya no podía seguir creyendo en más ilusiones y teorías que, efectivamente, no están demostradas. Cada cual puede elegir como indicas, puede elegir seguir viviendo en una mentira consoladora o en una verdad amarga, pero una verdad quizás le haga avanzar hacia otro lugar, una mentira le mantiene aquí...

    De todo ello, como habrás visto, hablo en mi blog e incluso he escrito un libro sobre ello: Vuelo a la Libertad o el sinsentido del Karma, más claro no creo que sea posible decirlo.

    Aunque como también digo parece más bien que se escribió solo, y cuando ya lo había dejado porque me parecía una locura intentar siquiera publicarlo me llegaron los versos 153 y 154 del Dhammapada y ya fue para mí evidente que tenía que hacerlo, que tenía que terminarlo.

    Un saludo y gracias, y para aquello que no conocéis mi blog os dejo el enlace a mis reflexiones sobre el Karma: http://www.vueloalalibertad.com/category/sobre-karma/

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La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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