Desde que empecé con esto de la reencarnación y el recuerdo
de vidas pasadas hace ya tres años, he sido testigo en innumerables ocasiones
de cómo otros compañeros reaccionaban cuando por fin lograban verificar
históricamente sus recuerdos. Al principio me producía una sana envidia, claro,
porque cuando empiezas en esto lo más normal es que ni siquiera tengas
recuerdos propios. Luego, cuando los tienes, piensas que los tuyos no tienen
nada que ver con la cantidad de detalles que tienen los de otras personas, que
parecen saber con pelos y señales quién fueron, dónde vivieron, cómo eran
físicamente, y hasta los nombres de sus hijos en esa otra vida. No te das
cuenta de que tener todos esos datos no es cuestión de un mes ni de dos, sino
de años recordando e investigando. Pero poco a poco, con mucho esfuerzo, tú
también vas consiguiendo tus supuestos recuerdos. Todavía tienes muchas dudas y
el 90% de los días te estás preguntando si no se te estará yendo la cabeza o si
no será que quieres ver cosas donde no las hay. Tal vez al final resultará que
tu familia o tu doctor tienen razón y deberías dedicarte a algo más productivo
y “menos fantasioso” que meditar o llenar cuadernos con todos tus sueños, para
ver si encuentras alguna pista que te permita saber algo de tus vidas pasadas.
Como es normal que nuestra curiosidad nos obligue a
investigar esos recuerdos, muchos de nosotros podemos verificar pequeños
detalles, como por ejemplo si es verdad que en el siglo XVIII en Francia las
mujeres llevaban los vestidos que tú viste, o si ya entonces existían
canalizaciones de agua en los edificios. Pero esto, ya se sabe, puede ser una
simple casualidad, y cualquier escéptico a quien se lo cuentes te dirá que no
alucines, porque eso seguro que es criptomnesia. O sea, seguro que lo has visto
en alguna película y se te ha metido de alguna forma en tu mente y luego ha
surgido en tu regresión o en tu sueño. Vale, en este punto no puedes discutir…
a pesar de que un escéptico ni siquiera sepa cómo se sienten los verdaderos
recuerdos. De todos modos, como leí una vez, todos cumplen su función, y no
está mal que de vez en cuando te hagan dudar, porque eso te hace mantener los
pies en el suelo y además vas a buscar con más ahínco esas verificaciones que
son tan importantes (sí, lo son, para todos).
Después de llevar tanto tiempo queriendo encontrar esa
verificación, el día que lo consigues te asaltan un montón de emociones que
jamás antes habías experimentado. Comprobar por ti mismo que el conocimiento
que ha surgido de tu interior, un conocimiento que ni siquiera sabías de dónde
venía, se corresponde con algo que existió de verdad, es algo que no tiene
precio. Y produce tal satisfacción que es imposible explicarlo a alguien que no
sea reencarnacionista. Resulta que lo que parecían recuerdos borrosos e
intangibles de una persona cualquiera, de una época cualquiera, de pronto se
ven respaldados por evidencias físicas: un nombre en un censo, en un registro
en un Ayuntamiento de un pueblecito, una referencia en un libro sobre la Guerra
de los Cien Días, una persona de carne y hueso de la que se sabe poco, pero lo
poco que hay coincide con lo que tú habías recordado… y además tú mismo eres
capaz de rellenar los huecos de lo que la historia no sabe. Ahora que me diga
el escéptico qué explicación hay para él que sea más convincente que la
reencarnación.
Pero eso no es lo más importante, porque llega un momento en
que dejas de prestar atención a los escépticos, que no hacen más que arrojar
palos a las ruedas de tu carro. Lo más importante es que ahora sabes que no era tu imaginación, y sabes que has vivido antes. Recuerdas
incluso tu muerte y sabes todo lo que dejaste atrás. Aunque siempre te quede un
poco de duda, sobre todo porque hemos sido educados en la lógica y la razón, y
cuesta mucho confiar en lo que nos dice nuestra intuición, ahora no puedes
obviar el hecho de que lo que tienes apunta directamente a la existencia de la
reencarnación… y por tanto, la muerte no existe. Esto son palabras mayores. Y
cuesta aceptarlo.
Ha pasado tiempo desde mi primera gran verificación, y sin
embargo, no logro acostumbrarme del todo. Especialmente cuando se trata de
vidas que lograron su huequecito en la historia, pero no en el lado de los “personajes
ilustres”, sino en el de los “personajes infames”. Aunque, por lo que cuentan
otros compañeros, si resulta que has recordado una vida famosa de las realmente
famosas, la situación puede ser aún peor. Harás lo que sea por negarte a ti
mismo que fuiste esa persona. Vuelves a
repasar una y otra vez todo el camino que te llevó ahí, casi deseando encontrar
ese error en tu investigación que te demuestre que estabas equivocado. A veces
el propio “universo” te envía nuevas señales para hacerte comprender que no
tienes razón para pensar que estabas equivocado, y lo mejor es que aceptes de
una vez quién fuiste e integres esos recuerdos que aún te pueden estar
afectando.
Es difícil expresar en palabras lo que se siente cuando
vives todo esto, más cuando recuerdas varias vidas como yo y si un día no obtienes
nada de una, lo obtienes de otra, muchas veces sin ni siquiera buscarlo. Esto
parece ser especialmente cierto en el caso de las verificaciones. Ya puedes
pasarte noches enteras dejándote los ojos en Google, desesperándote porque no encuentras
nada, que el día que menos te lo esperes es cuando te llegará esa verificación…
y no, no será un detalle cogido con pinzas que pueda deberse a la casualidad,
sino algo que dejará fuera de toda duda que tus recuerdos son reales y tú
fuiste esa persona que sospechas. Tal vez estos momentos no pueden dejarse al
azar, porque son los que te llegan a un nivel realmente profundo, los que te
impactan y hacen estremecer a tu espíritu, hasta el punto de que necesitas de
varios días para asimilarlo y recuperarte.
Entradas relacionadas:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario debe ser aprobado por la administración antes de ser publicado, y esto puede llevar un tiempo.
Todos los comentarios son bienvenidos, siempre que se basen en el respeto, no incluyan insultos o descalificaciones personales, y estén dentro de los límites de la racionalidad. Los que no cumplan estas condiciones no serán publicados.
Gracias.