domingo, 22 de diciembre de 2013

Autohipnosis para dummies.

Este blog está más bien dirigido a personas que ya llevan un tiempo en el mundo de la reencarnación, y además los conceptos básicos están ya bien cubiertos en el foro, pero como aún me encuentro gente con dudas muy básicas sobre la meditación y la terapia regresiva, voy a dedicar la entrada de hoy a responder algunas de estas preguntas básicas.

Me referiré principalmente a la autohipnosis/meditación, puesto que es la técnica que más conozco, pero muchos puntos son comunes a la hipnosis regresiva que cualquier profesional os puede ofrecer.

En primer lugar, he de decir que no me gusta la palabra “hipnosis”, porque tengo comprobado que induce a error a la mayoría de la gente. Lo primero que se imaginan es que el psiquiatra o profesional se va a poner delante de ti con un péndulo, va a hacer que te duermas, y de algún modo te va a sonsacar todo tipo de información que luego cuando despiertes te va a transmitir. Y si tienes una fobia, va a introducir durante la hipnosis una sugestión para que ya no vuelvas a tener miedo a las arañas, por ejemplo. Luego no te acordarás de nada, pero te irás contento porque te habrá dicho que luchaste junto a Napoleón y además ahora tienes ganas de tener una tarántula en casa.

Siento decepcionaros, pero esto no es así. Algunas personas han venido a mí y me han dicho: “Pues es que yo acudí a un terapeuta de vidas pasadas, pero no conseguí recordar mucho, yo creo que no me hizo una regresión en condiciones”. Y no, no es culpa del terapeuta. El terapeuta es solo un guía que te va a ayudar a que entres en un estado de relajación más o menos profundo, de modo que pierdas el contacto con tu cuerpo físico, con tu yo actual, y te despegues lo suficiente de tu vida presente como para que puedas ver desde una perspectiva más amplia y puedas viajar a supuestas escenas anteriores a tu nacimiento. Pero para hacer esto no es indispensable tener a un guía. Ese estado lo puedes alcanzar tú solo en tu casa. Tú mismo te puedes hacer preguntas y esperar a que tu “yo superior” te conteste. Esto ni más ni menos es meditación... y algunos lo llaman estado alterado de consciencia. Pero entrar en un estado alterado de consciencia no es nada raro: no es algo que solo puedan alcanzar los yogis después de años y años de ayuno y meditación, ni algo que solo se consiga mediante la ingesta de algunas drogas psicoactivas... Lo llaman así porque las ondas cerebrales que aparecen en un electroencefalograma son distintas a las que aparecen en estado de vigilia. El sueño es un estado alterado de consciencia. Y estar relajado profundamente, también. La autohipnosis o la hipnosis regresiva que van a utilizar los terapeutas con nosotros no son más que estados de relajación profunda en el que jamás vamos a perder la consciencia. Y con la práctica no es muy distinto a meditar. Por ello yo los suelo utilizar como sinónimos, aunque no es exacto del todo.

Reconozco que no sé mucho de meditación. Cuando hace un año o así, alguien que acudía asiduamente a un centro budista me habló de la meditación de compasión, no sabía de lo que me hablaba. Sin embargo, a mí me sorprendió aún más que él no supiera que a través de la meditación puedes recordar vidas pasadas. Y en ocasiones incluso he escuchado comentarios de que en estos centros de meditación evitan hablar de vidas pasadas, hecho que no acabo de comprender. Yo empecé a meditar con un libro muy básico escrito en un lenguaje incomprensible que ya he olvidado por completo y que no me resultó nada práctico. Yo solo quería relajarme para mejorar mi ansiedad. Y cuando menos lo esperaba, me encontré de pronto como una niña pequeña recorriendo el pasillo de la casa de mi infancia, con tal detalle que parecía que estaba físicamente de nuevo allí. Y ahí empezó todo...

Me costó volver a alcanzar el mismo estado de relajación que alcancé en aquella ocasión, pero siguiendo los consejos de gente con más experiencia y con ayuda de las grabaciones de autohipnosis que ya todos debéis conocer, acabé lográndolo otra vez, y entonces no fui a mi infancia, sino mucho, mucho más atrás...

Por supuesto, yo también tenía mis dudas y mis miedos, que poco a poco fui resolviendo. Dudas como las siguientes:

- ¿Hay algún tipo de contraindicación médica para realizar autohipnosis? Absolutamente ninguna. Es más, ya se han demostrado científicamente los beneficios de la meditación.

- ¿Cualquiera puede hacerlo? Básicamente, sí. A algunas personas se les da mejor a otras. Pero en general es cuestión de paciencia y práctica.

- ¿Qué pasa si me quedo dormido? Absolutamente nada. De hecho, es bastante normal quedarte dormido al principio, por el estado de relajación tan profundo que alcanzas.



- ¿Voy a perder el control en algún momento? No. Estás continuamente en control de lo que está pasando. La autohipnosis o meditación es un estado de consciencia en el que tus sentidos están agudizados, tu concentración está trabajando al máximo (de hecho, al acabar te notarás cansado mentalmente), y si estás en un nivel profundo de verdad, lo verás todo como en una película, con todo lujo de detalles, sin que tú tengas que pensar nada... la información te llegará a la mente sin esfuerzo. Y si en algún momento piensas que no vas a poder soportar determinadas emociones, o te da miedo ver algo, solo tendrás que alejarte mentalmente de esa escena y avanzar a otro momento, o bien “despertar” directamente, es decir, hacer desaparecer esas escenas y volver a tu estado de vigilia normal.

- ¿Puedo quedarme “atrapado” en el pasado? Nunca. Por las mismas razones que acabo de comentar.

- ¿Cuánto tiempo puedo pasar meditando? Todo el que quieras. Aunque por lo general después de una hora o dos te empiezas a cansar de estar siempre en la misma posición y además el trabajo mental cansa mucho, así que podemos decir que tu propio cuerpo te pedirá un descanso.

- ¿Cuántas veces a la semana puedo hacer autohipnosis? Igualmente, todo lo que quieras. En general, es muy recomendable meditar 20 o 30 minutos diarios de manera rutinaria, pero solo meditar no es una regresión a vidas pasadas. Las regresiones pueden ser muy intensas emocionalmente y a veces necesitarás un tiempo para asimilar todas esas emociones y toda la información que te ha llegado, por lo que una vez a la semana o cada quince días está bien. Yo al principio hacía varias por semana. Ahora no llega a una al mes, solo cuando siento que hay algo que me está perturbando.

- ¿Por qué yo no veo nada? Hay personas que en lugar de trabajar de manera visual, trabajan más bien con información pura y dura, por lo que les vienen datos (fechas, nombres) a la cabeza, palabras en otros idiomas que no conocen , o incluso trabajan con sensaciones y emociones. No pasa nada, lo importante es llegar a conectar con tu yo interior.

- ¿Es normal sentir dolores físicos? Sí, a mí me ocurre con frecuencia. Por supuesto, hablo de dolores que no se dan en estado normal, que no se corresponden con ninguna patología que sufra en mi vida actual, y que desaparecen por completo justo después o un rato después de acabar la autohipnosis. A veces no me ha venido ninguna imagen, pero sí he sentido dolores leves muy localizados, relacionados con supuestas lesiones que sufrí en el pasado, o incluso determinadas sensaciones relacionadas con maneras muy específicas de morir o determinados síntomas de enfermedades... que luego pude verificar.

Creo que no se me olvida nada... pero si tenéis alguna pregunta, podéis hacérmela en cualquiera de los lugares que tenéis a vuestra disposición.

Si queréis saber más:

jueves, 12 de diciembre de 2013

Personalidad y vidas pasadas.

¿Somos o no somos la misma persona en cada una de nuestras encarnaciones? ¿Mantenemos la misma personalidad vida tras vida? ¿Tiene nuestro espíritu unas características determinadas que nos diferencian como individuo?

Estas son preguntas muy frecuentes en el mundo de la reencarnación. He notado en los últimos tiempos que hay personas que, por alguna extraña razón, piensan que la existencia de la reencarnación implica una pérdida de su individualidad, y tienen miedo de perder su “esencia”, lo que han sido, incluso a veces sus recuerdos, o los recuerdos de las personas a las que quieren… Nada más lejos de la realidad.

Antes de profundizar en esta cuestión, creo que primero deberíamos definir qué es la personalidad. Para no complicarlo mucho, solo diré que después de consultar varias fuentes, creo que podríamos decir que la personalidad es el conjunto de características físicas, genéticas y sociales que reúne un individuo, y que lo hacen diferente y único al resto de los individuos. No solo influye la herencia, sino también el ambiente en el que creces, la educación que recibes dentro y fuera de casa, y cualquier acontecimiento acaecido durante la infancia que pueda dejarte una profunda huella. De hecho, la infancia es una de las etapas a la que los psiquiatras siempre acuden primero cuando necesitan encontrar el origen de algún problema, muchas veces utilizando la terapia regresiva. Pero, ¿qué ocurre cuando ese origen no está en la infancia, sino más atrás? ¿Influyen nuestras vidas pasadas en nuestra personalidad?

Como es de esperar en un blog como este, la respuesta no puede ser otra: rotundamente, sí. Mucho más de lo que podemos llegar a imaginar. Siempre suelo decir que nada es casualidad. No digo esto porque sí. Lo digo con conocimiento de causa, y porque yo misma, tras largo tiempo experimentando por mi cuenta, y también leyendo las experiencias de otras personas, he podido comprobar que hasta el más insignificante detalle de nuestra personalidad, tiene relación con algo que hemos vivido en el pasado (no necesariamente un trauma). Nuestros gustos, nuestras aficiones, nuestras habilidades, aquello que nos produce un rechazo visceral, lo que nos atrae y lo que no, nuestras simpatías por determinadas personas, nuestra inclinación por algún oficio… Absolutamente todo.

Hay que tener en cuenta que el ambiente en el que crecemos y la educación juegan un papel muy importante, y esto es muy variable en cada vida… Evidentemente, no tiene nada que ver una pequeña e indefensa señorita de familia noble, de la que lo único que se espera es casarse con un buen marido y ser una buena esposa, que un leñador de una aldea súbitamente asediada por invasores, que de pronto tiene que defender a su familia. Y sin embargo… pueden encerrar al mismo espíritu. Por ello hace poco pensé que deberíamos diferenciar entre características “superficiales” de nuestra personalidad, que serían las que son más susceptibles al cambio de una vida a otra (por ejemplo gustos por determinadas comidas, aficiones, forma de vestir, etc); y características “profundas”, que serían aquéllas más ligadas al espíritu y que se mantienen constantes o casi constantes: cierta tendencia a la rebeldía, tener un espíritu aventurero, ser más o menos generoso, resistencia frente a las adversidades, etc. Por supuesto, el ser humano que somos en cada vida es el resultado de la mezcla de todos estos factores, por lo que algunas de las características profundas se podrían ver eclipsadas si encarnamos bajo determinadas circunstancias: si somos fuertes e independientes, encarnar en una mujer con cuerpo débil y obligada a ser sumisa, va a producir unos contrastes que van a ser difíciles de sobrellevar… Por el contrario, si encarnamos en un hombre fuerte y agresivo, tal combinación puede hacer que esa personalidad se desequilibre y que sus acciones no sean las más adecuadas… y no creo que esto sea casualidad.

También creo que nuestro espíritu (o sea, nuestro verdadero yo) es mucho más de lo que como ser humano podemos llegar a ser y expresar. No en vano muchos dicen que el cuerpo humano es como una cárcel para el alma. Dice Brian Weiss que en cada encarnación escogemos aquellas características de personalidad que queremos trabajar, como si fueran un traje, y con él nos enfrentamos a la vida que hemos elegido vivir. Yo estoy bastante de acuerdo con esta teoría… porque lo he vivido personalmente. Después de dos años meditando y haciendo regresiones con frecuencia, me he dado cuenta de que nada en mi personalidad es así por casualidad. Cuando empecé mi viaje personal apunté en mi diario de vidas pasadas aquellos rasgos que pensaba podían estar relacionados con vidas pasadas, y casi todos acabaron teniendo su explicación. Y a día de hoy, cuando tengo determinadas reacciones ante situaciones de la vida diaria, o me hundo en determinados estados de ánimo, sé perfectamente que a veces provienen de circunstancias que viví en otras vidas, hace ochenta años… o hace tres siglos. Porque el tiempo, en esto de las vidas pasadas, no significa nada.


Algunos pueden objetar, como hace poco pude leer en un foro, que muchos de los que hacemos regresiones, podríamos estar imaginando esa causa que ha producido determinado problema en nuestra vida actual. Que sin duda esto tendría su valor terapéutico, pero no tiene por qué ser una vida pasada realmente, sino solo una forma de nuestra mente de procesar ese trauma. Por ejemplo, si tenemos dolor en las cervicales, podríamos “imaginar” en el transcurso de esa regresión que fuimos ahorcados en una vida pasada. Al aceptar esa supuesta muerte traumática, el dolor desaparece. Sin duda, esto sucede muchas veces. La cuestión es… que cuando haces no solo una, sino docenas de regresiones, empiezan a surgir “historias” que, aunque pueden explicar parte de nuestra personalidad, por ejemplo, son ricas en muchos otros detalles que nadie, jamás, habría elegido “imaginar” para sí mismo. Aparte de que no siempre se da esa relación entre dolor físico en la vida actual y cierto acontecimiento traumático en vidas pasadas… o yo posiblemente no podría ni levantarme de la cama. Yo jamás tuve ningún problema en mis cervicales… y sí, he muerto ahorcada en alguna ocasión. Y además es una de las vidas que tengo verificadas. Pero no soy solo yo. Hay otros muchos que recuerdan haber sido víctimas del holocausto, o soldados muertos en una batalla, o víctimas de asesinatos… y muchos otros recuerdan haber matado, que, aunque no lo parezca, suele ser igual o más de traumático que haber sido víctima, por los sentimientos de culpa que acarrea. Nadie quiere recordar esas cosas. De eso estoy completamente segura. 

Pero, volviendo al tema que nos ocupa, he llegado a la conclusión de que todos nosotros, en estado espiritual, tenemos nuestra propia personalidad. Somos como un diamante con múltiples facetas que deben ser pulidas a través de milenios y sucesivas encarnaciones. Son tantas las facetas que solo podemos elegir dos o tres en cada una de nuestras vidas. ¿Cambiamos? Pues aquí podría haber tantas respuestas como individuos: cada uno es libre de cambiar o no. Todo depende de qué queremos hacer. Algunos solo vienen de vacaciones, a divertirse… otros sí vienen a aprender, o al menos lo intentan. Posiblemente hay vidas duras y vidas no tan duras para poder descansar un poco. Cada vida es totalmente distinta a la anterior, porque de eso se trata, de experimentar todo lo que podamos, de todas las maneras posibles. Todas las experiencias te cambian, así que tal vez se pueda decir que sí, cambiamos… pero lo que yo he observado personalmente es que ese cambio se produce muy poco a poco. Algunos avanzan, y luego retroceden (aparentemente). Puede que en una vida hayas sido alguien ejemplar… y en otra cometes “errores” incomprensibles. Es un proceso largo y laborioso. Pero solo así nuestro espíritu puede ir enriqueciéndose y adquiriendo sabiduría. Me gusta comparar este proceso con la forja de una espada: poco a poco la vida te va haciendo madurar, y aunque en esencia sigues siendo el mismo, tal vez tu carácter y tu forma de reaccionar ante determinadas situaciones van cambiando con el paso de las vidas. Supongo que si no fuera así, nada de esto tendría sentido. Siempre es mejor la compasión que matar a alguien, aunque ese alguien sea tu enemigo. Por desgracia, lo más normal es que necesitemos unas pocas decenas de vidas para comprender algo tan básico.  

Por último, añadir que intuitivamente sé qué características son propias de mi espíritu (mi verdadero yo). Esas características suelen ser comunes a varias vidas... y se hacen más claras en estados "alterados" de consciencia, por decirlo así... cuando te logras "separar" de tu personalidad humana actual y conectas con tu yo superior, te desprendes del peso que supone ser un simple humano, a veces te haces consciente por unos instantes de que eres mucho más que esa persona de carne y hueso con la que tanto nos identificamos. En cambio, no estoy tan segura de si lo que los demás perciben de mí coincide en todas ellas. Es decir, no sabría decir si ciertos rasgos de personalidad como la introversión/extraversión se mantienen. Yo diría que en estos casos hay un gran componente genético, y por tanto varían con cada cuerpo. En las regresiones es difícil llegar a tal nivel de detalle, pero por ejemplo sí que puedes llegar a percibir si podía llegar a haber algún tipo de trastorno mental, o alguna dificultad especial en el aprendizaje, o si tenías facilidad para leer o escribir. El cuerpo limita muchas veces la capacidad de expresión del espíritu. Y creo que la introversión/extraversión también entraría dentro de esta categoría. En esta vida he sido siempre muy callada, sin embargo en otras parece ser que no se me daba mal mediar en conflictos diplomáticos. En cambio, el deseo de viajar y un fuerte sentido de mi libertad personal… eso no me lo quita nadie.  

Y algo que impresiona mucho es cuando logras encontrar registros históricos de esa persona que supuestamente fuiste en el pasado y encuentras tales similitudes con tu yo actual (incluyendo rasgos superficiales y profundos de personalidad), totalmente objetivos y documentados, que cuesta creer que se deba a una simple casualidad. Eso es algo que todavía estoy tratando de asimilar…

martes, 10 de diciembre de 2013

Claro como el agua.

Aunque prefiero no hablar mucho de lo que opinan otras personas sobre la naturaleza del ser humano, el significado de la vida, y la realidad de la reencarnación, porque este blog está pensado para verter mis opiniones personales e intransferibles sobre lo que yo considero un hecho, hoy voy a hacer una excepción y voy a invitar a los lectores a que escuchen esta conferencia del Dr. Juan José López que tuvo lugar en un congreso en Albacete a finales de octubre de 2013:


¿Y por qué? Por varias razones. Primero, porque es la única persona que conozco que ha atado cabos y se ha dado cuenta de los puntos en común que existen entre las regresiones a vidas pasadas, las experiencias cercanas a la muerte, las experiencias extracorpóreas, y las experiencias en el lecho de muerte… aunque posiblemente podríamos añadir algunos fenómenos más como la especial conexión que tienen niños y ancianos con el más allá o las canalizaciones de espíritus desencarnados. O… al menos, es la única persona que se ha dado cuenta (aparte de mí), y no tiene miedo de decirlo en público. Aunque viendo el vídeo, si prestáis atención, comprobaréis que el Dr. Juan José López no pronuncia ni una sola vez la palabra “reencarnación” (si no me equivoco). Me pregunto por qué… 

Segundo, porque, tristemente, parece que en este país (y probablemente en parte del extranjero) el hecho de tener un título académico le da una validez extra a tus opiniones y a tus experiencias. Yo también lo tengo, pero como no lo voy anunciando a los cuatro vientos y además, según algunos, “me escondo” tras un nombre falso, parece ser que lo que yo digo en este blog, en el foro que administro, y en determinadas redes sociales, es tomado a chirigota por el común de los mortales… al menos, el común de los mortales que frecuentan esas redes sociales. Y por si hay alguna duda, no, no tengo ningún trauma respecto a esto último. Pero sí me entra una gran tristeza al comprobar día a día que las dudas sobre nuestra inmortalidad continúan, cuando las respuestas están al alcance de nuestra mano…

Y tercero, porque la actitud del Dr. Juan José López es la actitud que deberían tener todos los científicos del mundo, y por supuesto, todos los médicos que aspiren a prestar un buen servicio a sus pacientes, en especial a los pacientes terminales, que son los que necesitan aún más una medicina humana y de calidad, para que, como dicen los tibetanos, puedan hacer ese último tránsito de manera consciente y pacífica, para llegar a la próxima vida con menos traumas y saber perfectamente que no deben apegarse a lo terrenal, a lo que dejan aquí, y continuar su camino hacia la luz. Esa actitud consiste simplemente en tener una mente abierta, estudiar todos los fenómenos sin prejuicios, y sobre todo, escuchar lo que las personas nos dicen sin contestar con el típico “Eso es tu imaginación”, cuando se trata de un niño; “Eso son alucinaciones o delirios”, cuando se trata de un anciano; o, en el peor de los casos, “Estás loco” cuando eres un adulto normal que ha vivido una serie de experiencias que ni tú mismo comprendías al principio y que has analizado racionalmente a lo largo de varios años hasta llegar a una conclusión muy clara: la reencarnación es un hecho, y todos somos inmortales. Tan clara como el agua.

Hay algunos puntos en los que estoy en desacuerdo con el Dr. Juan José López, pero solo porque su perspectiva es la de un terapeuta cuyo objetivo es ir a la raíz de un problema emocional que afecta al paciente. Aunque no puedo negar la gran aportación que hacen estos terapeutas a la reencarnación (aunque la gran mayoría se cuidan muy bien de no afirmar rotundamente “Creo en la reencarnación”, no sea que arruinen su reputación), estos terapeutas suelen no prestar atención al hecho de que hay numerosas personas que tienen sueños de vidas pasadas, recuerdos espontáneos y otro tipo de signos que quizá podrían llamarse “evidencia circunstancial”, que no siempre están relacionados con traumas psicológicos o asuntos sin resolver, y que apuntan sin lugar a dudas a la realidad de la reencarnación. Y también suelen olvidar que las regresiones no tienen por qué circunscribirse a un ambiente médico. Todos podemos recordar vidas pasadas. Uno de los métodos más útiles para hacerlo es la meditación, práctica que aporta numerosos beneficios ya demostrados científicamente y asequible para todo el mundo. A veces parece que solo si te hipnotizan puedes recordar vidas pasadas, y esto es completamente falso. Y muchas otras personas continúan poniendo en duda la validez de las regresiones sin saber tan siquiera en qué consisten (como decía el Dr. Juan José López, hay que probarlo para saber de qué se está hablando), o posiblemente porque no son conscientes de que después de obtener esos datos, hay que investigar para verificar esos supuestos recuerdos. Y hay que investigar mucho, en ocasiones durante años. Y de esta forma se han obtenido sorprendentes verificaciones que no dan lugar a duda. No hay nada como vivirlo uno mismo para convencerte. Por eso me embarqué en esta aventura… y por eso sigo investigando a día de hoy.

Sin embargo, mi investigación “de campo” sobre la reencarnación (y algo menos sobre experiencias extracorpóreas) ha tenido lugar en los últimos dos años. Antes de eso, leí mucho sobre experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos paranormales, y leí algún libro sobre terapia regresiva, hallando enseguida esos puntos en común que comentaba al principio y que para mí, si no son prueba irrefutable, al menos son muy buenos indicios de que nuestro alma sobrevive, de que existe un periodo entre vidas en el que hacemos balance de nuestra última encarnación y preparamos nuestra próxima vida, y sea como sea, volvemos con un nuevo cuerpo. En las regresiones, muchas personas describen el mismo túnel de luz que también describen muchas personas que sufren ECM’s, y muchas personas que sufren ECM’s (con frecuencia se confunden con experiencias extracorpóreas durante la anestesia, como bien refería el doctor en la conferencia… y he de decir que es la primera persona a la que se lo oigo decir), describen sensaciones que también describen las personas que realizan viajes astrales, conscientemente o de manera espontánea. Muchas personas mediante regresión al periodo entre vidas también relatan cómo podían ponerse en contacto con personas encarnadas, por métodos que bien conocen médiums y espiritistas, o por simples sueños que muchas personas en duelo tienen y que, como siempre, los achacan al dolor o al deseo de volver a ver a la persona que han perdido. Solo hay que unir las piezas del puzle. Lo tenemos delante de nuestros ojos, y seguimos sin ser capaces de verlo.

Los signos están ahí. Llevan ahí desde tiempo inmemorial. La ciencia y la parapsicología los llevan estudiando durante décadas, durante siglos… pero por alguna razón el ser humano se debate entre las creencias que sus respectivas religiones les han impuesto, y el escepticismo más recalcitrante de algunos científicos, pseudoescépticos, o aquellos que si no lo ven, no lo creen, pero como tampoco hacen nada por verlo, nunca lo creerán… Las dudas pueden con nosotros. La ciencia y la racionalidad se han convertido en nuevos dioses a los que algunos siguen ciegamente, olvidando que las respuestas están el corazón. O, como bien dice el Dr. Juan José López… “la respuesta está en el alma”.



lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Echas de menos a alguien?

Así es como empezó todo para mí. Y cuando digo todo es TODO.

No fue hasta bien entrada la treintena cuando descubrí que lo que a mí me pasaba no era ninguna enfermedad mental, ni tampoco una fantasía. Era solo un sentimiento con un origen real y que es mucho más común de lo que pensaba entonces. Un origen tan real que llega a estremecer…

Recordar vidas pasadas va íntimamente ligado a las emociones, a todo tipo de emociones, desde las que identificamos como características normales de nuestra personalidad, hasta las que pasan más desapercibidas y surgen solo en determinadas circunstancias, o las que mantenemos enterradas en nuestro subconsciente, por simple dejadez o porque intuitivamente sabemos que no debemos removerlas. Recordar vidas pasadas tiene que ver mucho con nuestra psicología, con conocernos a nosotros mismos, con saber de dónde venimos, quiénes somos, qué es lo que estamos haciendo aquí y qué necesitamos experimentar para seguir creciendo. Tiene que ver con mirarte a un espejo y reconocer tus cualidades pero también todo aquello que te empeñas en ocultar y que también forma parte de ti. Es por ello que muchos de los que intentan recordar sus vidas pasadas huyen después del primer intento… porque se dan cuenta de que la reencarnación es algo realmente serio y que se van a tener que enfrentar a muchos miedos y a muchos retos. Uno de los retos más importantes es ser lo suficiente humilde como para reconocer tus propios errores y darte cuenta de que aún te queda mucho camino por recorrer, por mucho que desees no volver nunca más a este planeta Tierra.

Un día hablaré en profundidad sobre esa sombra a la que todos los que recordamos vidas pasadas nos enfrentamos tarde o temprano. Pero hoy quería detenerme en ese sentimiento que es el culpable de que yo estoy hoy aquí compartiendo esto. El primer mensaje que escribí para un foro público en internet, el primer foro en el que me registré, cuando apenas sabía manejarme en la red, fue a causa de ese sentimiento. Y fue porque alguien más había mencionado (también en una de sus primeras aportaciones a dicho foro) que toda su vida había echado de menos a alguien que supuestamente no había conocido nunca. Esta persona luego se arrepintió y borró su mensaje, sin embargo me escribió en privado para agradecerme que hubiese respondido, porque para las dos fue un tremendo alivio descubrir que no estábamos solas en el mundo. A mí personalmente ese sentimiento me acompañó desde muy niña, luego en mi cabeza construí un “personaje” ficticio para mis historias literarias que ahora sé era mezcla de mis recuerdos y de mis propios deseos de volver a encontrar a esa persona ideal con la que había sido feliz en el pasado… en un pasado muy remoto. Hubo épocas en mi vida en las que esa imagen borrosa que tenía en la cabeza casi llegó a desaparecer, preocupada por los acontecimientos en mi vida presente. Sin embargo nunca lo hizo… y periódicamente el mismo sentimiento de echar de menos a alguien volvía con fuerza inusitada, contribuyendo incluso a la depresión que ya sentía por otras causas (algunas también relacionadas con vidas pasadas).

Las respuestas llegaron solas con un mínimo esfuerzo por mi parte… solo con saber dónde buscar todo se volvió claro como el agua. Y a lo largo de unos meses pude descubrir quién era esta persona tan importante para mí, por qué la echaba tanto de menos y por qué parecía no poder pasar página. Descubrí que no solo habíamos estado juntos en una vida, sino en varias, intercambiando papeles como parece ser que es lo normal en los grupos de almas, si es que existen los grupos de almas… Y solo después de dos años trabajando sobre ello (que no es mucho) me estoy empezando a dar cuenta de que aprender a estar sin él debe formar parte del “plan”… si es que existen los planes y las lecciones a aprender.

Mucha gente teme perder a sus seres queridos. El apego es uno de los sentimientos más fuertes en los seres humanos y posiblemente uno de los que más nos cuesta superar. Sin embargo, toda la vida hubo algo que jamás entendí: el amor no debería reducirse a los miembros de nuestra familia, a los de nuestra propia sangre, a los de nuestra raza… el amor debe ser universal, ¿no es eso lo que predican todas las religiones? Siempre me ha parecido extraño que alguien considere especial el amor que hay entre una madre y un hijo, por ejemplo… cuando eso no es nada especial, es lo natural, lo realmente especial es que alguien sea capaz de amar a todos sus semejantes, incluidos los enemigos… Y ahora que soy adulta (y seguramente menos sabia) aún me cuesta comprender que alguien tema no volver a ver a sus familiares después de su muerte, tal y como los conoció en vida… me cuesta comprender que alguien espere volver a encontrárselos tal cual, allí esperándole, pero no para recibirle en el más allá y ya está, sino para estar juntos toda la eternidad. ¿No suena egoísta? El amor no debería ser egoísta… pero lo es. Al menos el humano.

Leyendo 2150 AD de Thea Alexander he reflexionado un poco sobre esto, y también sobre otros aspectos relacionados con el amor que habían surgido en Foro Reencarnación días atrás. Aún nos queda mucho para llegar a ese amor universal, así que sospecho que vamos a seguir reencarnando durante al menos unos cuantos cientos de años aún. No somos aún conscientes del Amor que a todos nos espera en el mundo espiritual. Muy pocos nos hemos dado cuenta de lo poco que significan los lazos de sangre en el más allá. No nos damos cuenta de que las almas no tienen edad, ni sexo, ni raza, ni son buenas o malas. Y aunque algunos se consideren cristianos, ni siquiera han integrado una de sus más importantes enseñanzas, “todos somos hermanos”. Nos empeñamos en otorgar características humanas al mundo del espíritu, y seguimos pensando que allí seremos juzgados o perdonados cuando nunca habrá nada que hayamos hecho que necesite de un perdón. Pero eso nos pasa porque, entre otras cosas, aún creemos que amar a alguien es querer a tu hijo o a tu madre, al tiempo que despreciamos a nuestro vecino, al emigrante, a los seres vivos que matamos para comer, o a los bosques que mantienen fresco el aire que respiramos.


Si solo fuéramos un poco más conscientes de lo que somos en realidad, de todas las vidas que hemos vivido con las personas que queremos (y con los que creemos que son nuestros enemigos), si supiéramos que nuestra vida en la Tierra es solo un mal sueño y que es imposible perder a nadie porque nadie muere y todos nos volvemos a ver en el otro lado… entonces ya no tendríamos por qué echar de menos a nadie, ni nos sentiríamos tristes con la partida de un ser querido, ni tendríamos miedo a perder a alguien en una relación amorosa, ni sentiríamos celos, ni tendríamos miedo de amar a alguien de nuestro mismo sexo, o a varias personas a la vez, ni tampoco tendríamos miedo de ser rechazados.

No es fácil, por supuesto. Recordar tus vidas pasadas y tener todo esto superado no es algo inmediato. Hay lecciones que deben ser aprendidas en varias vidas, y sospecho que para mí esta es una de esas lecciones. Sigo echando de menos a esa persona que mencionaba al principio, a pesar de que siento que está siempre cerca. Durante mi juventud siempre tuve miedo de dar demasiado por si la otra persona se iba, por miedo a perder ese amor que siempre deseamos poseer, a pesar de que ya lo tenemos. Sigo echando de menos a gente que está lejos y a veces no me doy cuenta de que para amar a alguien hay que saber dejarle marchar. Y que poco importan mis deseos cuando sé que no hay nada que desear, puesto que ya todo nos ha sido dado, aunque lo hayamos olvidado momentáneamente. Cuesta superar toda esa programación mental humana y recordar que nunca estamos solos. Pero no es imposible. Nada es imposible.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mundos paralelos.

Hace unos días me encontraba vagando por el submundo de internet, es decir, en una conocida red social en la que mi presencia va a ser cada vez menor, cuando en mi mente nació esta idea de los “mundos paralelos”, usada en sentido figurado. Malinterpretada, vilipendiada, vapuleada, siendo objeto de burla e incluso siendo tachada de “erudita” (debe ser que pensaron que ser erudito es malo), me di cuenta de pronto que la Tierra no es en realidad un único planeta. O tal vez, como dice Dolores Cannon, la Tierra se está dividiendo en dos: en una están los ignorantes, y en otra están los que nunca se cansan de saber más. En una están los que disfrutan discutiendo, creando confusión y luego desapareciendo como cobardes que son; y en otra están los que nunca se cansan de investigar y luego con buenas intenciones desean compartir sus conocimientos con todo aquel que desee escuchar, pensando que es lo que deben hacer para que esa otra Tierra deje de ser tan ignorante y juntos hagamos un mundo (completo) mejor.

Pues bien, para aquellos que están en la segunda Tierra, los que no se cansan de aprender y siempre andan haciéndose preguntas y buscando respuestas, leyendo y compartiendo sus experiencias con otras personas… para algún reencarnacionista inocente que por casualidad haya llegado al blog, os voy a dar un consejo: no perdáis el tiempo en gilipolleces. No merece la pena. No contéis a nadie vuestros descubrimientos. No digáis a nadie quiénes fuisteis en vidas pasadas (mucho menos si es una vida pasada famosa). No compartáis con nadie vuestras ideas sobre la reencarnación, construidas en base a vuestros recuerdos y vuestras percepciones cuando estabais en estados alterados de consciencia. Solo conseguiréis que se rían de vosotros. Porque por desgracia, los que habitan en esa primera Tierra son aún mayoría… una aplastante mayoría.  

Será una sincronicidad o no, pero según mis actividades normales decaían gracias a estos individuos que abundan en esa red social, sentí el impulso de leerme un libro que tenía en mi biblioteca virtual desde hace un tiempo pero que no me había leído aún. Su nombre es No hay tiempo para el karma, escrito en la década de los 90. Pensé que iba a ser demasiado “espiritual” para mí, y hay algunos términos o ideas generales que aún me cuesta digerir, pero además de ayudarme a comprender el concepto de tiempo simultáneo y las posibles vidas paralelas (que aún se me atraganta un poco), me sorprendió que algunas de las reflexiones que aparecen en ese libro fueran una fiel imagen de la concepción del mundo y la vida que, poco a poco, a raíz de recordar mis vidas pasadas, se me ha ido formando en mi mente. Y resulta que los hechos acaecidos en esa red social eran el mejor ejemplo práctico que complementaba las enseñanzas del libro. Después pasé a una novela llamada 2150 AD de Thea Alexander, que básicamente viene a decir lo mismo pero con términos menos espirituales. Y lo que más me llama la atención es que esta novela fue publicada en 1976. Por último, esta misma mañana, me llega un artículo en el que se dice que el caso de reencarnación de un niño llamado Sam, investigado recientemente por Jim B. Tucker, es algo “nuevo”. ¿Nuevo? ¿Nuevo, dónde? ¿En qué mundo? ¿En el anglohablante o en el hispanohablante? ¿En la primera Tierra o en la segunda Tierra? ¿Es que en el mundo hispanohablante tenemos que considerar algo “nuevo” solo a causa de nuestra propia ignorancia y por no haber aprendido a hablar inglés en la escuela? Resulta que la gran mayoría de los conceptos new age que inundan el mundo esotérico y por extensión la reencarnación son ya más viejos que Matusalén. El otro día, sin ir más lejos, tuve que oír en esa misma red social que el concepto de reencarnación era “nuevo” en Occidente, porque por lo visto era una creencia común entre hinduistas y budistas, pero claro, esto de las marcas de nacimiento en niños es algo… “nuevo”. (Si el pobre Ian Stevenson levantara la cabeza…). Y lo peor es que no hay término medio. Tienes este nivel de conocimiento… o tienes los lugares pseudoespirituales donde abunda la fantasía y la poca credibilidad. No quiero generalizar… pero es lo único que he encontrado en dos años de búsqueda en internet.

Comento todo esto porque es una prueba más que apoya lo que decía en mi anterior entrada sobre la ventaja que nos llevan en el mundo anglohablante en cuanto a la reencarnación. La reencarnación es lo que más me afecta a mí, pero por supuesto es solo un ejemplo más. Un ejemplo de la ignorancia en la que debo vivir día a día y en la que dudo que pueda escapar en los próximos años. Sin embargo, yo nací aquí y encontré mi propio camino, ¿por qué no lo hacen también todas estas personas que dicen estar buscando también la verdad? Pues quién puede saberlo, pero desde luego no seré yo la que les dé la luz en su mundo de oscuridad. Las respuestas están ahí para todo el que quiera. Las técnicas también. Si alguien me pide consejo con educación y buenas maneras, se lo voy a dar, aunque no tenga por qué hacerlo. Por fortuna la calidad de los miembros de Foro Reencarnación no tiene nada que ver con los de la primera Tierra, y allí se está la mar de tranquilo. Lo que no voy a hacer es prestarme más a un jueguecito del que siempre salgo mal parada. No voy a compartir mis conocimientos y experiencia con personas que prefieren escuchar a charlatanes y colgar frases vacías en sus muros antes que creer a alguien que les habla con un mínimo de racionalidad y seriedad. No soy la maestra de nadie. No me gustan los niños. Y no voy a seguir perdiendo mi precioso tiempo…  


Ver la reflexión de la semana de Íker Jiménez en su programa Cuarto Milenio ha sido la guinda en mi pastel. No hacía referencia a mundos paralelos, pero sí a dos tipos de humanidades: una que siempre quiere aprender, y otra que disfruta desalentando y quitando la energía a los que sí queremos avanzar en la vida y encontrar respuestas. A los que nos esforzamos por investigar y crear blogs y foros para ayudar a otros que estén en la misma aventura. Íker Jiménez es una de las cuatro personas en el mundo que me hacen pensar y que hacen sentirme menos rara... y menos sola. No creo que esto sea algo para celebrar, porque el número de personas que me hacen pensar y con las que puedo mantener una conversación medianamente interesante debería ser mucho mayor, pero los hechos son los hechos. Ha sido un alivio descubrir que no soy la única que se da cuenta de que los mundos paralelos existen, cada uno con su propia realidad. De hecho, estoy empezando a pensar que es cierto esto de que cada uno crea su propia realidad, y cada uno es feliz dentro de ella. Tal vez yo misma me haya creado mi propia realidad… a pesar de que tengo fuertes indicios que la apoyan, mientras que otros solo tienen… creencias.

En cualquier caso ya he perdido demasiado tiempo escribiendo estas palabras. Puede que no gusten a todos los lectores del blog. Puede que piensen que soy demasiado radical o demasiado intolerante. O quizá demasiado sincera. Pero no me importa. Es mi estilo. Como diría Íker, soy políticamente incorrecta. Y como dije yo misma, este no es un blog espiritual. Es un blog para aprender a recordar vidas pasadas. Recordar vidas pasadas no significa ser más o menos espiritual ni tener poderes especiales. Solo significa hacerse más consciente de quiénes somos y de por qué estamos aquí. Todos somos humanos y todos tenemos nuestros defectos. Y el que piense que yo soy distinta porque he sido capaz de recordar mis vidas pasadas, se equivoca.

martes, 19 de noviembre de 2013

La muerte y los reencarnacionistas.

Me resulta muy curioso ver cómo la mayoría de la gente se empeña en buscar respuestas fuera de sí mismos, en arrimarse a la ciencia creyendo que solo las conclusiones que ella provee son válidas, o implantándose en la cabeza el chip que dice “La muerte no existe”, mientras que siguen viviendo eternamente con la duda y posiblemente recuperando el miedo a morir en cuanto el momento se acerca. No puedo culparlos. En esta sociedad occidental hablar de la muerte es tabú, para un médico la muerte es una derrota y muy pocos se van a atrever a hablarte claramente y mucho menos te van a aconsejar sobre cómo hacer el tránsito. Nadie en su sano juicio cree que la vida continúa después de la muerte, creer esta patraña es solo un consuelo momentáneo que brindan todas las religiones, como mucho tocaremos el arpa con los angelitos en el cielo hasta que Dios decida que es momento de resucitar, momento en el que por arte de magia recuperaremos nuestro bonito cuerpo putrefacto o ya convertido en polvo (por supuesto el único que hemos tenido), y despertaremos a no sé qué clase de vida nueva. O aún peor, tal vez nos saltaremos esta magnífica oportunidad porque para entonces llevaremos milenios ardiendo en el infierno.

Otros creen que la respuesta está en las experiencias cercanas a la muerte, eso sí, con salvedades. Si alguien en su ECM menciona que un ser de luz le habló de la reencarnación, seguro que ha habido alguna confusión. Si menciona que ese ser de luz es Jesucristo o que estuvo sentado en su regazo, o que pudo hablar con Juan el Bautista, entonces todo es verdad. A pesar de que por lo general en una ECM te ves súbitamente fuera del cuerpo, con un miedo terrible porque estás en una situación que puede ser mortal, no entiendes nada de lo que pasa, y además estás hasta arriba de medicamentos, parece ser que lo que dice uno de estos pacientes tiene mucha más credibilidad que lo que dice un paciente totalmente sano en una regresión. Y por supuesto, si eres un médico o un científico escéptico vas a hacer lo que sea, literalmente, para demostrar que todo fue producto del cerebro, aunque eso implique ignorar los otros miles de casos de ECM’s que existen o buscar soluciones parciales a un fenómeno que, hoy por hoy, no tiene ninguna explicación. Bueno, sí, tiene una: la consciencia está fuera del cerebro.

Después de años y años estudiando las ECM’s he llegado a la conclusión de que ni siquiera los propios científicos son objetivos. Les cuesta demasiado romper sus ideas preconcebidas (es decir, lo que ellos creen que está demostrado y por tanto es verdad absoluta e intocable), y quieren que un pobre órgano como el cerebro asuma toda la responsabilidad de lo que una persona ve en su ECM. Y los pacientes que sufren ECM’s no entienden lo que les ha pasado, y según su propio criterio, es decir, dependiendo de sus propias creencias y su educación, deciden qué es lo que vieron. O quizá su mente decide por ellos, y ellos ni siquiera dudan de nada. ¿Por qué iban a hacerlo? Nadie les ha explicado que cuando sales del cuerpo accedes a un plano comúnmente llamado astral donde lo que sientes y sobre todo lo que piensas tiene extrema importancia, donde tú mismo puedes crear tu propia realidad y donde puedes ser fácilmente engañado por tus propias percepciones. Nadie se lo explica porque nadie se ha preocupado todavía de estudiar las experiencias extracorpóreas de manera seria. Por eso, para muchas de estas personas, estar a punto de morir y haber hablado con Dios es lo más lógico del mundo. Y en el peor de los casos, incluso piensan que han sido unos elegidos.

A pesar de todo esto, hay gente que desea tener una ECM porque cree que así va a estar seguro de que la muerte no existe. Y no se dan cuenta de que hay métodos mucho más fáciles para llegar a saberlo. No hace falta esperar a estar en una situación de muerte. Es suficiente con meditar y recordar vidas pasadas (o, en su defecto, acudir a un profesional de confianza para hacer una regresión). Los que lo hacemos sabemos “un poco” sobre la muerte. Para los que no lo sepan, recordar tu propia muerte es algo más que ver una escena delante de tus ojos como si fuera una película. Se acompaña de numerosas emociones, a veces muy difíciles de controlar. Al principio enfrentarte a una de estas escenas da miedo, mucho miedo, y es posible que necesites varios intentos para darte permiso a ti mismo y atreverte a verlo. No tienes ni idea de lo que vas a encontrar, no tienes ni idea si vas a sentir el  mismo dolor que sentiste cuando moriste de verdad. No sabes si vas a poder controlar las emociones. Con el tiempo va siendo algo más fácil. Por supuesto, cuando se trata de una muerte traumática se hace un poco más complicado… y por lo general recuerdas antes las muertes traumáticas porque recordamos antes lo que nos afecta. En estos casos, cuando la muerte es súbita e inesperada, es mucho más frecuente que vaya acompañada de fuertes emociones, bien porque te dio mucha rabia acabar así, o porque no te pudiste despedir de tus familiares y amigos, o porque a tu lado viste caer también a muchos de tus compañeros, o porque fue un accidente sin sentido, o porque no pudiste ver crecer a tus hijos, o porque dejaste cuestiones sin resolver.

Lo importante de todo esto es que al final todo acaba. Todo dolor y sufrimiento son solo temporales, pertenecen a la dimensión humana, no a la espiritual. A veces te ves ya fuera de tu cuerpo e incluso sabes que te quedaste un tiempo en el plano astral para asegurarte de que todo estaba bien. Y muchos pacientes sometidos a hipnosis (no es mi caso) relatan incluso cómo vieron el mismo túnel de luz que describen las personas que han sufrido ECM’s, y cómo se reencontraron con sus guías o con familiares ya fallecidos. Si es una regresión a la vida entre vidas, incluso puedes describir el mundo espiritual y todo lo que ocurre después de muerto, algo que ocurre para todos, independientemente de la religión, raza, sexo, lugar de nacimiento, o el nivel de maldad con el que te hayas conducido por la vida… aunque a algunos les cueste aún comprender y aceptar esto, presos de sus propios prejuicios y sus ideas preconcebidas.
Muchos reencarnacionistas llegamos a visitar nuestras propias tumbas.
Pero cuando has recordado varias muertes y comprendes que hagas lo que hagas siempre vuelves a nacer, todas las dudas desaparecen. Y francamente, ya te da igual lo que digan los científicos, los escépticos, y los que hablan de reencarnación sin saber lo que es recordar vidas pasadas. Esos que piensan que creer en la reencarnación es solo un deseo de que la muerte no sea el final. Cuando has verificado tus recuerdos e incluso has localizado tu tumba, ya nada pueden decirte que te convenza de lo contrario. Es algo que sabes y que vas a llevar dentro ya para siempre, solo tú sabes que no es imaginación, que no es obsesión, que no es creencia, que no es un simple deseo. Solo tú sabes por todo lo que has pasado hasta llegar a ese punto. Visitar tu propia tumba es algo que muchos reencarnacionistas llegan a hacer o que deseamos hacer, un momento en tu viaje personal que es todo un hito, acompañado de fuertes emociones y en muchos casos una fuerte necesidad de aceptar el pasado, aceptarte a ti mismo, con lo bueno y lo malo que hiciste en esa vida, y pasar página.   

¿Perdemos el miedo a la muerte? Eso es ya otra historia. No puedo hablar por todos los reencarnacionistas, pero en general se puede decir que no tememos a la muerte en sí, tememos al dolor que acompaña a la muerte. También depende de cada uno y del grado de apego que tengamos a la vida terrenal. Pero lo bueno es que sabemos que nada se acaba con la muerte. Que tarde o temprano nos vamos a reencontrar con las personas que queremos. Sabemos que en cada vida hay personas con las que ya hemos vivido en el pasado, y por alguna razón van y vienen, aportándonos aquello que necesitamos justo en el momento que lo necesitamos. Personalmente, pienso que en la Tierra andamos ciegos y sordos y solo en determinadas ocasiones reconocemos a aquellos que fueron importantes en otras vidas. Pero al traspasar el umbral esa venda desaparece y de pronto nos damos cuenta de cuán inútiles fueron ciertas discusiones, o ciertos miedos. Es imposible perder a nadie, porque al otro lado somos como una gran familia en la que los lazos de sangre no tienen la más mínima importancia. No comprendo a las personas que solo piensan en reencontrarse con sus familiares al otro lado, tal y como los conocieron en esta vida. Somos mucho más que un hijo, un padre o un amigo. Somos almas eternas en un camino eterno en el que compartimos buenos y malos momentos. ¿Quién no crea vínculos con alguien con el que has reído y llorado a lo largo de tantas vidas? Esos vínculos jamás desaparecen. Si de algo estoy segura, es de que la muerte no los destruye.


domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Quiénes son los locos aquí?

No tengo ni idea de cuántos reencarnacionistas existirán en el mundo ahora mismo. Me refiero a reencarnacionistas “de verdad”, que recuerden sus vidas pasadas y que tengan buenas razones para pensar que la reencarnación es un hecho, no que crean en la reencarnación solo porque su religión se lo ha dicho así. Probablemente eso dejaría fuera a la mayor parte del mundo oriental, así que nos quedaríamos solo con el mundo occidental. Dentro del mundo occidental, hay una clara distinción entre el mundo hispanohablante (aquí opino sobre todo por lo que veo en España, que es el país donde vivo) y el mundo anglohablante. Calculo que hay una diferencia de unos 40 años en cuanto al tiempo en que se lleva investigando. Y este tiempo es directamente proporcional a la seriedad con la que se habla de la reencarnación (si bien la seriedad no es tanta como la que sería de esperar, para nuestra desgracia). Mi visión del “mundo” es bastante reducida, a pesar de que internet me la ha ampliado en cierta medida. Por ello creo que podría asegurar que en el mundo anglohablante el sector de la población que se toma en serio la reencarnación puede que sea de un 5%. En el mundo hispanohablante este porcentaje se reduciría a un 0.0001%. Básicamente se reduce a mi casa, unos pocos “vecinos” virtuales, y unos pocos al otro lado del charco. Los demás se lo toman a chirigota o se ahogan en un mar de dudas…

Sí. Son cálculos aproximados. Y bastante sesgados, seguramente. En realidad escribo esto porque necesito llorar un poco. Recordar vidas pasadas es un camino muy duro, y en ocasiones muy solitario. Todos los días me dan ganas de cerrar el blog, pero no sé por qué todos los días acabo encontrando otra razón para no cerrarlo. La más importante es que soy muy testaruda y no me rindo con facilidad. Y otra es que este blog no lo hago solo yo, aunque lo parezca. Hay muchas otras personas que aunque prefieren seguir en el anonimato (y muchas ni siquiera sabrán nunca lo que han significado para mí), están detrás de este trabajo. Almas invisibles (encarnadas, por supuesto) que con sus experiencias, sus ánimos, sus consejos, su compañía a lo largo de todo este tiempo, desde que me embarqué en esta aventura, están ahí siempre y me hacen sonreír cuando lo necesito, cuando las fuerzas flaquean y es necesario un respiro para poder continuar. Porque en este mundillo, o te tomas las cosas con humor, o mueres.


Recordar mis vidas pasadas supuso una profunda transformación para mí. Y llena de buenos deseos, infinita paciencia y dispuesta incluso a que desconocidos conozcan mis propias miserias, arriesgándome a ser juzgada y a que me llamen loca, intento compartir mis conocimientos con otras personas que también se hacen preguntas y están buscando su propia verdad. Pronto te das cuenta de que no merece la pena hacerlo. Son más los sinsabores y las inconveniencias que el beneficio que me pueda aportar… una pérdida de tiempo y energía que no lleva a ninguna parte, a no ser que encuentres a las personas adecuadas con quien compartir esas experiencias. La batalla está perdida desde el principio.

Sin embargo, aunque seas consciente de ello, duele de todas formas. El mundo está loco, lleva loco desde hace milenios, y nadie puede cambiar eso. Y por muy buenas intenciones que tengas, sabes que los locos serán siempre mayoría. Así que te resignas a hacer tú el papel de loco, a que te ataquen por decir lo que piensas, a aportar “pruebas” de que lo que dices es por algo, a que te expulsen de ciertos círculos o a cargar con una mala fama inmerecida por querer llevar un poco de sentido común a esos círculos, a tener que escuchar una serie de sandeces dirigidas con mala intención porque piensan que tienes cuatro años y pueden tomarte el pelo, a ponerte en el mismo saco de aquellos que hablan de reencarnación sin tener ni idea de lo que significa recordar vidas pasadas, o a ser tachada de intolerante cuando son “ellos” los que te rechazan porque tu planteamiento no entra dentro de sus esquemas mentales… Nadie lo dice abiertamente, pero en el fondo les importa un bledo lo que les digas. Su propia ceguera les impide ver más allá.

Y mientras, resulta que sales a la calle y hay gente que adora estatuas de madera porque representan a un señor cuya existencia histórica ni siquiera está demostrada. Y si esa estatua llora lágrimas de sangre no solo la adoran, acuden a ella esperando una curación milagrosa. También hay gente que estuvo a punto de morir y porque vieron una luz blanca ya piensan que estuvieron con Dios o que son unos elegidos. Hay gente que acude en masa a rezar junto a un señor vestido de blanco a quien demuestran admiración, da igual si el que hay ahora tiene un discurso totalmente distinto al que tenía el anterior señor vestido de blanco. Y los rumores de corrupción no importan, si va vestido de blanco es porque debe estar próximo a la santidad. Otros se preguntan si creer en la reencarnación significa que se estarían comiendo a su semejante si comen carne… es curioso que se preocupen por eso y no por el sufrimiento de ese animal en el matadero, reencarnado o no. En Australia hay un tipo que dice ser la reencarnación de Jesucristo e induce a sus seguidores a creer que ellos vivieron en la época de Jesús. Por alguna razón algunos necesitan vivir en una secta para sentirse seguros o quién sabe para qué. También hay personas que creen a pies juntillas lo que dicen los contactados, quienes hablan supuestamente con extraterrestres y otras entidades espirituales, y al cabo del tiempo además de los contactados hay un grupo de caraduras alrededor que no han perdido ni un segundo en crear otra religión y cobrar a la gente bajo cualquier excusa. Eso por no hablar de las supuestas apariciones de la Virgen en varios puntos de nuestra geografía y parte del extranjero. O los baños de sangre que ahora mismo están ocurriendo en varios puntos del globo por cuestiones puramente religiosas. O la cantidad de personas que viven bajo los efectos de la medicación psiquiátrica porque sin ella son incapaces de enfrentarse a un mundo que no pueden comprender, asfixiados por el materialismo y la falta de valores de la sociedad en la que vivimos, alejada de lo que realmente importa y que ya casi nadie es capaz de recordar.

Luego llego yo y digo que recuerdo haber estado aquí antes, que dejen de buscar fuera de sí mismos y miren en su interior, que cualquiera puede llegar adonde estoy yo, que no es un lugar nada especial, simplemente un pequeño paso más allá de la confusión absoluta… y me toman por loca. Y piensan que les quiero convencer de algo que a todas luces es imposible. Como no he dicho que soy doctora en un prestigioso hospital americano, mi testimonio tiene el mismo valor que el de un esquizofrénico. Como no me he hecho famosa escribiendo diez libros sobre regresiones hipnóticas que dicen todos lo mismo, ni tampoco cobro por leer mi blog, nadie me hace caso. Si estuviéramos en la Edad Media ya me habrían quemado por bruja, y si estuviéramos en el siglo XIX estaría encerrada en un manicomio. Sin embargo, vivimos en el mundo al revés. Ahora todos los locos están fuera, y yo me imagino que paso más bien desapercibida entre tanta locura. O quizá me intentan marginar por no estar algo más cuerda. Todo el mundo sabe que la nota discordante debe ser eliminada del grupo… y no es nada fácil ir contracorriente, tenemos numerosos ejemplos en nuestra querida ciencia, cuando alguien intenta proponer ideas revolucionarias como la posibilidad de que la vida continúe después de la muerte o que la consciencia pueda transferirse a un nuevo cuerpo. Dios mío, eso suena a sacrilegio… ¡crucifiquémosle!

No pasa nada. Seguiré adelante. El camino sigue siendo solitario, pero por fortuna lo es algo menos que antes. Los locos podrán seguir inmersos en su propia locura, es lo que hacen los locos, mientras que algunos de nosotros, aun con nuestras propias dudas y nuestras eternas preguntas, intentamos despegarnos de ellos. Aunque muchos se empeñen en lo contrario y quieran seguir engañando a las masas, la luz al final del túnel está para todos, no solo para unos cuantos elegidos. Todos llegarán a él tarde o temprano, dentro de tres vidas o dentro de cien. Yo no tengo ninguna prisa por que lleguen. Y los que quieren, ya se van subiendo al tren. Y poco a poco se van dando cuenta por sí mismos de la realidad que nos rodea, nos guste o no, estemos o no preparados para aceptarla… Creamos en lo que creamos.
  

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ojo crítico: la actitud de Foro Reencarnación.

Debido a recientes acontecimientos en el foro que administro, me vi obligada a hacer una importante aclaración sobre la finalidad y el contenido de la información que desde hace un tiempo me he propuesto hacer llegar a los lectores, y creo que no estaría de más hacerla aquí también.

Ya lo he dicho en otros lugares del blog, pero lo repetiré por si queda alguna duda: este no es un blog espiritual. Es un blog, y por tanto es altamente personal, lo que vierto aquí son opiniones propias pero en ningún caso son opiniones hechas a la ligera sin ningún fundamento, sino que son el fruto de toda una vida de estudio, investigación y, sobre todo en los dos últimos años, experiencias directamente relacionadas con el recuerdo de vidas pasadas. Aún no lo sé todo, evidentemente, y cada día sigo aprendiendo de otros compañeros que llevan mucho más tiempo que yo en esto y que han pensado lo mismo o más que yo, con sus propias experiencias totalmente distintas a las mías, que me apoyan en los momentos bajos y que me ayudan a ver con más claridad cuando me encuentro en un callejón sin salida.

Es necesario mucho ojo crítico para investigar la reencarnación.
Sin embargo lo poco que sé parece ser mucho para otras personas que se acercan por primera vez al concepto de la reencarnación y que lo único que han hecho ha sido leer una serie de mitos mal fundados en internet, escuchar doctrinas de grupos new age sin pies ni cabeza, o tratar de comprender enseñanzas ligadas a diferentes religiones y que rayan lo absurdo, como por ejemplo pensar que nos podemos reencarnar en cucarachas por haber sido malos en una vida. Cada uno es libre de creer lo que quiera, por supuesto. Pero aquí damos mucha importancia a la racionalidad y a la seriedad. Ser reencarnacionista va mucho más allá de “creer” en la reencarnación. Pensamos que la reencarnación es un hecho porque es lo que mejor explica nuestras experiencias y porque hemos pasado años leyendo estudios científicos y libros de calidad, muy alejados de los típicos libros de terapia regresiva que abundan en las librerías. No es mi caso, pero otras personas han pasado gran parte de su infancia y adolescencia pensando que algo funcionaba mal en su cabeza, y sin comprender esos extraños sueños que les hacían despertarse en medio de la noche con el corazón en un puño, sueños en los que se veían como otra persona viviendo algo que en apariencia nada tenía que ver con ellas pero que les afectaba profundamente. Que les pregunten a estas personas si creer en la reencarnación es un simple deseo de que la muerte no es el fin. Me gustaría saber qué responderían…

Por fortuna abandoné todo contacto con la religión en la que fui criada desde muy joven, y fui educada en la ciencia. Me enseñaron a usar la razón y la lógica. Al mismo tiempo nunca perdí mi afición por los temas paranormales, y siempre supe que el mundo del misterio es un mundo por el que hay que caminar con mucho cuidado. Como la reencarnación aún es considerada por muchos algo “paranormal”, esto también es aplicable a la reencarnación: hay que aprender a discernir lo que es serio de lo que no, los hechos comprobados de lo que son simples indicios, hay que aprender a diferenciar lo que es una creencia de lo que es una posible realidad, respaldada por hechos objetivos. Es muy importante, estés donde estés, aplicar siempre la lógica, el sentido común, y un máximo de objetividad, entre otras cosas para no dejarte engañar por charlatanes ni dejarte convencer sobre "teorías" que aun siendo elaboradas por científicos, siguen siendo eso, teorías.

En definitiva, tenemos que andar siempre con un gran ojo crítico, analizando muy bien toda la información que cae en nuestras manos, todos los casos de supuesta reencarnación que vemos en la red. No podemos ver la fotografía de un personaje famoso al lado de una fotografía antigua de alguien que se le parece mucho, y tragarnos sin más que eso es un posible caso de reencarnación, porque, no, no lo es. Los reencarnacionistas no estamos locos ni creemos en cualquier cosa. Al contrario, nos tomamos muy en serio la reencarnación, y si vemos que alguien nos intenta engañar o pretende burlarse de nosotros, nos vamos a defender con buenos argumentos. Sabemos de lo que hablamos y por eso más vale que sepas a quién te vas a enfrentar antes de meterte con nosotros. Puede parecer que estamos obsesionados o que a veces somos un poco radicales. No, lo único que ocurre es que se ha convertido en algo muy personal, porque no nos ha sido nada fácil llegar hasta aquí.

Un parecido razonable no supone ninguna prueba de reencarnación.

Es una ardua lucha que acaba de comenzar: la de traer algo de racionalidad y sentido común a un fenómeno tan importante como es la reencarnación y que sin embargo goza de tan poca credibilidad en general por culpa de las habladurías de muchas personas que ni siquiera saben lo que significa recordar vidas pasadas. Recordar de verdad, no en un salón de actos atiborrado de gente, en un taller de una hora de “maravillosa regresión espiritual para la sanación de tu alma en la que conocerás a tus guías espirituales”. No, yo me refiero a pasarte una vida lidiando con emociones, síndrome de estrés postraumático, ansiedad, sueños recurrentes, prejuicios, hechos históricos distorsionados, incomprensión... y conviviendo con un silencio que te ves obligado a adoptar para que no te tomen por desequilibrado. Eso es recordar vidas pasadas. Y de eso es de lo que hablamos en este blog y en Foro Reencarnación. Ni más ni menos.  

martes, 12 de noviembre de 2013

La eterna cuestión de la superpoblación.

Esta es una pregunta harto complicada que surge una y otra vez en los foros especializados en reencarnación, por parte de principiantes y también escépticos que creen que este argumento es válido para echar por tierra la posibilidad de la reencarnación. Es curioso pero a mí jamás se me había ocurrido pensarlo hasta que lo leí en alguno de estos foros, y aún así me resultaba una cuestión muy difícil de comprender, y según escribo estas líneas todavía tengo que hacer un esfuerzo porque no le encuentro lógica alguna. Pero como parece ser una duda habitual, trataré de dar una respuesta.

Más o menos la pregunta “tipo” viene a ser así:
“Es un hecho que la población mundial no ha dejado de crecer desde que el hombre es hombre. Si la reencarnación fuera cierta, ¿de dónde surgen tantas almas? Si debemos aceptar la reencarnación en animales, a mí no me convence esto de la reencarnación. ¿Hay más almas que cuerpos? ¿Dónde están todas esas almas? ¿También debemos creer en la reencarnación simultánea? ¿Puede haber dos almas ocupando un mismo cuerpo?”
A ver, un momento, ¡un momento! ¡No nos volvamos locos! Y pensemos un poco…

¿De dónde salen tantas almas?

Antes de nada, hay que tener claro una cosa: en este blog (y en el foro que administro) no nos dejamos llevar por creencias, sino por la razón y la lógica. Creemos en la ciencia para explicar el fenómeno de la reencarnación, pero a la vez sabemos que la ciencia aún no tiene todas las respuestas. Y aunque no se deje de hablar de “almas” en todos los sitios, ¿sabemos qué es el alma? No. ¿Sabemos de dónde venimos? No. ¿Sabemos cómo fue creado el planeta Tierra? Sí, por el Big Bang. ¡No! El Big Bang es una teoría más, no está demostrada. Por tanto, por mucho que nos pese, para dar una respuesta a la eterna cuestión de la superpoblación, lo único que podemos hacer es especular, porque en realidad los seres humanos no sabemos casi nada. Por ello voy a dejar mi teoría personal para lo último y de momento me voy a centrar en argumentos científicos… en la medida de lo posible.

Tengo la impresión de que la mayoría de la gente da por supuesto que el Big Bang fue el origen del universo y que la teoría de la evolución de Darwin es la que explica cómo el ser humano apareció sobre la Tierra, y con frecuencia olvida que esto son solo teorías, seriamente puestas en duda por científicos de los que no se habla mucho porque tienen la mala costumbre de ir contracorriente. Pero bueno, aún así, aceptemos por un momento que el Big Bang es un hecho demostrado. Por otra parte, algo comúnmente aceptado para los que creemos en la reencarnación, o incluso para los que no creen en la reencarnación pero sí creen en la inmortalidad de la consciencia, es que existe una parte de nosotros que ya existía antes de que naciéramos como seres humanos. Unos piensan que siempre existimos, igual que algunos dicen que el Universo no tiene principio ni final. Pero otros piensan que esa parte de nosotros, llamémosla “alma” por simplificar, fue creada en algún momento del pasado… y muchos piensan que fue con el Big Bang cuando se creó. Es decir, a pesar de que en mi opinión esta teoría no tiene lógica alguna porque nada surge de la nada, aceptemos por un momento que hace miles de millones de años hubo una enorme explosión y de ella nació todo lo que conocemos: las estrellas, los planetas, los cometas… y las almas. Ya no habido más Big Bangs que sepamos, así que se supone que el número de almas permanece constante. Como también parece ampliamente aceptado que el único planeta habitado es el nuestro, eso quiere decir que todas esas almas están en este planeta… ¿cuándo empezaron a encarnar estas almas? Lo más lógico sería pensar que empezaron a encarnar cuando aparecieron los primeros homínidos en la Tierra… sin embargo, según la “lógica” que encierra la eterna cuestión de la superpoblación, algunos parecen pensar que todas las almas creadas en el Big Bang encarnaron en las primeras bacterias, y luego fueron evolucionando hasta llegar a peces, aves, mamíferos, y finalmente el ser humano. Si la primera comunidad humana estaba formada por veinte personas y todas tenían un alma, está claro que hasta que no moría el más anciano, esa alma no podía encarnar en el cuerpo de un bebé nacido en la misma comunidad. Como el índice de natalidad lleva siendo superior al índice de mortalidad desde los inicios de la vida en la Tierra (cosa que dudo esté demostrada), está claro que las cuentas no salen. Conclusión: la reencarnación no es posible.

La reencarnación no es posible porque la población mundial siempre ha ido en aumento.

Releed el último párrafo con atención y os daréis cuenta de que no tiene ningún sentido. Pero el problema no es de la reencarnación. El problema está en asumir cosas que no sabemos y que la ciencia aún desconoce. Lo que no tiene sentido es nuestro pobre razonamiento y nuestra limitada visión humana. Recordemos que ni siquiera sabemos aún cuál es la naturaleza del alma. No tenemos ni idea de cómo fue creado nuestro planeta, ni siquiera sabemos con total certeza cómo ni cuándo apareció la vida en la Tierra. No sabemos si los seres vivos primitivos tienen alma, y en este caso, si es similar al alma humana. Podemos llegar a aceptar la teoría de la evolución de Darwin, pero esto no implica que la evolución de las supuestas almas funcione igual. Tampoco sabemos si estamos solos en el Universo ni si existen otros planetas habitables donde también haya seres humanoides que puedan tener también un alma. ¿Por qué como pobres seres humanos terrestres que somos no aceptamos que en realidad no sabemos nada y dejamos de ser tan antroponcentristas? Pues porque somos animales de costumbres y nos gusta aferrarnos a cualquier idea absurda para no aceptar que la reencarnación podría ser posible. O porque nos gusta creer que hay unas personas llamadas científicos que lo tienen todo controlado y de momento no han demostrado que la reencarnación exista… e ignoramos deliberadamente los estudios científicos que se han realizado al respecto porque queremos seguir creyendo que existe vida después de la muerte (eso parece por las experiencias cercanas a la muerte que describen muchas personas), pero no en la reencarnación, porque… porque no, porque es imposible que en mi próxima vida me case con mi hijo. O porque nos han lavado el cerebro desde pequeños y nos han dicho que la reencarnación es una creencia pagana más propia de ocultistas y no queremos ser condenados en el más allá.

Pero da igual, creamos lo que creamos, sigamos con la eterna cuestión de la superpoblación. ¿Cómo resuelvo yo esta cuestión? Por supuesto, esta es mi versión de los hechos, personal e intransferible. Cada lector del blog debe sacar sus propias conclusiones y aceptar lo que crea conveniente. Para mí es innegable que la población humana ha sufrido grandes fluctuaciones a lo largo del tiempo. No es verdad que haya aumentado constantemente hasta nuestros días. Si aceptamos que cuando un ser humano muere, algo de él permanece, a algún lugar tiene que ir. Pero no tiene por qué ser inmediatamente a otro cuerpo. No sabemos por qué reencarnamos. No sabemos si lo elegimos nosotros, si nos obligan, o si simplemente es un fenómeno natural, igual que crecen flores en un prado o salen renacuajos de los huevos que ponen las ranas. En todo caso, creo que es lógico pensar que el alma puede permanecer un tiempo fuera de un cuerpo físico. No creo que haya una especie de carrera o lucha en el astral (o donde sea que están esas almas) por venir corriendo a un planeta donde nazcan seres humanos para pegarse por quién ocupa antes un cuerpo. Las investigaciones de Michael Newton apuntan a que elegimos en qué cuerpo vamos a encarnar en función de las vidas futuras disponibles. Si esto es cierto o no, no lo sé, pero yo me inclino a pensar que una vez que hemos decidido quién vamos a ser, el proceso de concepción, desarrollo y nacimiento de un nuevo ser es un proceso casi sagrado que es cuidadosamente planificado y llevado a cabo por varias almas, no solo la que va a encarnar. En el caso de que no hubiera cuerpos disponibles (como por ejemplo después de un diluvio universal o una epidemia de peste en Europa), no creo que hubiese ningún problema en elegir cuerpos en otros planetas similares al nuestro, o incluso en planetas totalmente distintos, o incluso en “formas materiales superiores” distintas a los seres humanos. Con el número de planetas descubiertos en la actualidad que podrían albergar vida, no sé cómo algunas personas lo siguen viendo tan descabellado. Y esto sin meternos en la posible existencia de universos paralelos o en el concepto de no-tiempo que parece ser rige fuera de este plano tridimensional en el que nos movemos. La física cuántica está haciendo sorprendentes avances al respecto y no debemos perderla de vista.

¿Es el número de almas constante? Es mi opinión que no. Personalmente creo en un Creador (se le puede llamar Dios, Fuente, o como queramos) cuya única finalidad, tal y como su nombre indica, es Crear. ¿Por qué? Porque le apetece. Aquí podríamos perdernos en cuestiones filosóficas, pero ya se me acaba el espacio. El caso es que este Creador no se cansa de crear nunca, y todos nosotros somos producto de su Creación. Por alguna razón que se me escapa, es conveniente (aunque no obligatorio) que por una larga temporada experimentemos la vida física. Algunos dicen que es para que aprendamos (con esto discrepo en un 30% porque pienso que no siempre aprendemos), otros dicen que para que evolucionemos hacia la perfección (con esto discrepo en un 90%, o sea, más, porque pienso que ya somos perfectos), otros dicen que es para que el propio Dios pueda experimentar a través de sus criaturas (aquí no sé si discrepo, posiblemente sí)… ¿quién puede saber por qué o para qué reencarnamos? Pero el caso es que lo hacemos, nos guste o no, queramos creerlo o no. ¿Algún día dejaremos de hacerlo? Quiero creer que sí, no porque esté cansada de la vida humana, sino porque pienso que el mundo espiritual es infinitamente mejor que esto. No hay límites en el mundo espiritual. Y por eso creo que fuera de nuestro mundo, la eterna cuestión de la superpoblación no supone problema alguno. Por algo está todo tan terriblemente bien organizado y nada se deja a la casualidad.

Muchas progresiones dicen que en el futuro habrá un fuerte descenso en la población mundial.

Como habéis visto, no hace falta recurrir a la reencarnación en animales o a la reencarnación simultánea para resolver la eterna cuestión de la superpoblación. No todos los reencarnacionistas creemos en las mismas teorías para explicar lo que no entendemos. Ser reencarnacionista no tiene nada que ver con pertenecer a una secta o a una religión, en la que tienes que aceptar unos dogmas o si no te expulsan. Cada uno puede creer en lo que quiera, según su propia experiencia y lo creíble que le resulten los testimonios de otras personas. En mi caso, si alguien me dice que recuerda haber sido un ratón, me va a costar mucho creerle, además dudo mucho que lo podamos llegar a verificar históricamente, a no ser que fuera uno de los primeros ratones fluorescentes y nos diera un registro detallado de todo lo que le hicieron para llegar a ser fluorescente, siempre que resultara probado que no trabajó como investigador en el proyecto y se le acabó yendo la pinza. Si alguien me dice que recuerda haber sido un ratón y su nombre era Mickey Mouse, ni siquiera me voy a molestar en conocer sus posibles recuerdos, yo misma le voy a enviar al psiquiatra. Si alguien me dice que recuerda haber sido marciano, voy a seguir teniendo dudas… pero si me da detalles de la geografía marciana que aún no han sido descubiertos y en diez años se descubre que tenía razón, tal vez podría empezar a plantearme que nos decía la verdad. Si alguien recuerda haber estar encarnado a la vez en dos personas distintas y tiene recuerdos verificados de ambas vidas, tal vez podamos empezar a considerar que hay algo de cierto en las reencarnaciones simultáneas. Lo que ocurre es que desgraciadamente este tipo de afirmaciones no van acompañadas de pruebas o al menos indicios sólidos. Sin embargo, sí los hay en los testimonios de muchas otras personas (adultos, niños, de todas las razas y procedencias posibles) que dicen recordar vidas pasadas y que lo han podido verificar, a veces con mucho esfuerzo. Por esto y por lo que he podido comprobar en mí misma, estoy convencida de que la reencarnación es un hecho. Si hay algo que no nos cuadra, si no comprendemos el mecanismo detrás de la reencarnación, tendremos que investigar qué es lo que se nos escapa, cuál de nuestras suposiciones no es correcta. Lo que no podemos hacer es desechar la reencarnación de buenas a primeras simplemente porque no encaja en nuestros esquemas. 

Creo que para los reencarnacionistas hay cuestiones mucho más urgentes que el problema de la superpoblación. Por ejemplo, en qué estado va a estar el planeta cuando queramos reencarnar dentro de doscientos años. Eso sí que me preocupa…

viernes, 8 de noviembre de 2013

El sufrimiento en el mundo y la reencarnación.

Por desgracia, es una constante cuando hablo con no reencarnacionistas (esto incluye también a algunos de los que creen en la reencarnación pero no han recordado sus vidas pasadas): la tendencia a echar la culpa de las cosas malas que pasan en el mundo a algo externo a nosotros, ya sea Dios, el enemigo, el vecino, el karma, los miembros de otra religión que no sea la nuestra, los gobernantes, los extraterrestres… Ya nos lo decían nuestras abuelas desde pequeñitos: “Es que venimos al mundo a sufrir… porque Dios así lo quiso, para expiar nuestros pecados…” Parece ser que todos creemos a nuestras abuelas… porque pasan los años y el 80% de la gente sigue repitiendo la misma cantinela.

Sospecho que una de las razones por las que mucha gente no cree en la reencarnación o ni siquiera se lo plantea, es porque eso te hace responsable de tus acciones. Aunque claro, si creer en la reencarnación supone creer también en la tan manida “Ley del Karma”, que tal y como es entendida generalmente es lo mismo que el cielo y el infierno de la religión católica pero con otro nombre (y para colmo el castigo es en vida), yo tampoco creería… Pero como he dicho otras veces, aquí no hablamos de religiones ni de creencias, sino de hechos comprobados. Y lo que hemos observado las personas que recordamos varias vidas pasadas, es que no existe la ley del karma. Pero eso no quita que seas responsable de tus actos, y que tarde o temprano tengas que hacer frente a las consecuencias de esos actos, ya sean buenas o malas.

Cuando recuerdas varias vidas pasadas te das cuenta de que desde que tienes uso de razón, la vida te pone a prueba, y presenta ante ti retos, situaciones más o menos serias que requieren de ti una decisión. No importa si ocupas una posición de autoridad o si eres un esclavo, no importa si eres rico o pobre… puede ser que la vida de miles de personas esté en tus manos, o puede que tengas que decidir sobre cargar con un niño vagabundo o abandonarlo a su suerte, puede que alguien te haga algo malo y luego tú tengas la oportunidad de hacerle daño a él o perdonarle. Puede que actúes porque crees que tus valores morales o de la época lo dictan así, o porque consideras que es tu trabajo, o simplemente porque tienes que defenderte. Da igual la razón por la que actúes (al menos en el tema que nos ocupa hoy), el caso es que tienes que tomar una decisión, y a veces te equivocas

Adonde quiero llegar es que te das cuenta de que el mundo es el resultado de las decisiones de todos los millones de personas que vivimos en él, ni más ni menos. El sufrimiento lo creamos nosotros, y no existen excusas para no hacer lo correcto, aunque siempre encontraremos alguna para justificarnos. Dios (si es que existe) no permite nada… ni tiene por qué salvarnos de nada, entre otras cosas porque nuestras malas acciones no nos van a condenar a nada después de muertos, excepto a vivir en el mundo que nosotros mismos hemos creado. Somos como niños en plena etapa de crecimiento, y los niños solo aprenden cayendo y levantándose, no cometiendo la fechoría y luego esperando que su madre venga a sacarles del atolladero.

Muchos pueden decir: “Yo ya me he dado cuenta de eso y no recuerdo mis vidas pasadas”. Y yo respondería: “No, no es lo mismo”. Porque hasta que no te conoces a ti mismo de verdad y no sabes de dónde vienes, no eres consciente de lo que eres capaz de hacer, ni de lo que has hecho en el pasado. La mayoría de nosotros nos consideramos buenas personas, incapaces de hacer daño ni a una mosca… y miramos por encima del hombro a los que bajo nuestro punto de vista actúan con maldad. Nos apresuramos a juzgar al otro “porque yo nunca haría algo así”, o decimos a la ligera frases como “A ver si se pudre en la cárcel”. Cuando investigas y empiezas a ver que en el pasado tú también pudiste ser encarcelado o te condenaron siendo inocente, o mataste en una guerra porque así te lo ordenó tu superior bajo pena de muerte, entonces, solo entonces, te das cuenta de que todos somos humanos y todos podemos haber cometido actos de los que no nos sentimos especialmente orgullosos.

Conversación con Dios sobre el sufrimiento en el mundo.

Y tan malo es hacer algo incorrecto, como decidir permanecer impasibles ante lo que consideramos injusto. Siempre es más fácil bajar la cabeza y musitar “Así lo ha querido la Providencia”, que luchar y poner en peligro tu propia vida. Esa vida que consideramos sagrada porque pensamos que es la única… cuando no lo es. Posiblemente eso forme parte de las reglas del juego, porque pone aún más a prueba nuestra moral y nuestra capacidad para hacer lo que creemos correcto, aunque eso implique sacrificarnos a nosotros mismos.

No dejamos nunca de echar la culpa a los demás de nuestras desgracias, siempre queremos buscar culpables para descargarnos de nuestra propia responsabilidad, siempre dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy, esperando a que otros lo hagan por nosotros o esperando a que baje Dios o bajen los Maestros Ascendidos para sacarnos las castañas del fuego, mientras que con nuestro silencio o nuestra inacción nos hacemos cómplices de este mundo oscuro en el que vivimos y que nunca podremos cambiar si no cambiamos nosotros mismos primero. Pero para hacer eso hay que empezar por conocernos a nosotros mismos, para saber qué es lo que tenemos que cambiar, y cómo podemos ser algo mejores. Y como siempre digo, no es suficiente con vanas palabras y bonitas intenciones. Hay que ponerse manos a la obra. Ya.

Aparte de esto, existe otra vertiente del mismo tema que es la del sufrimiento que conlleva el padecimiento de alguna enfermedad, el haber nacido con alguna discapacidad, el haber sufrido un accidente de moto y haberte quedado tetrapléjico, perder un hijo a manos de un asesino… Aunque en este caso se trate de algo mucho más delicado, la actitud de muchas de estas personas viene a ser la misma: ante la incomprensión de por qué nos ha sucedido esto, muchos intentan una vez más culpar a otros… o, incluso en el peor de los casos, también se culpan  a sí mismos por habérselo merecido en otra vida (este comentario lo he oído más de una vez aunque parezca mentira). Pues bien, el tiempo y las vidas que todos hemos vivido, cuando te haces consciente de ellas y sabes por todo lo que has pasado con anterioridad, nos dan otra perspectiva de la razón que hay detrás de estos acontecimientos. Hoy voy a dejar de lado el concepto de la preplanificación (en la que aún me cuesta creer y no hay suficientes evidencias a su favor), pero cuando recuerdas varias vidas comprendes que no tiene por qué haber ninguna razón. Simplemente, es la vida. Algunas veces es fácil, otras veces no lo es tanto. A veces morimos jóvenes, otras veces ancianos. A veces somos sanos y fuertes, otras veces arrastramos alguna dolencia física (incluso psíquica). A veces somos inteligentes, otras veces no tanto. Notamos diferencias sutiles en la personalidad, probablemente consecuencia de la genética de nuestro cuerpo. Sin embargo, cuando nos toca pasar por alguna de estas circunstancias, muchas veces no somos capaces de ver más allá del dolor, y olvidamos que cada una de estas experiencias no son más que una oportunidad para probarnos a nosotros mismos, para saber hasta dónde podemos llegar, para observar cómo reaccionamos ante esas circunstancias y luego valorar si lo pudimos hacer mejor. Por muy duras que sean las pruebas, incluso cuando no las superamos, siempre saldremos más fortalecidos. Pase lo que pase, la reencarnación siempre nos da una segunda oportunidad. Repito: SIEMPRE. Y nos la da a todos, sin excepción. Y esto no es que lo crea. Es que lo sé.

Más allá de las religiones, noto que hay cierta resistencia entre mucha gente a creer que no existe el concepto de justicia en el más allá tal y como lo conocemos en su versión humana. Parece que inconscientemente todos esperamos que el que ha hecho algo malo lo tiene que pagar, de una forma u otra. Si no es ardiendo en el infierno, tiene que ser por una desgracia que le sobrevenga a esta persona o a su familia, y si nos ocurre a nosotros, es porque seguro que hemos hecho algo malo, aunque no sepamos el qué. No concebimos que “los buenos” pasen una vida de penurias mientras que “los malos” disfruten de todas las comodidades posibles, no solo en esta vida, sino también en la siguiente… Por fortuna para nosotros, tengo la seguridad de que esto no es así. No sé si elegimos o no nuestras experiencias, pero sí sé que esas experiencias no dependen de lo malo o bueno que hayas sido en el pasado. Sufrimos, sí, porque el sufrimiento es inherente a la especie humana, igual que el dolor es inherente al cuerpo físico, incluso cuando anuncia el nacimiento de una nueva vida. Pero el sufrimiento no es malo por sí mismo. Debemos aprender a sacar siempre lo positivo de lo negativo. Sé que esto es muy, muy difícil de hacer, y que muchos pensarán que no sé lo que me digo o que estoy trivializando demasiado. Lo comprendo. Hubo un tiempo que a mí también me costaba creerlo… hasta que recordé mis vidas pasadas y supe que todo sufrimiento tiene su final, y que si hoy soy quien soy, es gracias a las dificultades que poco a poco me han ido forjando. Todos nosotros somos mucho más fuertes de lo que creemos y hemos visto y hecho cosas que hoy ni siquiera imaginaríamos. Es una lástima que no podamos recordarlo todo. Pero cada vez que descubrimos algo nuevo, sí que podemos integrar ese pedazo de nuestro antiguo yo en nuestro yo actual, ayudándonos a enfrentar mejor los retos que aún nos aguardan.

Debemos aceptar la vida tal y como es, con su lado amable, pero también con su lado oscuro. En nuestra mano está convertir la oscuridad en luz.

Información adicional:

Justicia humana Vs Justicia divina.
¿Qué es el karma?

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La autora de este blog tiene una amplia formación científica y por ello piensa por sí misma para llegar a las conclusiones y opiniones que aquí se ven reflejadas. La reencarnación es un fenómeno natural y universal. El único objetivo de este blog es reflexionar y ofrecer algunas claves para que todo el mundo pueda darse cuenta de ello por sí mismo.

En ningún caso la autora de este blog posee la Verdad Absoluta. Las opiniones de la autora de este blog son personales, intransferibles y siempre sujetas a discusión. Solo ha vivido una serie de experiencias personales que la han transformado interiormente en los últimos años. Puede dar consejos a todo aquel que lo solicite, pero en ningún caso puede ofrecer ayuda profesional.

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